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EE UU: el deshielo de los sueldos

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Diciembre 2015 / 31

Nivel de vida: El salario mínimo federal está estancado desde hace treinta años. El Congreso se niega a actuar, pero las iniciativas se multiplican en los estados.

Hipermercado Walmart en Lewiston (Idaho). FOTO: FRANCIS DEAN

Los hipermercados Walmart, número uno de los empleadores estadounidenses con 1,3 millones de asalariados en el país, han hecho durante mucho tiempo oídos sordos a las reclamaciones sindicales que pedían una subida del salario mínimo. El gigante, con sede en Bentonville (Arkansas), se limitaba a pagar el salario mínimo interprofesional estadounidense establecido por Washington e inmovilizado desde hace seis años: 7,25 dólares la hora. 

Pero, últimamente, la dirección de Walmart se ha visto obligada a cambiar. Anunció un salario mínimo para los principiantes de 9 dólares la hora desde abril y ha programado un aumento a 10 dólares a partir de febrero de 2016. De paso, los directivos han prometido ajustar al alza los ingresos de los gerentes de tiendas.

Walmart no es el único gran empresario privado que ha cambiado de estrategia. Antes lo han hecho la filial estadounidense de Ikea (10,76 dólares la hora), la cadena de tiendas de ropa Gap (10 dólares), la aseguradora Aetna (16 dólares)... 

 

PRESIÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL 

Este cambio se debe sobre todo a la fuerte presión de la sociedad civil y los sindicatos, que desde hace años vienen organizando huelgas de un día, protestas en las puertas de los almacenes y otras acciones en Walmart y en cadenas de comida rápida, famosas por sus vendedoras y cajeras mal pagadas. “El mensaje ha ido calando”, afirma Tsedeye Gebreselassie, abogada laboralista. “Los estadounidenses”, prosigue, “han visto cómo se han disparado los salarios de los directivos y cómo el valor relativo de los ingresos medios ha bajado si se tiene en cuenta la inflación”.

Según el Economic Policy Institute (EPI), think tank progresista, el salario de los jefes, teniendo en cuenta la inflación, se ha multiplicado por diez desde 1978 mientras que la nómina del estadounidense medio sólo ha aumentado el 11%. Las estadísticas del US Census Bureau muestran que, en términos reales, el ingreso mediano ha bajado un 7% desde 2000. El salario mínimo interprofesional estado-unidense va aún más a la zaga, pues la ley no prevé mecanismos de actualización según la inflación. El EPI ha calculado que el salario mínimo en 2014 representaba el 37,1% del salario medio. Si se tiene en cuenta la inflación, el mínimo actual es, de hecho, un 24% inferior al de 1968, a pesar de que los empleados son el doble de productivos, mayores y de más nivel educativo. 

Un sondeo del pasado mayo en The New York Times muestra que el 70% apoya un aumento del salario mínimo por hora de 7,25 dólares a 10,10 dólares. Este techo del 10,10, postulado en 2014 por el presidente, Barak Obama, mejoraría el sueldo de 17 millones de trabajadores, pero fue rechazado por la mayoría republicana en el Congreso. 

Sin embargo, había obtenido la bendición académica: una carta firmada por 600 economistas recordaba: “Los aumentos del salario mínimo en el pasado no han tenido, o lo han tenido muy escaso, efecto negativo sobre el nivel de empleo de los trabajadores con sueldos bajos, incluso en los momentos de debilidad del mercado de trabajo”. Por el contrario, el aumento del salario mínimo podría estimular un poco la economía. “Muchos economistas piensan que el estancamiento de los salarios ha amortiguado el crecimiento”, subraya Michael Reich, de la Universidad de Berkeley.

