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Cop25: todo aplazado para Glasgow

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Enero 2020 / 76

Indolencia: Los países más contaminantes pusieron de manifiesto en Madrid su escasa voluntad de frenar el calentamiento global. Habrá que esperar a noviembre.

Pabellón de la Unión Europea en la COP25. FOTO: Comisión Europea

Acuerdo de mínimos, oportunidad perdida, decepción, fracaso... son las palabras más utilizadas para describir los resultados de la cumbre climática de Madrid, la más larga desde que comenzaron a celebrarse este tipo de reuniones, hace 25 años. En lugar de comprometerse a intensificar los esfuerzos para frenar un cambio climático cada vez más evidente, las delegaciones participantes dedicaron buena parte del tiempo a debatir detalles técnicos de escasa relevancia. Pactada in extremis y de madrugada, la declaración final de la reunión se limitó a instar a los países a aumentar su “ambición” y a presentar nuevos compromisos de reducción de las emisiones causantes del efecto invernadero antes de la próxima cumbre, prevista para noviembre próximo en Glasgow.

La ausencia de avances en la COP25 deja para esa ocasión las decisiones clave. Es de esperar que en Escocia aumente el peso político de los participantes y que los países se muestren más dispuestos a tomar  medidas que los científicos consideran imprescindibles para evitar los peores efectos del calentamiento global. 

Los políticos desoyen las advertencias de los científicos

Las emisiones de gases contaminantes continúan aumentando

La reunión de Madrid puso de relieve la incapacidad de las delegaciones nacionales para atender las  advertencias de los científicos y escuchar el creciente clamor de la sociedad civil. Y 22 años después de la firma del protocolo de Kioto —primera vez en que se acordó reducir las emisiones de gases de efecto invernadero—, los países más contaminantes se resisten a poner sobre la mesa compromisos concretos y verificables en esa dirección. “La mayoría de los grandes emisores estuvieron desaparecidos en combate o se dedicaron al bloqueo”, se lamentó Helen Mountford, vicepresidenta de la ONG World Resources Institute. En su opinión, lo sucedido en  Madrid muestra “lo desconectados que los líderes nacionales están de la urgencia científica y de las demandas expresadas por sus ciudadanos en las calles”. 

Los científicos advierten de que la mayoría de los países están muy lejos de cumplir los objetivos fijados en la cumbre de París, celebrada en 2015, para que el calentamiento de la Tierra no supere los 2 grados centígrados —preferentemente los 1,5—, con respecto a los niveles preindustriales. El consenso entre los expertos es que los compromisos adquiridos en la capital francesa ya son insuficientes y que es preciso un mayor esfuerzo para evitar que la temperatura media del Planeta suba entre 3 y 4 grados centígrados antes de que concluya el siglo. “El mandato es claro: los países tenemos que presentar contribuciones nacionales más ambiciosas que las actuales en 2020”, afirmó la ministra de Transición Energética en funciones, Teresa Ribera. “Es importante responder a las demandas de la gente y de la ciencia y comprometernos a hacerlo más y más rápido”. 

Estudios científicos publicados durante la cumbre de Madrid ponen de relieve que las emanaciones de gases contaminantes no solo no se han reducido, sino que han aumentado un 4% desde la reunión de París. “La curva de emisiones globales debe empezar a descender en 2020, las emisiones deben recortarse a la mitad para 2030 y un mundo con cero emisiones debe hacerse realidad en 2050”, manifestó Johan Rockstrom, director del Instituto Postdam para la Investigación del Impacto Climático.

 

CULPABLES

Exceptuando a los miembros de la Unión Europea, los países más contaminantes se resistieron a las presiones para ampliar sus compromisos de reducción de emisiones y se negaron incluso a la firma de un acuerdo no vinculante en ese sentido. EE UU, China, India y Brasil desoyeron los llamamientos de pequeños países isleños, especialmente del Pacífico, a frenar un cambio climático que ya están sufriendo en sus propias carnes en la forma de tormentas, inundaciones y sequías. Una coalición de esas naciones expresó en un comunicado su “horror y consternación” por el fracaso a la hora de tomar decisiones. Especialmente llamativo es el caso de la delegación australiana, una de las más reacias a avanzar a pesar de que, durante la propia cumbre, amplias zonas de su país estaban siendo devastadas por los incendios y registrando temperaturas cercanas a los 50 grados centígrados. La Unión Europea anunció el plan reducción de emisiones más ambicioso de todos los participantes de la reunión de Madrid,al comprometerse a descarbonizar por completo sus economías para el año 2050. 

Los países isleños del Pacífico exigen medidas ya

La UE se compromete a descarbonizarse para el año 2050

En Madrid se quedaron sin resolver otras dos cuestiones importantes: la puesta en marcha de un mercado de emisiones de gases contaminantes y la forma de ayudar económicamente a los países carentes de recursos para paliar los daños de la crisis climática. Son temas que deberían haberse cerrado en Madrid y cuya resolución habrá de esperar a Glasgow.

Australia y Brasil bloquearon el acuerdo sobre el mercado de carbono al insistir en la vigencia de los créditos del sistema de intercambio de emisiones creado en Kioto, considerado obsoleto por la mayoría de los países. Al final se impuso la idea de que la falta de transparencia en el mercado de emisiones hace imposible evitar la doble contabilidad (emisiones asignadas tanto al el país comprador como al vendedor). 

EE UU, único país que ha anunciado su salida del Acuerdo de París, utilizó la cumbre de Madrid para impedir la creación de un mecanismo de compensación a los países que ya sufren los peores efectos de la subida de las temperaturas. Aunque hubo acuerdo sobre la necesidad de ayudar a estas naciones, los principales emisores de gases de efecto invernadero se resisten a hacerse legalmente responsables de posibles daños provocados por el calentamiento de la tierra en el futuro. Para justificar su no, los representantes de EE UU se escudaron en el hecho de que su país es el mayor donante de ayuda humanitaria en el mundo. 

La cumbre de Glasgow tendrá lugar justo después de las elecciones presidenciales de EE UU. Algunos analistas creen que China no se comprometerá a reducir más emisiones hasta conocer si Donald Trump es reelegido o si, por el contrario, un demócrata decidido a combatir el cambio climático toma las riendas del país.

No todo fueron fracasos en la cumbre de Madrid, que puso en marcha un plan de acción de género tras reconocer que la crisis climática está afectando de manera especial a las mujeres y a las niñas. La iniciativa tendrá una vigencia de cinco años y se revisará una vez transcurra este periodo. Uno de sus objetivos es incrementar la participación de las mujeres en las negociaciones internacionales y en la toma de decisiones en sus respectivos países.

Otro aspecto positivo es el eco que la cumbre ha tenido en los medios de comunicación españoles, un factor a la hora de concienciar a la población de la necesidad de actuar lo más rápido posible. Para lograr que la próxima reunión de Glasgow sea un éxito es imprescindible que la ciudadanía y la comunidad científica incrementen la presión sobre los encargados de tomar las decisiones. Vistas las maniobras dilatorias y de bloqueo utilizadas en Madrid por los países más contaminantes, la tarea se presenta difícil. La urgencia del problema la resumió en una frase el representante de la isla de Tuvalu, en el océano Pacífico, Ian Fry: “Hay millones de personas en todo el mundo que ya están sufriendo los efectos del cambio climático. Negar este hecho puede ser considerado un crimen contra la humanidad”.