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París tiene su primer ‘súper’ cooperativo

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Mayo 2018 / 58

Híbrido: En La Louve, primer supermercado cooperativo y participativo de la capital francesa, los clientes son dueños y trabajan como voluntarios.

Productos agrícolas. FOTO: THIKSTOCK

Quienes rodean con frecuencia a Alban Ouahab no se sorprenden de su interés en La Louve, el primer supermercado cooperativo y participativo de París, que es propiedad de sus clientes. "Mis abuelos son agricultores. Esta circunstancia explica seguramente que me atraigan las formas alternativas de producción y de consumo", explica este doctorando en gestión a la Europe Business School, una de las grandes escuelas de negocios de Francia. A sus 27 años, Ouahab ha dedicado su tesis al último fruto nacido del consumo colaborativo.

El proyecto de La Louve, madurado desde el año 2011, lo han impulsado Tom Boothe y Brian Horihan, dos neoyorquinos afincados en París. Cuando la iniciativa consiguió la financiación necesaria para abrir sus puertas en otoño de 2016, en el distrito XVIII de la capital francesa, ya hacía dos años que Alban Ouahab era socio de esta cooperativa atípica.

En el proyecto cruza el cooperativismo de consumo y el de trabajo

Los productos tienen descuentos de hasta el 40% para los socios

Atípica, ¿por qué? Para poder comprar en el establecimiento (y para poder tener acceso a sus precios con descuentos de entre el 20% y el 40% en comparación a los de la gran distribución) no solo hay que hacerse socio de La Louve, lo que supone un desembolso de 100 euros. También hay que trabajar al menos durante tres horas al mes como voluntario en la cooperativa. Las tareas que se pide a las personas voluntarias son variadas. Puede tratarse de llenar los estantes, de descargar mercancía de los camiones o de encargarse de cobrar en caja. "La Louve innova, puesto que es un híbrido de dos modelos históricos: el de las cooperativas de consumidores y el de las cooperativas de trabajo", resume Alban Ouahab. De este modo, se entierra la distinción habitual entre los clientes-consumidores y los trabajadores-cooperativistas. En La Louve, cada persona a la vez es cliente y miembro de la cooperativa, así como participante en la gobernanza de la entidad bajo el principio de una persona, igual a un voto. Invierte, además, en la gestión, mediante su trabajo como voluntario... o asalariado en algunos casos. Seis personas han sido reclutadas para garantizar que el establecimiento funcione. La Louve abre seis días a la semana, desde las 9 de la mañana hasta las 21 horas. Y los domingos, de 8.30 al mediodía.

 

BROOKLYN, EL MODELO

Esta experiencia se inspira en el modelo de la Park Slope Food Coop, nacida en Brooklyn hace 44 años y que ha dado resultados. "De todas las cooperativas alimentarias nacidas en los años setenta, es la única que ha arrancado el compromiso del trabajo efectivo por parte de sus socios", remarca Alban Ouahab. El trabajo voluntario cubre el grueso del total de horas trabajadas (entre el 80% y el 85%); sin él, la ecuación económica no cuadra. Con gastos mínimos de personal e inversiones insignificantes en publicidad, La Louve puede aplicar tarifas reducidas. Sobre todo porque no obtiene ningún beneficio.

Disponer de un marco para el trabajo voluntario es cuestión de supervivencia. Antes de consumir, cada socio voluntario debe demostrar que está al corriente de las horas mensuales que debe. Además, la actividad se apoya en procedimientos escritos que estandarizan el trabajo y responden a la normativa de seguridad alimentaria. Cómo llevar la caja, cuáles son los requisitos sanitarios antes de cortar un trozo de queso. Hay instrucciones para todo. "El funcionamiento muy burocratizado está al servicio de esta organización democrática a gran escala y de sus ambiciosos socios", concluye Ouahab. Quince meses después de su apertura, La Louve cuenta con más de 6.000 socios y se ha convertido en mascarón de proa del movimiento de los supermercados colaborativos.