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Diciembre 2014 / 20

Director de OXFAM Intermón para AL y el Caribe

Análisis. Un nuevo ímpetu se abre paso ante la desafección.

El año 2015 tiene que ser un hito para varios procesos globales que marcarán nuestro futuro planetario. Los más importantes son las negociaciones sobre cambio climático, y su principal cumbre se celebrará en el Perú en dos semanas, la llamada COP20, que contará con la participación de 195 países. Por otro lado, la evaluación sobre el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que se realizará a finales de 2015. Algunos de los principales objetivos han sido cumplidos hace algunos años en América Latina, especialmente los que tienen que ver con la reducción del hambre. Esta ha podido ser la razón por la cual sorprendentemente no ha habido un gran debate en la región. No ha sido una herramienta utilizada para incidir ante los gobiernos, principales responsables de su cumplimiento. Los movimientos sociales, gobiernos, principales organismos multilaterales y ONG han discutido especialmente sobre temas medioambientales, criminalidad, desigualdad, soberanía alimentaria y derechos de la mujer.

El debate sobre los objetivos post-2015 sí ha cogido más fuerza, y ahí, un país latino-americano de influencia media, Colombia, ha sido el que ha ejercido un peso global de relevancia. Este país ha conseguido situar los Objetivos de Desarrollo Sostenibles dentro del debate global, que como el nombre indica, dan un peso mucho mayor a la sostenibilidad del planeta. Estos objetivos fueron aprobados después en la Cumbre de Río + 20.

Conseguir unos nuevos objetivos que contribuyan a no sobrepasar los límites planetarios será de vital importancia para los próximos 15 años y América Latina está desempeñando un papel fundamental en el debate. A la desafección que han tenido los Objetivos del Milenio en la región esperemos que le siga un período de influencia regional para conseguir aprobar unos nuevos objetivos a la altura de los retos planetarios. Para ello se requerirá la habilidad de Colombia, el músculo diplomático de México y Brasil y la coordinación de los países a través de los actuales órganos de integración, ya sea Mercosur, Unasur, Alba o la Alianza del Pacífico. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible serían, sin duda alguna, una excelente propuesta.