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Rábanos en Technicolor

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Julio 2013 / 5

Scarlett O’Hara, alzando el puño a un cielo rojizo, es una imagen icónica de cómo rehacerse ante la adversidad. 

A Dios pongo por testigo que no podrán derribarme. Sobreviviré, y cuando todo haya pasado, nunca volveré a pasar hambre, ni yo ni ninguno de los míos. Aunque tenga que mentir, robar, mendigar o matar, ¡a Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre!”. En el capítulo de frases célebres de la historia del cine, el parlamento de Scarlett O’Hara tiene su puesto de honor, y la silueta recortada de Vivien Leigh alzando el puño a un cielo rojizo en glorioso Technicolor se materializa en nuestra cabeza al recordar sus palabras. La nada piadosa dama sureña, invocando a Dios (que no rogándole) después de hurgar en la tierra roja de Tara para desenterrar un rábano, cuando el viento ya se ha llevado por delante la economía del esclavismo en su plantación de algodón, es una imagen icónica de cómo rehacerse ante la adversidad.

Lo que el viento se llevó.

La crisis era un asunto que la madre de Scarlett, la escritora Margaret Mitchell, conocía muy bien. Su novela Gone with the Wind (Lo que el viento se llevó, 1939) se convirtió en best seller en los Estados Unidos de la Gran Depresión. En sus páginas buscaron refugio quienes lloraban aún la derrota del Sur y la pérdida del rancio concepto de señorío.  Pero no es menos cierto que también se ganó a un público que poco o nada tenía que ver con la nostalgia sureña. La novela primero y la película después tenían en su protagonista, Scarlett O’Hara, un personaje suficientemente complejo para reflejar sueños y frustraciones sin condicionantes de edad, nacionalidad, sexo o estrato social. Ambiciosa y egocéntrica, pero también valiente, fuerte y orgullosa, sigue siendo un referente cuando uno desfallece ante los números rojos de su cuenta bancaria y ve como una ventisca huracanada arremolina las enaguas de la economía casera y ajena.

Es un referente cuando uno desfallece ante los números rojos de su cuenta bancaria

El terciopelo verde deja impasible al banquero que nos colocó preferentes

En plena debacle de Tara, Scarlett decide pedir dinero a Rhett Butler, el hombre que la ha estado cortejando sin cesar. Si Rhett la desea, ella está dispuesta a venderse por un puñado de dólares y convierte el cortinaje de terciopelo verde del comedor en un precioso traje para ir a pedirle limosna vestida como una reina. Pero la transacción fracasa. ¿El motivo? Algo así como si Rhett tuviera los millones en Suiza y a Hacienda pisándole los talones, así que Scarlett cambia rápidamente de objetivo: el novio de su hermana. ¿Su atractivo? Se dedica a la construcción en un país devastado. Vivien Leigh tiene aquí uno de sus mejores momentos: su mirada golosa recorriendo el aserradero y su mutación, en un parpadeo, en gatita presumida para conseguir la mano de su propietario. Scarlett renace por su nulo respeto a las normas, capaz de explotar a blancos y negros por igual. Una conclusión parecida a la que, desde una óptica muy lejana a la era dorada de Hollywood, llegaba la protagonista de It’s a Free World (En un mundo libre, 2007), del británico Ken Loach, otra mujer de rompe y rasga que pasaba de explotada a explotadora al mando de una empresa de trabajo temporal.

Ante la crisis, difícil es predicar el ejemplo de Scarlett a rajatabla, digerir la nostalgia de algo tan atroz como la esclavitud, pasarse a la especulación del ladrillo porque aquí el “buen pino de Georgia” no prolifera en la construcción, o asumir que para renacer de las cenizas se tiene que pisar al prójimo. La realidad nos ha dejado también claro que el terciopelo verde deja impasible al campechano banquero que nos colocó preferentes o al empresario que nos señala la puerta. Más fácil y recomendable es quedarse con la esencia, la fortaleza para no amedrentarse esperando, quizá, que “mañana será otro día”.

 

FICHA

Gone with the wind (Lo que el viento se llevó). 

Director: : Victor Fleming, George Cukor, Sam Wood; 1939

Reparto: Vivien Leigh, Clark Gable, Olivia de Havilland, Leslie Howard, Hattie McDaniel,Thomas Mitchell, Barbara O’Neil, Butterfly McQueen, Ona Munson, Ann Rutherford, Evelyn Keyes, Mickey Kuhn