Te quedan 2 artículos gratuitos este mes.

Accede sin límites desde 55 €/año

Suscríbete  o  Inicia sesión

18. Moda limpia

Comparte
Pertenece a la revista
Febrero 2014 / 1

Detrás de muchas prendas chic que se exhiben en los escaparates de las grandes zonas comerciales hay mucho sudor de mano de obra semiesclava en los países pobres. Junto a las campañas para mejorar la transparencia de la producción y las condiciones de trabajo, han aflorado alternativas que aspiran a construir una “moda ética”, que sea mucho más respetuosa con todos los actores que participan en el proceso.

En mayo de 2013 el drama de las pésimas condiciones laborales de las mujeres del sector textil, en muchos casos en régimen de semiesclavitud, llegó a las portadas de los periódicos: 1.129 personas perdieron la vida y 2.515 quedaron heridas en el derrumbe de una fábrica textil ubicada en el edificio Rana Plaza de Bangladesh.

Las organizaciones sindicales internacionales y de derechos humanos todavía luchan por el resarcimiento de los daños a las familias.

Más de cuatro millones de personas —en su mayoría mujeres— trabajan en la industria de la confección en Bangladesh, en condiciones de miseria. Producen para grandes marcas: H&M, Mango, Zara y El Corte Inglés. Los incendios e incidentes sucedían frecuentemente antes de la tragedia que los llevó a los medios, y continúan sucediendo después, a pesar de que se han logrado algunos acuerdos.

Poco antes, en septiembre de 2012, cerca de 300 personas murieron cuando un incendio arrasó la fábrica Ali Enterprise en Karachi, Pakistán, sin llegar a las portadas occidentales. En el momento del incendio, la fábrica estaba produciendo vaqueros para el minorista alemán de bajo coste KIK, que tiene más de 3.000 tiendas distribuidas en ocho países europeos.

En el caso de Bangladesh, el escándalo propulsó un salario mínimo muy anunciado por el Gobierno, de 5.300 taka (50,32 euros mensuales), muy por debajo de un salario digno.
La situación de Bangladesh no es la única. Se repite en otros países —por ejemplo, Tailandia y Camboya—, donde a inicios de 2014 las trabajadoras han sido brutalmente represaliadas por asistir a manifestaciones sindicales en pro de un salario mínimo de unos 130 euros al mes.
Las prendas de ropa provenientes de esas fábricas pasan las puertas de la Unión Europea y se muestran en los escaparates de las principales avenidas sin ninguna traba.

Existe otra forma de vivir el mundo de la moda. Para quienes no quieran comprar allí, se está formando una red de personas que confeccionan ropa bajo estándares de comercio justo y respeto por el medio ambiente.

Organizaciones no gubernamentales como, por ejemplo, Setem, responsable en España de la campaña internacional Ropa Limpia, trabajan para cambiar la industria de la moda.

En 2013 publicaron la Guía para vestirse sin trabajo esclavo (Albert Sales, Icària), un documento muy completo, con la historia y la verificación de la falta de políticas de muchas empresas. También hacen seguimiento de las iniciativas positivas, como la de Fair Wear Foundation, de Holanda, con herramientas muy rigurosas de control de las empresas que se apuntan. No es una certificadora, sino que acompaña procesos y pide resultados exigentes; además, tiene una lista de compra con empresas que están trabajando en sus estándares.

En el libro también realiza una lista de empresas de moda ética, en España.

Muchas de ellas forman parte de la plataforma de moda sostenible Slow Fashion Spain, que tiene como objetivo crear una industria textil en España limpia y local, que genere beneficios para todos los eslabones implicados. Para ello, fomentan los vínculos y el trabajo en toda la cadena de producción textil, ofrecen formación para empresas que deseen desarrollar criterios de sostenibilidad, y dan visibilidad a las iniciativas, organizaciones y empresas que ya estén trabajando en esa dirección.

Organizan charlas, grupos de networking y ferias para mostrar las alternativas a la producción textil, a la que llaman fast-fashion, e llevar a cabo otras maneras de producir, sostenibles, respetuosas y rentables al mismo tiempo.

Hay muchas empresas pequeñas trabajando en ello. Acaban de sacar un libro-guía de moda sostenible, Fashionista y slow. ¿Cómo ponernos guapas a nosotras y al planeta? (Gema Gómez, Mandala), y están preparando un Directorio para Diseñadores de Moda Sostenible. Tanto allí como en el libro de Setem dan ideas y consejos para un consumo responsable.

Cuando se habla de ropa sostenible y ética, suele tildársela de ropa hippie, pero suelen tener detrás a diseñadores de moda profesionales, que ven la ropa como un arte y no como un elemento que debe ser de venta masiva. Tampoco creen que los escaparates deban cambiar la oferta 15 veces al año (que es como suelen hacerlo las grandes marcas para vender más). Si la calidad del producto textil es buena y dura, no hay necesidad real de comprar cada año. Se compra únicamente lo que se necesita.

Entre los cursos que ofrecen miembros y colaboradoras de Slow Fashion hay opciones como la “alternativa de reciclaje del textil creativo”, de Altrapolab.

Desde el desastre del Rana Plaza, se prepara un gran evento mundial, cada 24 de abril, el Fashion Revolution Day. El objetivo: promover el consumo responsable en la industria de la moda y, por supuesto, políticas que pongan freno al actual modelo industrial del textil.

ENTIDADES

SETEM

www.setem.org (incluye la lista de sedes en 11 comunidades autónomas)

Teléfono: 93 441 53 35

CAMPAÑA ROPA LIMPIA

http://www.ropalimpia.org

FAIR WEAR FUNDATION

http://www.fairwear.org

SLOW FASHION SPAIN

www.slowfashionspain.com

FASHION REVOLUTION DAY

www.fashionrevolution.org