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La curva de la oferta

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Julio 2013 / 5

Los casos de los salarios y del crédito bancario muestran que la oferta no aumenta sistemáticamente cuando los precios suben.

¿Un productor está dispuesto a fabricar una mayor cantidad de bienes cuando el precio de este bien aumenta? ¡No siempre! Algunos ejemplos permiten convencerse. Tomemos el caso del trabajo, que en ciertos casos no es un bien como los demás, pero que para los microeconomistas ejerce el papel de una oferta para los asalariados (y también de una demanda de la parte de las empresas). Precisemos de entrada que los microeconomistas razonan exponiendo la hipótesis del pleno empleo, lo cual les evita tener que preguntarse sobre los comportamientos en situación de desempleo masivo de larga duración.

En teoría, pues, se supone que el asalariado establece la cantidad de trabajo que ofrece arbitrando entre trabajo y ocio: cuando el precio del trabajo (es decir, el salario recibido) aumenta, el asalariado es incitado normalmente a trabajar más. En esta situación, privilegiar el ocio en detrimento del trabajo aumentaría en efecto el lucro cesante (los economistas hablan de coste de oportunidad). A la inversa, siempre en teoría, si el precio del trabajo baja, el asalariado sustituirá el trabajo por el ocio.

 

Efectos de sustitución y de renta

Pero las variaciones de los salarios no originan solamente un efecto de sustitución entre trabajo y ocio, también comportan un efecto de renta: cuando el salario sube para la misma cantidad de trabajo que el asalariado hacía antes, su renta aumenta, y ocurre el caso inverso cuando el salario baja. Este efecto de renta puede muy bien llevarle sobre el efecto sustitución. Tomemos el caso de las actividades más penosas y peor remuneradas: aumentar un poco el salario no incitará necesariamente a los empleados a dedicar menos tiempo al ocio para trabajar más (la teoría no tiene en cuenta la posibilidad de los trabajadores pobres). Si el empleo llega a estar un poco mejor pagado pero continúa siendo también penoso, el asalariado preferirá sin duda trabajar un día menos y ganar lo mismo que antes.

FOTO: EDU BAYER
En el caso simétrico de un empleo muy bien pagado, más allá de un cierto nivel, no es un aumento del salario lo que incitará a trabajar más. Por el contrario, aquí también el asalariado preferirá sin duda tomar un poco más de tiempo para él mismo y luego reducir un poco su oferta de trabajo manteniendo su renta igual (salvo algunos locos del trabajo o aquellos que quieren siempre más ingresos).

Así, la curva de la oferta es normal (cuanto mejor pagado está el trabajo, más aumenta la oferta de empleo) entre el salario fijado  en convenio (de la actividad penosa) y el salario máximo (de la actividad mejor remunerada), pero decrece en los dos extremos por debajo del salario fijado en convenio y por encima del nivel máximo. Los economistas han bautizado esta situación “de oferta en retroceso” o “cambio de dirección de la curva de oferta”.

 

Crédito: la asimetría de la información

Otro ejemplo, esta vez sobre el mercado de crédito. El crédito que un banco ofrece a un precio: este es el tipo deudor facturado al prestatario. Este tipo depende de la cantidad prestada por el banco, del plazo del préstamo y, por supuesto, del riesgo que presenta el prestatario (o el proyecto a financiar). El banco, a pesar de ser experto en la selección de proyectos, no tendrá jamás tanta información como el mismo prestatario sobre su propio proyecto. Los economistas dicen que el banco está en situación de “asimetría de información”.

Esta situación supone que más allá de un cierto nivel de riesgo frente al cual la incertidumbre de ganancia es demasiado grande, la banca preferirá rechazar la concesión de préstamos y racionar el crédito. La oferta de crédito crece, pues, con el tipo de interés, pero hasta cierto límite solamente. Esto es lo que Joseph Stiglitz mostró en un artículo escrito conjuntamente con Andrew Weiss en 1981. Cuando los precios suben, la oferta no crece necesariamente.