Te quedan 2 artículos gratuitos este mes.

Accede sin límites desde 55 €/año

Suscríbete  o  Inicia sesión

La paradoja holandesa

Comparte
Pertenece a la revista
Enero 2014 / 10

Los hogares de los Países Bajos son los más endeudados de Europa, y su ahorro, el más importante.

Un grupo de ciudadanos participa en una feria en la localidad holandesa de Dordrecht. FOTO: 123RF/MYKOLA KOKARYEV

Los Países Bajos tienen serias dificultades para salir de la crisis. En el tercer trimestre de 2013, el nivel de producto interior bruto (PIB) se mantuvo inferior en el 4,3% al de principios de 2008, y la tasa de paro, del 7% en septiembre pasado, se ha duplicado en cinco años. Según las previsiones de otoño de la Comisión Europea, el país de los pólders debería experimentar el año próximo el crecimiento más débil de los países de la Europa occidental.

La economía holandesa encarna, en efecto, un híbrido curioso. Por una parte, su superávit por cuenta corriente récord (del 9,6% del PIB, según la previsión para 2013) y su limitada deuda pública y financiada a tipos muy bajos anclan el país en el corazón de la zona euro, flanqueando a Alemania. Pero por otra, emparenta con los países en crisis de la periferia de la eurozona, como España o Irlanda, debido al endeudamiento desbocado de los hogares y a la explosión de una burbuja inmobiliaria gigantesca, que pesa sobre el sector bancario y que ha aplastado la economía. El Estado ya ha debido nacionalizar dos grandes bancos.

 

¡ENDÉUDENSE!

En los Países Bajos, la deriva del endeudamiento inmobiliario fue impulsada por una serie de incentivos fiscales desmesurados: las familias podían deducirse de su base imponible la totalidad de las cargas de intereses que soportaban sus créditos hipotecarios durante 30 años. Este incentivo suponía empujar a los hogares a endeudarse al máximo (a menudo más allá del 100% del precio del inmueble, incluyendo obras de reforma que se le hicieran), y también a situar los ahorros en fondos de pensiones (exentos de cargas fiscales) con vistas a una jubilación financiada ampliamente por el sistema de capitalización.

De ahí viene la gran paradoja: ¡los hogares más endeudados de Europa (a un nivel del 128% del PIB en 2011) son al mismo tiempo los más ricos en términos de patrimonio financiero! Sus activos financieros brutos representaban en 2012 más del 330% del PIB (frente al 200% de media en la zona euro). 

Sin embargo, como los precios inmobiliarios han caído cerca del 20% desde lo más alto, una cuarta parte de quienes se han hipotecado están hoy con el agua al cuello: el valor de su inmueble es ya inferior al de la deuda que tienen pendiente pagar. Además, la mayor parte de los préstamos no han sido aún amortizados. El grueso de ellos eran una clase de hipotecas en las que el capital se reembolsa de golpe al final del período de pago.

 

CAÍDA DEL CONSUMO

Ante esta situación, el ahorro acumulado con vistas a la jubilación no es movilizable. Resultado: los hogares más modestos se han quedado bloqueados en su vivienda, lo cual limita sus oportunidades de empleo. Para reducir su deuda y alinearse con el valor de su inmueble, deben consumir menos y tirar de sus ahorros. De hecho, el consumo de las familias está cayendo desde finales del año 2010; mientras, al mismo tiempo, el ahorro se ha vuelto negativo, salvo por lo que respecta a las cotizaciones obligatorias para la jubilación.

La política presupuestaria restrictiva del nuevo Gobierno, constituido después de las elecciones del pasado septiembre, añade todavía más confusión. Sin embargo, los Países Bajos tienen suficiente credibilidad para liberarse del miedo de los mercados, y también de sacudirse el yugo de la Comisión Europea. En realidad, ya lo consiguieron hacer la pasada primavera, cuando obtuvieron del Ejecutivo de Bruselas un aplazamiento en el calendario a la hora de alcanzar el objetivo de retorno al equilibrio presupuestario, una medida que tanto ha beneficiado a España y a Francia. Sin embargo, no parece que el Gobierno holandés tenga la intención de ir mucho más lejos. Y es una lástima.