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Pato o conejo, pero no ambos a la vez

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Diciembre 2015 / 31

‘SHARING’ tal vez la economía del compartir acabe siendo una economía más tolerable. pero tal vez no sea así

La llamada economía colaborativa evoluciona impulsada por la tensión entre la solidaridad (un sentimiento que no se guía por el raciocionio económico) y la competencia (deshumanizada) en el espacio ficticio del mercado

Se sabe ya de sobra, porque lo vivimos, que la lógica pura del mercado genera desigualdad y desmembra sociedades. La colaboración (la cooperación, la solidaridad) podría ser un ingrediente para reconstruirla. Pero la mezcla de colaboración y economía, de la lógica de la solidaridad y la del beneficio, es problemática.

Finanzas colaborativas: comparten vocación con el sector financiero

Mumford ya decía que las utopías hacen el mundo tolerable

Vayamos por pasos. Como apunta Richard Sennet , la cooperación “es el fundamento del desarrollo humano, en el que aprendemos antes cómo estar juntos que cómo estar separados.” La cooperación, incluyendo la práctica de compartir bienes con el vecino, es mucho más antigua que la economía y que el dinero. Al fin y al cabo, el capitalismo y la economía de mercado son invenciones con apenas tres siglos de existencia. Impuestas, como todas las innovaciones sociales, en paralelo con determinadas relaciones de poder. Por eso, Antonio Baños, en su libelo sobre la econocracia, puede escribir que “la economía no es más que una rama especialmente virulenta del derecho”.

Para Ouishare, una de las organizaciones que lideran el movimiento colaborativo, el objetivo es “construir y cuidar una sociedad colaborativa conectando personas, organizaciones e ideas en torno a la equidad, la apertura y la confianza”. El intento legítimo de añadir a este objetivo la economía, y más aún una economía de mercado, sería una utopía a la que apuntar. A fin y al cabo, como ilustra Lewis Mumford , “son las utopías las que nos hacen el mundo tolerable”. Tal vez la economía colaborativa acabe siendo una economía más tolerable.


MENORES RESTRICCIONES

Pero tal vez no. Porque el objetivo principal de inversores que apoyan  plataformas de Internet para la colaboración o el intercambio es crear nuevos mercados o ampliar los ya existentes, a base de intermediar la oferta y demanda de bienes o servicios infrautilizados (apartamentos, automóviles, bicicletas, herramientas, tiempo de personas en busca de ingresos…). Algunos proponen además reemplazar las restricciones vigentes (todos los mercados tienen regulaciones) por otras con menor fricción, a menudo relajando algún mecanismo de protección social. Casi todos aspiran a capturar (pero no a compartir) la mayor parte posible de las plusvalías que genera su intermediación. No parece que sus valores pasen por la equidad, la apertura y la confianza que proclama Ouishare. Con pocas excepciones, lo que promueven sigue encuadrado en una lógica de libre mercado socialmente problemática. 

La cooperación es muy anterior a la economía, al dinero

Veremos si esto es más que un cambio de intermediarios 

Casi todos los agentes buscan capturar, no compartir, plusvalías

Consideremos, por ejemplo, las propuestas emergentes en el ámbito de las finanzas colaborativas. Su vocación, aunque no sus mecanismos, es la misma que la de la banca minorista tradicional: intermediar entre quienes necesitan dinero y quienes tienen excedentes para invertir o prestar. Apalancan en buena medida sus discursos en las carencias de sobra conocidas de los actuales mercados financieros, de su regulación y de sus intermediarios. Pero podrían acabar cayendo en los mismos vicios.

 

 

VOCACIÓN Y PACIENCIA

La cuestión es, pues, discernir si la economía colaborativa acabará siendo algo más que un cambio de intermediarios y de mecanismos de mercado. Para que la economía colaborativa llegue a ser socialmente disruptiva harán falta también innovaciones sociales de calado en la ética, la regulación, la arquitectura social y las instituciones que articulen la extensión, probablemente ya imparable, de las nuevas prácticas colaborativas. Una tarea para la que muchos adalides de la economía colaborativa parecen no tener vocación, habilidades ni paciencia.

La economía colaborativa es en cierto sentido como la ilustración de la figura. Puede verse alternativamente como economía o como colaboración, como un conejo o un pato, pero no como ambos a la vez. Vemos lo que escogemos mirar. Esa responsabilidad es sólo nuestra.