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“Aumentan las protestas obreras”

Por Yann Mens
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Marzo 2016 / 34

La crisis degrada el clima social de China, pero el Gobierno cuenta aún con una amplia base de apoyo, opina Dali L. Yang, profesor de Ciencias Políticas en la universidad de Chicago

ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR

Hasta qué punto puede provocar protestas sociales la desaceleración económica en China? ¿Es una amenaza para el régimen?

La desaceleración afecta sobre todo a determinados sectores como el del acero, el carbón, las exportaciones de textiles o de productos de electrónica, y también a determinadas regiones, como Shanxi o Hebei, más especializadas en este tipo de producción. El paro ha crecido y, aunque, a diferencia de los años noventa, China dispone de un sistema de protección social mejor, las protestas obreras han aumentado como reacción a los despidos y al impago de atrasos salariales. Las autoridades están muy pendientes del problema. El poder ayuda a los trabajadores víctimas del paro y a la vez reprime a los líderes de los movimientos de protesta. Los inmigrantes del interior, que son numerosos en las  industrias de la costa, forman parte de muchos de esos movimientos. La situación puede agravarse este año en la medida en que sigan llevándose a cabo reestructuraciones. 

“La reserva de mano de obra desciende porque envejece la población”

“El poder ayuda a los parados y reprime a quien lidere protestas”

Sin embargo, hay que constatar que, globalmente, la situación del mercado laboral es buena para los trabajadores manuales. Los salarios han subido y, lo que es más importante, debido al excepcional crecimiento de China en las dos últimas décadas, el poder dispone de una amplia base de apoyo que va mucho más allá de las clases medias. Por otra parte, el Gobierno ha convencido a parte de la opinión pública de que la lentificación del crecimiento era buena para el medio ambiente.

¿Existe un umbral de crecimiento por debajo del cual el poder político estaría en peligro?

Históricamente, los dirigentes chinos han afirmado su voluntad de mantener un crecimiento del 7% o del 8% del PIB, y en 2015 fue, oficialmente, del 6,9%. Pero eso era en los años en los que la economía china crecía de prisa. Hoy, la reserva de mano de obra desciende debido al envejecimiento de la población. El empleo es un asunto menos importante y, aunque disminuye en determinados sectores, aumenta en otros, sobre todo en los servicios.

Las autoridades promueven un desarrollo menos basado en las exportaciones. ¿No va en contra de los intereses de las élites económicas y políticas?

Las autoridades de las zonas más perjudicadas por los cambios actuales se ven doblemente afectadas. Por una parte, los ingresos de esas provincias dependen de los impuestos que perciben por las actividades de las empresas. Por otra, las autoridades deben reestructurar la economía local. Han intentado aguantar, pero las pérdidas de las empresas son ya demasiado grandes. Las autoridades deben, pues, efectuar una serie de reestructuraciones, que se traducen en despidos, a la vez que mantienen la paz social. Por otra parte, algunos dirigentes políticos locales pueden tener intereses personales en algunas empresas.

¿El objetivo de la campaña anticorrupción lanzada por el presidente Xi Jinping es suprimir las resistencias a sus reformas o eliminar a sus adversarios políticos?

No hay duda de que esta campaña permite a Xi Jinping apartar a algunos de sus rivales, pero su objetivo es mucho más amplio. De hecho, el comportamiento de los funcionarios ha cambiado ya considerablemente, hasta el punto de que se niegan a arriesgarse lo más mínimo y, por tanto, a tomar iniciativas.