Te quedan 2 artículos gratuitos este mes.

Accede sin límites desde 55 €/año

Suscríbete  o  Inicia sesión

Alemania y Mario Draghi

Comparte
Pertenece a la revista
Junio 2016 / 37

TIPOS BAJOS La política de tipos de interés muy bajos y de compra masiva de deuda practicada por el Banco Central Europeo (BCE) para luchar contra el riesgo de deflación y para impulsar la actividad en la zona euro posibilita que los Estados se refinancien a buen precio. Francia tomó prestados el mes pasado 8.000 millones de euros a diez años a un tipo del 0,43%. Esta política de suave eutanasia a los rentistas en beneficio de los prestatarios, según la célebre frase de Keynes, no alegra a todos. Alemania, país rico y viejo, en el que las compañías aseguradoras y los gestores financieros lo pasan mal a la hora de pagar a los ahorradores los beneficios prometidos, la critica vivamente, hasta el punto de que algunos piden a la cancillería que presione al BCE para que aumente sus tipos, haciendo caso omiso de su independencia, lo cual no deja de tener gracia procediendo de Alemania. Las críticas son tanto más vivas cuanto que Alemania no obtiene ningún beneficio de la política del presidente del BCE, Mario Draghi: el Tesoro alemán ha podido tomar prestado a tipos muy bajos todos estos últimos años, los títulos de su deuda son un valor refugio frente al riesgo de estallido de la zona euro. Por el contrario, sabiendo que el ahorro alemán está invertido en parte en títulos de deuda española, italiana o francesa, las futuras transferencias procedentes de los contribuyentes de esos países y con destino a los ahorradores alemanes serán menores de lo previsto. Hay que decir que, en el fondo, si la política llevada a cabo por Mario Draghi termina por dar fruto será una buena noticia para la gran masa de los jubilados y futuros jubilados, incluidos los alemanes, pues toda recuperación de la actividad no puede por menos que consolidar los regímenes de reparto, fundamento de la pensión de todos los asalariados europeos.

IMPULSO ECOLÓGICO  Incluso los más ardientes defensores de la política de Mario Draghi  no tienen más remedio que constatar que tarda en producir el efecto esperado. El crédito gratuito no basta para impulsar el consumo y la inversión cuando el paro sigue siendo elevado y las perspectivas de crecimiento, escasas. La política del Banco Central Europeo tropieza con el hecho de que se sigue dando prioridad al desendeudamiento y a la disminución del gasto público en detrimento de una política de activación concertada en el seno de la zona euro, una política tanto más necesaria cuanto que la demanda procedente del resto del mundo se ha debilitado debido a la lentificación china y a la bajada de los precios de las materias primas.

El crédito gratuito no basta para activar el consumo y la inversión

En un momento en que se inicia el proceso de ratificación del acuerdo de París sobre la lucha contra el cambio climático, deberían aprovecharse los bajos tipos de interés para conciliar objetivos económicos y ecológicos emprendiendo un programa de inversión masiva en la transición ecológica y en la construcción de la economía sin carbono del futuro. Pero el Gobierno francés está, sin duda, demasiado ocupado en salvar a la eléctrica EDF y a la nuclear Areba como para ser portaestandarte de dicha iniciativa.

‘UBERIZACIÓN’  Es la moda de la uberización. Los sistemas productivos son cada vez menos verticales y los nuevos instrumentos de comunicación permiten trabajar de modo más autónomo. De ahí un retroceso —aún muy limitado— del asalariado, que surgió históricamente de la necesidad de juntar en un mismo lugar a los trabajadores sometidos a la autoridad directa de una jerarquía que controla la organización del trabajo y la finalidad de la actividad. Tengamos cuidado, sin embargo, en no confundir lo que está relacionado con cambios estructurales muy reales con lo que es producto de una relación de fuerzas muy favorable a los empleadores, provocada por el paro masivo. Muchos de ellos no han esperado a Internet para imponer el estatuto de trabajador autónomo a unas personas que en realidad tienen una relación de subordinación.  Hay, pues, que encontrar un delicado equilibrio entre la construcción de nuevas protecciones ligadas a la persona y la defensa del estatuto salarial, ahí donde sigue siendo legítimo.