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“Vienen cambios imparables y hay que ser abiertos” // Michel Bauwens

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Diciembre 2015 / 31

Entrevista

Michel Bauwens

Teórico del procomún y las nuevas tecnologías

El profesor sostiene que la izquierda debe repensar el mundo con las redes globales

“Vienen cambios imparables y hay que ser abiertos”

Bauwens es uno de los grandes impulsores de la economía colaborativa y el software libre. Experto en nuevas tecnologías, participa también en foros por la economía solidaria, en la búsqueda de una sociedad más justa. En esta entrevista responde sobre los peligros y contradicciones de las nuevas tendencias. 

FOTO: MARIANA VILNITZKY

¿Qué pasó con el Flok Society de Ecuador? ¿No iba a cambiar el mundo?

Ecuador casi no tiene industria, depende de recursos físicos, y alguna gente en la Secretaría de Innovación de Ecuador lo quiso cambiar por unos recursos inmateriales, pero infinitos, como es la sociedad del conocimiento. Nos contrataron para crear una estrategia y lo hicimos a través de la democracia participativa. Tuvimos 24 talleres provinciales, unas 70 consultas con organizaciones de la sociedad civil. Hicimos una síntesis y lo colocamos online. Cada uno de los documentos legales que se fueron generando tuvo unas 80 intervenciones, y luego se elaboró un resumen.

¿Qué descubrieron? 

La economía colaborativa, libre y para el bien común, no es muy común por allí. Tienen la economía orientada por los indígenas, pero en un país que está creciendo en vez de decrecer esto es una debilidad: la gente se vuelve clase media y abandona estas prácticas. 

La gran economía urbana del bien común tampoco la tienen. El Gobierno tenía sentimientos contradictorios sobre esto, y en la práctica la mayor parte de las propuestas se quedaron varadas en la burocracia. Al final optaron por una economía todavía más extractiva y acuerdos con compañías mineras.

Hay un alcalde, del distrito de Sigchos, una comunidad rural de 20.000 personas, el 70% de ellas indígenas y campesinos, muy entusiasmado por la “agricultura libre”. Los campesinos pueden compartir semillas, hacer sus propias máquinas con “diseños libres”, y conectar a agricultores indígenas con la cultural digital global.

Pero eso no va a cambiar la economía.

No. Pero puede tener un impacto local. Además, aunque la idea inicial no funcionó, es la primera vez que hay tanta gente trabajando junta por tanto tiempo, todos creando una estrategia integral hacia la cultura del procomún [la economía de trabajar juntos por un bien común]. 

Es una experiencia base que se amplía. Por ejemplo, en Grecia no están en democracia porque tienen que cumplir sus acuerdos con Europa. Pero paradójicamente, esto significa que la única manera de salir adelante es el procomún. 

¿Qué quiere decir con esto?

Si no puedes hacer nada desde lo político, ¿qué haces? Nosotros ideamos un plan al que llamamos “Plan C”: hicimos seminarios y talleres con gente de Syriza y para otras personas. Ahora el viceprimer ministro tiene un equipo trabajando en una estrategia del procomún. [El primer ministro griego Alexis]Tsipras hace poco dijo que basará en esto su estrategia para hacer resurgir la economía griega. ¿Cuán serio será? Lo veremos...

En Ecuador también se había hablado mucho del asunto y después...

Puedes hacer una máquina, llamarle “procomún” y crear la idea de que algo está pasando. La diferencia es que en Grecia no tienen salida. La gente sólo puede innovar. No es sólo el gobierno, también son las organizaciones de la sociedad civil movilizándose en torno al Plan C. Hemos creado una página —commonstransition.org— para desarrollar políticas y proyectos en este sentido. 

Hablando de compartir: ¿es Uber o Airbnb economía colaborativa? 

