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'Smart City': repensando el mundo desde la ciudad

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Noviembre 2013 / 8

Director de Proyectos de la Fundació Tarragona Smart Mediterranean City y profesor de la Universitat Rovira i Virgili

En la primera década del siglo XXI las ciudades se erigen en motores de una nueva revolución energética y tecnológica con el fenómeno de las ciudades inteligentes, que plantean un conjunto articulado y coherente de transformaciones, en una triple dimensión: en primer lugar, situando la economía del conocimiento y la llamada cuádruple hélice (universidad, industria, gobiernos, ciudadanos) como cerebro estratégico de una planificación holística y global de la ciudad; en segundo lugar, transformando los modelos tradicionales de relación entre ciudadanos y gobierno municipal, aprovechando las nuevas formas de participación, diálogo y construcción del consenso que ofrecen las TIC, y en tercer lugar, unas lógicas de eficiencia energética y de cogeneración distributiva que extienden su discurso ambientalista y de postabundancia a diversidad de sectores: movilidad, consumo de proximidad, reciclaje de residuos, nuevos materiales en construcción...

Lejos del paraíso orwelliano de una ciudad llena de sensores, capaz de anticipar nuestras decisiones y vigilar nuestras acciones, las smarts cities han devenido en los motores de una nueva cultura política catalizadora de diversas sensibilidades alternativas: sostenibilidad, austeridad postabundancia y decrecimiento, mestizaje y diversidad, participación directa y autogestión ciudadana, global/local... En cierta manera, diversidad de tendencias altermundistas marcadas por la lógica y la sensatez, pero marginadas por las dificultades y los costes para su realización, que han encontrado en las nuevas tecnologías y en su desarrollo urbano el camino para su avance y concreción.

Las ciudades inteligentes plantean el reto de un gobierno abierto, mucho más allá de la e-administración. La distancia entre administrador y administrado desaparece y el concepto de ciudadano cobra todo su valor al acceder directamente a los datos e informaciones del Gobierno y desarrollar sus propias estrategias de vida urbana: así, por ejemplo, al poner en abierto y online los datos de movilidad y tráfico de la ciudad, los ciudadanos diseñan sus propias rutas y horarios para ahorrarse tiempo en sus desplazamientos, de modo que resultan más efectivos y beneficiosos para el conjunto de la ciudad que los planificados por los gobiernos de forma centralizada. El ciudadano deviene protagonista y beneficiario de la ciudad Smart, que le convierte en un activo informante y dialogador con el gobierno, y los retos de la ciudad y sus actividades ciudadanas, recogidas como datos agregados, sirven de base para el desarrollo de políticas públicas. Es consultado y se siente partícipe del diseño de una ciudad nueva, comprometido con la calidad de vida de sus vecinos. El Gobierno, al poner todos los datos en abierto, se torna transparente y sus políticas deben responder a la interpretación correcta de los mismos.

Las ciudades inteligentes plantean el reto de un gobierno abierto más allá de la e-administración

El concepto de ciudadano cobra todo su valor al erigirse en protagonista

Frente a la lógica del derroche, la ciudad inteligente se plantea un consumo eficiente de los recursos energéticos y una concepción basada en la simplicidad, el ahorro y el respeto al medio ambiente. Los hábitos saludables de vida, las zonas verdes, la recogida selectiva de residuos, el reciclaje, el cuidado de la gente mayor y las facilidades para las personas con discapacidad se convierten en actitudes características de las Smart. Vinculados a estas ideas, próximas a la postabundancia y al decrecimiento, aparecen los procesos de innovación abierta y las formas de inteligencia colectiva. Los datos en abierto (Open data) permiten que todos se conviertan en inventores de soluciones en forma de Apps; la ciudad se torna creativa, avanzada, el conocimiento crece, las instituciones docentes se abren al trabajo colaborativo y se tornan permeables.

Las ciudades inteligentes entienden el nuevo papel de lo local en el mundo: emergen como actores principales de las relaciones internacionales, centros de crecimiento y desarrollo tecnológico y espacios de creatividad, generadores de tendencias y valores con vocación global, laboratorios de pluralidad y mestizaje identitario y cultural. Acelerados procesos de urbanización y el diseño de lógicas urbanas basadas en las posibilidades de las nuevas tecnologías convierten a las ciudades en los centros económicos de un mundo poliédrico, potenciando la integración del binomio global/local. La ciudad como atractora de talento deslocalizado, catalizadora de procesos abiertos de innovación, escenario de procesos de inteligencia colectiva, exportadora de ideas y generadora de valor añadido incorporado a la producción industrial clásica, motor de amplias regiones económicas, y, finalmente, encontrando en su identidad local las ventajas competitivas para su posición internacional y global.