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Menos fraude fiscal

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Abril 2013 / 2

Profesor de la UAB, experto en economía del trabajo

Resolver un paro que afecta al 26% de la población no es ni fácil ni rápido. Especialmente, en un contexto en el que se impide a los gobiernos  utilizar muchos de los mecanismos que podrían empezar a resolver el entuerto. Mi propuesta es más o menos la que le di a un colega neoclásico cuando me lanzó el reto que proponemos los radicales en el momento actual. Creo que hay que aumentar impuestos (o reducir la bolsa de evasión) para aumentar el gasto público. Más ingresos públicos generarían empleos directos que cubren necesidades sociales esenciales (educación, sanidad, servicios sociales, cultura) y empleos indirectos en servicios asociados. Le puse el ejemplo de mi barrio, donde una residencia de ancianos recién construida lleva un año cerrada, lo cual impide crear unos 30 empleos y cubrir las necesidades de mucha gente. El dinero público también se puede gastar en garantizar renta a la gente sin ingresos, que la gastarán automáticamente poniendo en marcha el multiplicador keynesiano. El teorema de Haavelmo explica claramente que en situaciones de desempleo cobrar impuestos a los ricos y transformarlos en gasto público aumenta la actividad. Un país como el nuestro, con un nivel de ingresos fiscales que apenas supera el 32% del PIB, tiene mucho recorrido en este sentido, aunque para avanzar hay que superar tanto la feroz resistencia de la gente adinerada como la cultura de la enorme tolerancia con el fraude.  Seguramente una limpieza de políticos corruptos y un nuevo marco de transparencia y participación social son condiciones necesarias para avanzar en esta vía. Sin duda, no resolverá el problema, pero es una opción aplicable sin cambiar el marco general y que puede reforzarse con medidas adicionales de reparto del empleo (orientadas sobre todo a frenar nueva destrucción de éste). Pero hay que ser conscientes de que los problemas van a seguir siendo muy graves si no se produce una quiebra radical de la política económica que imponen la UE y los organismos internacionales, así como la sumisión a los mismos de las élites locales. Luchar por un empleo digno universal implica crear  movimientos sociales con ideas y fuerza para imponer otra racionalidad a la economía.