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Octubre 2014 / 18

Intercooperación, la gran apuesta de la economia social para afrontar la crisis

ECOS Sede del grupo cooperativo Ecos. 13 empresas de economía solidaria. FOTO: EVA SANLEANDRO

La intercooperación, la cooperación entre cooperativas y/o con otras empresas de economía social, se ha vuelto un tema tan básico para las entidades del sector, que es un módulo esencial de los cursos de emprendeduría. Lo que tienen claro las empresas de economía social es que si no colaboran en muchos casos, puede que no sobrevivan.

“Me he dado cuenta de que hace falta enredarse”, dice Alain Vigier, de la asociación francesa Oleo Déclic, que recicla aceite usado. Alain es un emprendedor que, gracias a una red de organizaciones formada a través del proyecto europeo Pactes, conoció entidades de economía social y solidaria en España, Bélgica, Francia y Alemania. “En Madrid había una iniciativa parecida a la mía. Me ha gustado mucho. Sus problemas son los míos, y hemos aprendido de nuestras sinergias. He comprendido que no hay que estar solos”.

Además de conocer experiencias, las empresas pueden apoyarse comprando productos que sean cooperativos, que respeten unas normas básicas éticas, compartiendo gastos, o poniendo en común vías de distribución.

Existen varios canales de intercooperación; iniciativas como el geodirectorio de empresas cooperativas andaluzas, o el MercaErkide, la plataforma comercial de las empresas cooperativas vascas, o el proyecto gallego con directorio Intercooperar.

 

INTERCOOPERACIÓN FORMAL

A esas plataformas y otros acuerdos informales se suman las fórmulas empresariales formales, es decir, con instrumentos jurídicos que las avalan.

Las fórmulas más comunes son las federaciones, las cooperativas de servicios, las integrales (o mixtas), las cooperativas de segundo grado y los grupos cooperativos.

Las federaciones o asociaciones son las que implican menos compromiso formal: normalmente se paga una cuota y cada cooperativa o entidad decide hasta qué punto quiere implicarse. Ejercen una presión conjunta a favor del sector y generan acuerdos concretos que pueden ser directos e incluso llegar a implicar la viabilidad de una empresa. Por ejemplo, en Murcia, después de una puesta en común de las ofertas y las demandas, entre la Unión de Cooperativas de Trabajo de Murcia (Ucomur) y la Federación de Cooperativas Agrarias de Murcia (Fecoam), la cooperativa de trabajo Envases Calasparra pudo subsanar la pérdida de clientes con pedidos de entidades de Fecoam.

Luego están las cooperativas de servicios. La característica básica es que son entidades y/o personas (pueden ser autónomas) que forman una cooperativa para obtener un servicio determinado. Por ejemplo, el Mercado Social de Zaragoza es una cooperativa de servicios formada por un grupo de cooperativas y entidades de economía solidaria que se autoabastecieron de servicios de comercialización. En el caso de Madrid, el Mercado Social se está formando bajo la fórmula jurídica de cooperativa mixta (en algunas comunidades autónomas se le llama “integral”). Se autoabastece de servicios comerciales, pero también aceptará, entre otros, socios de consumo.

En el caso de la cooperativa de segundo grado hay una implicación todavía mayor. Están formadas por varias cooperativas y entidades, y hay un capital social inicial por cada una de ellas. Se unen para prestar servicios o desarrollar fines económicos comunes a las entidades que la forman. Por ejemplo, la cooperativa Taller Escola Barcelona (Teb), que está integrada por personas con discapacidad intelectual, está formada por Teb Solucions, Teb Barcelona, Teb Vallès, Teb Habitatge, Teb Verd y Teb Gestió.

Por último, están los grupos cooperativos: además de la actividad cotidiana, existen en ellas unas cuentas compartidas. Se puede contratar gente en común y/o espacios comunes y reúnen sus facturaciones hasta obtener un balance consolidado. Están formadas por cooperativas, como es el caso del Grupo cooperativo Cajamar, compuesto por 20 cajas rurales diferentes, todas ellas cooperativas de crédito.