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Desalojos y desahucios

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Octubre 2016 / 40

El pasado mes de septiembre, los antidisturbios de  los Mossos d’Esquadra, cumpliendo órdenes de un juez, desalojaron con toda su fuerza disuasoria uno de tantos pisos okupados en esta época de inacabable crisis y en la que los paganos son siempre los mismos: las clases más bajas, las más débiles.

El susodicho piso está situado en el popular barrio de Sants, en Barcelona. Sus ocupantes eran cuatro personas, una mujer y sus tres hijos, todos de corta edad.

Todo desalojo en sí mismo comporta una fortísima carga violenta, si no física, sí moral para los desahuciados. A ello se unió la violenta acción de la policía contra los miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), que opusieron resistencia pasiva a la acción desalojo. Ello provocó la inmediata repulsa crítica de la alcaldesa de Barcelona, la activista Ada Colau,  la cara más conocida del movimiento ciudadano de lucha contra los desalojos a través de la PAH. 

La activista Colau reaccionó a través de Twitter: “El desalojo de una madre y sus tres hijos no tendría que haberse producido y no puede volver a repetirse un caso semejante”. Se desató  una guerra de mensajes en  Twitter de los Mossos y la participación del consejero autonómico de Justicia, Carles Mundó, que criticó las palabras de la alcaldesa y defendió la actuación de la policía, que, precisó quitándose la culpa de encima, actuaba bajo las órdenes de un juez.

Colau replicó pidiendo al Gobierno catalán “que los Mossos no vuelvan a desalojar nunca más a una familia con hijos pequeños. Los derechos de los niños tienen que prevalecer siempre”.
¿Tanto nos cuesta entender este sencillo y justo razonamiento de Ada Colau? ¿Qué le pasa a esta sociedad que no reacciona con contundencia ante abusos de este tipo?

¡Ah!, el Ayuntamiento buscó y halló alojamiento aquel mismo día a la madre y sus tres hijitos, que por la noche volvieron a dormir bajo techo. ¡Qué menos!  

Margarida Blanch