Debemos distinguir dos cosas. Una es la economía del procomún de consumidor a consumidor (peer to peer)  y la otra es una economía de intercambio, de consumidor a consumidor. La economía del procomún de consumidor a consumidor es la del software libre, del wiki, sistemas en donde todos pueden contribuir hacia una fuente compartida. Pero alrededor de esto hay una economía enorme.

¿Quién paga?

Compañías como IBM pagan para que se desarrolle el software. La única diferencia es que el resultado de ese desarrollo se pone en común con otra gente. Toyota y Tesla pusieron la información técnica de las baterías en abierto…

Por cierto, leí que los trabajadores de Tesla tenían muchas quejas sindicales: no les daban vacaciones, no tenían derechos sociales... todos esos derechos laborales ganados guerra tras guerra se están haciendo trizas en Sillicon Valley.

Responderé sobre eso. Pero quisiera antes aclarar que existe una economía alrededor de productos compartidos. En Estados Unidos esto es el 1,6% del PIB. Hay 70 millones de trabajadores en el sector. La razón por la que las empresas quieren compartir es porque mutualizan sus inversiones. Las compañías de software, incluso las empresas normales, necesitan muchas veces crear software. Quince años atrás todos lo hacían de forma separada, y necesitaban invertir mucho dinero. Al final duplicaban los productos. Hoy IBM, con Linux, comparte la información y se multiplica la creatividad. Así, logra ahorrar un 90% en infraestructuras. 

La segunda economía es la del intercambio consumidor a consumidor, donde se permite a la gente no crear procomún, sino intercambiar lo que tienen. Ahí es donde entran Uber o Airbnb. Permiten que personas comercien libremente entre ellas. Lo bueno de eso es que hay una mutualización. Antes de las redes, algunos de esos productos o servicios quedaban inutilizados. Hoy los estamos aprovechando. Un coche compartido ahorra entre 17 y 24 coches privados. Como humanidad es importante que hagamos este tipo de mutualización. La pregunta es ¿quién lo hace y para qué? Lo que quieren quienes lo promueven es extraer valor. Se llevan unos honorarios sustanciales. No son malos por lo que hacen, son malos por cómo lo hacen. Necesitamos alternativas económicas, como plataformas de cooperativas. Por ejemplo, el movimiento de consumo de soporte a la agricultura. Sólo en Italia hay alrededor de 200 sistemas para hacer pedidos. La gente que quiere un cambio, que compra comida orgánica, si no mutualizara su infraestructura pagaría doce veces más caro. Debemos utilizar estos modelos para el beneficio de los trabajadores y de los consumidores en vez de para compañías privadas. 

Ahora es fácil que los empleados pierdan.

Veo un problema en gente progresista que quiere defender viejas ideas y prácticas, y se vuelven conservadoras. Esa es la paradoja que el capital entendió mucho mejor que nosotros. El beneficio de la mutualización del conocimiento y de la infraestructura. Hoy existe un comunismo del capital. Hay un libro que se llama Reinventando las organizaciones y está lleno de ejemplos de grandes compañías usando la cooperación. Sólo para poner un ejemplo de mala manera ¿qué es lo que quieren los sindicatos? Trabajo para todos, y un contrato de trabajo es un contrato de subordinación. Lo que están di-ciendo es que quieren que todo el mundo esté subordinado. Mucha gente hoy no quiere trabajos de este tipo.

Supongo que usted es consciente del enorme peligro de perder todos los derechos que hemos conseguido.

Sí. El problema para mí es que todos estos derechos están ligados a los trabajos. Hemos creado este mundo donde si quieres ser autónomo no tienes derechos. La solución no es dar trabajo para todos, sino ingresos para todos, y dar libertad a la gente para que cree su vida alrededor de lo que se siente más apasionada. Necesitamos no sólo bienestar social, sino también bienestar del procomún. No digo que deberíamos abolir el bienestar social, sino que deberíamos tener también un segundo sistema. ¿Por qué no tenemos la misma protección si no tenemos un trabajo? Tenemos que ampliarlo. Uber o Airbnb deberían ser forzados a  hacer lo mismo que hacen las compañías normales: dar a quienes trabajan con ellos seguridad social y protección en salud. 