 

LA POBLACIÓN, EN PRIMERA LÍNEA

Un nuevo proyecto de ley impulsado por demócratas aspira a un mínimo de 12 dólares para 2020. Afectaría a 35 millones de personas (27% de la mano de obra), aunque no tiene mucha esperanza de éxito. Sin embargo, se multiplican las iniciativas locales para evitar pasar por Washington. En noviembre de 2014, cuatro Estados (Alaska, Arkansas, Nebraska y Dakota del Sur) votaron en referendo el aumento del salario mínimo en sus territorios. Las grandes ciudades son también muy activas cuando se lo permite la legislación. Es el caso de San Francisco, donde los cargos electos han votado a favor de un aumento progresivo hasta llegar a 15 dólares en 2018. Seattle sigue la misma tendencia, y Los Ángeles promete sumarse en 2020.

Estas iniciativas no gustan a los empresarios. Las patronales del comercio y la restauración aseguran que no pueden asumir el coste creciente de los salarios. “Aumentar el salario mínimo por hora a 10,10 dólares podría suprimir hasta un millón de empleos en 2016”, afirma Katie Laning Niebaum, portavoz de la National Restaurant Association. Y añade: “Nuestra industria, de pequeñas empresas, se basa en márgenes muy escasos. Un fuerte aumento del mínimo nos impediría ofrecer sueldos de principiantes a los jóvenes en una época en la que cerca de uno de cada cinco está en paro.” 

¿Cuál es la realidad? Investigadores de la Universidad de Berkeley han estimado las consecuencias de un aumento progresivo del mínimo a 15 dólares desde ahora hasta 2020 en Los Ángeles. Teniendo en cuenta los efectos de reajuste de la tabla salarial en las empresas, consideran que, al final, el 41% de la fuerza de trabajo de la ciudad ganaría una media de 4.800 dólares más al año, lo que significaría 2.381 millones. Por parte de los empleadores, la subida del salario mínimo significaría un aumento del 3,8% de los costes en 2019 para el conjunto de las empresas, pero alcanzaría el 20% en la restauración y en la industria del vestido, que emplean mayoritariamente personal poco cualificado. En estos sectores, los aumentos de productividad no bastarán para compensar el aumento de costes. Las empresas se verán tentadas a la automatización, a reducir plantillas, a aumentar precios o a la deslocalización cuando su actividad lo permita.

Sin embargo, los autores del estudio consideran que “los beneficios son netamente superiores a los costes”. Cuentan con un pequeño aumento del 0,1% del empleo en Los Ángeles, pero sobre todo subrayan que muchos afectados son cabezas de familia: mejor pagados podrán cuidarse mejor, invertir en la educación de sus hijos, con repercusiones en cascada: padres e hijos saldrán de la pobreza.
Hasta ahora, el alegato familiar no ha impresionado a los lobbies patronales, que cultivan a fondo al Congreso desde hace años. Con éxito. Además del máximo de 7,25 dólares la hora, han logrado congelar el salario de las camareras. Desde hace 20 años, ese mínimo está bloqueado en 2,13 dólares porque los legisladores dicen que las propinas redondean su paga. 

El salario mínimo real en EE UU es hoy un 24% inferior al de 1968 

Varias ciudades prometen duplicar la prestación

Sin embargo, algunos pequeños empresarios hacen oír sus voces discordantes. “Aumentar el salario mínimo es incrementar los clientes de las pequeñas empresas”, dice Stephen Michael, de la Main Street Alliance, una red nacional de pequeñas empresas a favor de un aumento del salario mínimo. Kevin Litwin, director financiero de Joe’s Auto Parks, se declara también a favor del aumento. Su pyme, de 300 personas, gestiona 90 aparcamientos en Los Ángeles. “Ganamos dinero cuando la gente sale”, dice. Este aumento del negocio no sólo beneficia a los aparcamientos: “Los restaurantes registran más reservas, los estadios venden más entradas, y el público que acude a los comercios se incrementa”. “Cuando Los Ángeles aumente el salario mínimo, los empresarios tendrán que enfrentarse a una importante aumento de las nóminas”, confiesa Kevin Litwin. Pero espera que “le seguirá un rápido aumento de la demanda”.