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Nórdicos / Dos trilogías contra el idealismo

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Julio 2014 / 16

Periodista

Los escritores suecos Maj Sjöwall y Per Wahlöö revolucionaron la novela nórdica con una serie de 10 libros en la que denuncian los fallos de la socialdemocracia en su país. Henning Mankell y Stieg Larsson han continuado la labor de desmontar, desde todos los puntos de vista, el paraíso del bienestar.

La novela negra sueca saca a relucir el lado oscuro de un país aparentemente modélico. A la transparencia y la protección social se le contraponen la corrupción, el odio y el racismo.

ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR

Antes de evaluar los argumentos llenos de misterio de cada una de las novelas negras nacidas en la Escandinavia de sentido amplio (Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia e Islandia), merece la pena detenerse en los arcanos de este género literario en aquella zona del mundo. ¿Por qué muchos de los mejores especialistas del mismo coinciden allí o hacen transcurrir sus tramas en el norte de Europa?, ¿qué tiene de específico esa novela negra en relación con otras? Sociedades y países idealizados, que suelen aparecer en los primeros puestos de las clasificaciones mundiales en transparencia, apertura, limpieza y calidad de la democracia, protección social, bienestar, etcétera, y que son envidiados por los ciudadanos de casi todas las zonas del planeta, tienen su contrapunto, su otro lado del espejo en los contextos de las novelas negras de sus numerosos escritores: racismo, suicidios, violencia sexual, extrema derecha, corrupción empresarial y política, terrorismo solipsista… Cuando escribe de la trilogía Millenium, el nobel Mario Vargas Llosa resume: Suecia aparece en estas novelas como “una sucursal del infierno, donde los jueces prevarican, los psiquiatras torturan, los policías y espías delinquen, los políticos mienten, los empresarios estafan y las instituciones en general parecen presa de una pandemia de corrupción de proporciones fujimoristas”. Cada uno con su obsesión.

ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR

Ese contexto es el que hace que muchas de las mejores obras escandinavas del género, sean novelas políticas en el sentido más profundo del término. Como ocurría, por ejemplo, con los maestros Hammett o Chandler. Sirvan como ejemplo dos autores, de los que la parte principal de su obra son dos trilogías: el criminólogo Leif Persson, y el periodista Stieg Larsson. Persson es el autor de tres libros unidos por un título que desvela su avatar: El declive del Estado de bienestar. En el fondo de cada uno de ellos late un acontecimiento que convulsionó la Suecia de la segunda mitad de los años ochenta y del cual todavía no se ha recuperado: el asesinato de su primer ministro, el socialdemócrata Olof Palme, en Estocolmo, el 28 de febrero de 1986. Una trama, por cierto, que todavía no se ha aclarado en la vida real, casi tres décadas después. Los tres tomos de Persson, mucho menos publicitados y vendidos que los de Larsson, son muy importantes para entender cómo Suecia perdió su inocencia desde aquel tiempo en que ese país pretendía ser el mejor del mundo para la gente corriente. Quizá lo explique mejor que muchos ensayos de teoría política.

Millenium, la trilogía de Stieg Larsson, también se desarrolla en Suecia, aunque algún tiempo después. Es una trilogía contemporánea que transcurre entre Estocolmo y un pueblecito inventado llamado Hedestad. Si el criminólogo Persson se centra en Palme, el welfare y la ocupación de la embajada de la República Federal de Alemania en la capital sueca en la mitad de la década de los setenta (todos hechos reales), Larsson nutre la acción con dos asuntos que comprenden todos los demás: la corrupción empresarial (de Eric Wennerström, dedicado, entre otros menesteres, al comercio de armas) y la cultura corporativa de un grupo familiar (Vanger Corporation, que llegó a tener 40.000 trabajadores), y la violencia sátira de género ejercida por antiguos nazis camuflados en el bienestar nórdico.

El asesinato del primer ministro sueco en 1986 todavía no se ha esclarecido

El criminólogo Persson se nutre de hechos de la realidad sueca que convulsionaron al país

 

Larsson habla de tramas empresariales, violencia de género y nazis ocultos en el bienestar nórdico

Es muy peculiar la personalidad del autor, que cayó muerto fulminantemente de un infarto de miocardio poco después de entregar a sus editores la tercera parte (La reina en el palacio de las corrientes de aire), a los 50 años de edad, sin conocer la amplitud de su éxito mundial. Extrotskista, comprometido con el feminismo y contra el racismo como dos caras de la misma moneda, y debelador de la ultraderecha fascista, Larsson es sobre todo un periodista de investigación que trabaja en una pequeña revista titulada Expo, dedicada sobre todo al análisis de las tendencias antidemocráticas de la sociedad sueca.

Antes de enredarse en su obra magna intentó una adaptación contemporánea del personaje clásico de su compatriota Astrid Lindgren, Pipi Calzaslargas, y es cierto que una de las protagonistas centrales de Millenium, la hacker Lisbeth Salander, puede recordarla en algo. El otro protagonista, Mikael Blomkvist, evoca a otro personaje de Lindgren, el niño detective Kalle Blomkvist. Pero Blomkvist es un trasunto del propio Larsson: periodista de investigación (condenado inicialmente por acusar al corrupto empresario Wennerström con unas pruebas falsas, preparadas por este último para desacreditar al reportero), director dimisionario de la revista mensual Millenium, siempre en apuros económicos, obsesionado por la maldad nazi camuflada en la normalidad de una sociedad rica, hay ocasiones en las más de mil páginas de la trilogía en que es difícil separar al personaje de su autor.

Es difícil encontrar en el género obras tan idiosincrásicas de un tiempo y de un país como las de Persson y Larsson.