En España no es lo mismo que en Estados Unidos. Incluso los autónomos tienen seguridad social y acceso a la salud... Pero las horas que trabajan se pueden volver eternas… no hay vacaciones...

Creamos una tecnología que tiene todo tipo de potencialidades. El capitalismo no está capacitado para aprovechar ese potencial honestamente. Tenemos que construir unas formas sociales que encajen con el nuevo potencial, y no que lo rompan. Por eso necesitamos que el movimiento progresista entienda esto. Los conductores de Uber han planteado un juicio en California y básicamente dicen: “Nosotros somos trabajadores de Uber”. Paradójicamente están diciendo que quieren estar subordinados. Tal vez algunos conductores de Uber no lo quieren. Prefieren libertad para trabajar un día cuatro horas y muchas otro día. No entiendo por qué esa gente debería ser castigada.

Gran peligro. Lo perderemos todo.

No digo que sea fácil, pero es así. Imaginemos que hay cada vez más agua en el mundo. Una de las posibilidades es crear muros de contención, cada vez más altos. Es una estrategia defensiva.

Entonces construyes ciudades flotantes.

Eso o canales que crucen ciudades... lo que quiero decir es que hay otra mirada. Los cambios que vienen son imparables y hay ser abiertos y creativos. 

“Un contrato de trabajo es, paradójicamente, un contrato de subordinación” 

“La solución no es dar trabajo para todos, sino ingresos para todos”

¿Cómo podemos asegurar las pensiones en ese nuevo mundo? ¿Tener vivienda accesible? ¿Recuperar salarios?

En viviendas están las Community Land Trusts, una mirada común sobre la tierra. Básicamente tú compras u obtienes la tierra de alguna manera, y luego la quitas del mercado especulativo. Si vives allí, tienes garantizada una renta accesible para el resto de tu vida.

Pero hay que tener la tierra, y normalmente para que sea accesible, la da el Estado...

Sí. No es una cuestión sólo económica, es política social. En Reino Unido, el 0,06% de la población es dueña de la mitad de la tierra. No lo podemos resolver sin luchas políticas. Pero como comunidad, a un nivel macro, tú puedes encontrar todo tipo de vías para obtener tierras, para mutualizar las tierras. En Alemania tienen cooperativas de vivienda ejemplares. 

Sobre el procomún del dinero, también la parte política juega un papel importante. Actualmente el 96% de la creación de dinero la hacen los bancos, al crear crédito. Luego hay que pagar intereses que nos fuerzan a crecer, se produce una esclavitud de la deuda, etc... Hay una cuestión política, y mucha gente dedicando tiempo a crear el dinero procomún. En Inglaterra se llama “dinero positivo”. Hay gente trabajando en crear una reforma del sistema monetario. También están las monedas complementarias y las monedas virtuales. Eso sí, soy muy crítico con bitcoin. Es un diseño hipercapitalista, pero hay “monedas justas”. 

Algo muy marginal.

Lo es, pero crece de forma exponencial. En tres años, por ejemplo, el número de grupos de Comunidades de Soporte de Agricultura en Bruselas subió de 4 a 88. Los bancos del tiempo en Catalunya pasaron de 8 a 400. El número de espacios de coworking en Barcelona, de 3 a 50. Los espacios hackers en Viena, de 1 a 15, y hay una red rural. No quieren crecer de la vieja manera, haciéndose grandes, sino por réplica. 

Lo han hecho sin apoyo político.

Tenemos que cambiar todo el sistema, y esto se logra sólo con acción política. Pero es una combinación. Si llegas a la política y no sabes qué hacer, no harás nada. Necesitas ejemplos, y los hay, no sólo en la izquierda. En Utah han creado una ley que prohíbe los apartamentos vacíos.

