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Muchas sombras en la EPA de 2013

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Febrero 2014 / 11

Doctor en Ciencias Económicas y consejero delegado de Inurrieta Consultoría Integral

Si sumáramos a los parados los trabajadores que sufren subempleo, como hacen en EE UU, tendríamos una nueva estadística de paro: alcanzaría el 30%.

La publicación de la Encuesta de Población Activa (EPA) del cuarto trimestre del año 2013 cierra un ejercicio marcado por la destrucción de empleo, aunque mitigado a final de año por un sensible descenso de la población activa, un fuerte incremento de la precariedad laboral, una ligera caída del desempleo y una vuelta al empleo agrario. Todo ello unido a un dramático proceso de desindustrialización.

Por regiones, se aprecia una gran sima entre el norte y el sur, pero también entre los corredores atlántico y mediterráneo. Solo el polo vasco-navarro y, en menor grado, Catalunya y Baleares han aguantado mejor el enorme proceso de destrucción laboral iniciado en 2007.

Los resultados estilizados revelan que a finales de 2013 había 5,896 millones de parados, 22,65 millones de trabajadores activos, y 16,7 millones de ocupados. Estas cifras se plasman en unas tasas de actividad del 59,4%, en una tasa de paro del 26% y una de empleo del 55%, lo cual da idea de lo deprimida y castigada que ha quedado la fuerza laboral tras la profunda crisis y la reforma laboral desarrollada en 2012.

Los flujos del último trimestre nos indican que el empleo destruido en 2013 alcanzó los 198.900 puestos de trabajo, el 1,17% anual, y el desempleo se redujo en 69.000 trabajadores, lo cual supuso una ligera mejoría del 0,4%. En términos desestacionalizados, el empleo aumentó por primera vez el 0,29% trimestral, aunque no sepamos las cifras brutas, y el número de parados se habría reducido un 1,22%.

Globalmente, la tendencia del último año se resume en una progresiva mejoría de las cifras absolutas, aunque por la estructura y calidad del empleo, el número de horas trabajadas y los salarios percibidos, estamos ante un cambio estructural en el mercado laboral.

Se está produciendo un intenso trasvase de trabajadores a tiempo completo, variable que debería ser la referencia a la hora de medir el número de empleos creados; a trabajadores a tiempo parcial o temporal, con un número no desdeñable de horas extra sin pagar.

Así, en el conjunto del año, el número de asalariados fijos descendió en 269.500, mientras que el de temporales ascendió en 81.300. Eso se correlaciona con el volumen de trabajadores que perdieron su empleo a tiempo completo, 339.300, y la ganancia de 140.000 que ahora trabajan a tiempo parcial. Es decir, el ajuste del empleo continúa a través de las horas de trabajo, computando como empleo creado en igualdad de condiciones al empleo a tiempo completo. Este nuevo colectivo de trabajadores, que se denomina subempleo, ya alcanza los 2,4 millones de trabajadores. Si sumásemos el subempleo al colectivo de parados, como hacen en EE UU, tendríamos una nueva estadística de paro que alcanzaría cerca del 30%.

En lo referido a los hogares, las cifras anticipan un fuerte incremento de la pobreza. El número de hogares que tiene a todos sus miembros en paro alcanza los 1,8 millones y casi 690.000 sin ningún ingreso. Esta cifra era la mitad al comienzo de la crisis. Si a esto añadimos que solo el 61% de los parados tiene prestación, existe un riesgo de pobreza y exclusión muy elevado.

Estamos ante un cambio del mercado laboral

El ajuste de empleo sigue la vía de las horas de trabajo

En conclusión, las variables más relevantes nos muestran que el mercado laboral está acusando un cambio radical que nos lleva a empleo más precario, marcado por menores horas de trabajo de forma estructural, menores salarios y una tasa de actividad y empleo que reducen drásticamente el crecimiento potencial. Esta circunstancia, junto a un riesgo no desdeñable de nuevas caídas del crecimiento, arroja una incertidumbre laboral que no permitirá recuperar los niveles anteriores a la crisis hasta, al menos, dentro de una década.