¿Utah? Un estado muy conservador.

Sí, y con esta ley bajaron el nivel de personas sin hogar al 2%. Un apartamento no puede estar vacío por más de tres años. 

¿Cómo podemos luchar contra quienes en realidad gobiernan el mundo, que son grandes corporaciones como Blackstone? 

Inicialmente puede que tengamos que comprarles tierra... u ocuparla. Hay gente con dinero que lo mutualiza para comprar tierras entre todos. 

En general eso es difícil. Rige la especulación y la represión.

Difícil, depende de dónde te ubiques.

Si trabajas en la ciudad…

Sí. Pero creo que habrá una rerruralización. En España hay una web que muestra 505 pueblos vacíos, en venta.

Nadie quiere ir ahí, por eso están vacíos.

Cierto. Pero ¿y qué tal si repensamos qué es un pueblo? Estamos pensando ya en cómo construir pueblos globales, en diseñar pueblos conectados. Puedes crear una comunidad que tenga un pie en un área rural y que genere actividad económica en la ciudad. En Alemania fui a un pueblo rural en donde inventaron un sistema de muebles de música, como una silla que hace música. Les va muy bien. Con eso, pudieron comprar también un lugar en la ciudad. Y ahora viven entre la ciudad y el campo. Van a la ciudad al cine y a todo lo que tengan que hacer y luego vuelven a la comunidad. 

¿Cuál es la participación de las mujeres en esa innovación tecnológica y sociedad? 

Si se mira desde el software libre, es un mundo masculino. No sé muy bien por qué, pero hay filtros por los cuales no hay muchas mujeres estudiando tecnología. Eso se refleja luego. Supongo que necesitamos trabajar en ello. Pero si miramos al hardware libre nos sorprenderíamos porque las mujeres lo lideran. Hay un número sustancial de ellas. 

Parece que usar estas nuevas tecnologías es gratis, pero no lo es. Ellos usan información sobre nosotros. ¿Cómo podemos asegurarnos de que no nos espían?

Necesitamos nuevos derechos y libertades. Al estar online, generamos datos. El problema no es que compartamos. El problema es que ellos privatizan nuestro compartir. No sé cómo ha sido la historia con el correo normal, pero hemos obtenido el derecho de que las cartas que se envían no puedan ser vistas. Entonces ¿por qué no tenemos esto en los datos electrónicos? Falta que nos despertemos.

VISIÓN DE FUTURO El equipo que trabaja con Bauwens ya está pensando en crear pueblos globales, conectados unos con otros, en el campo y la ciudad.  FOTO: MARIANA VILNITZKY

PERIODISMO

“Si se comparte la información, se pueden crear servicios alrededor”

 

Parece que con las nuevas tecnologías libres, también está la cultura del todo es gratis. En nuestra revista no damos todo el contenido gratis.

No creo que debamos poner límites físicos para que la gente no pueda compartir, ni represión legal. La industria de la música trató de hacerlo, y no funcionó. La gente está haciendo ahora más música que hace diez años. Y los músicos ganan más dinero, a pesar de que las grandes compañías no están bien. 

En el caso del periodismo, se puede dar la información gratis, pero alguien paga por el trabajo. Si no es la gente, es la publicidad, que silencia…

Lo sé. Se pueden hacer dos cosas. Una es mirar hacia los Open Business Models, gente que se da cuenta de que es muy difícil cobrar por “bienes abandonados”. Si se comparte la información, se pueden crear servicios alrededor. Por ejemplo, IBM, que tiene Linux: trabajan con Big Data y Open Data. Y construyen modelos de negocio. 

La otra es la relación con los lectores. La gente apoya. Hay un sitio francés de arte que se llama Hamaca. Crearon un mecanismo de suscripción donde, por ejemplo, 500 personas pagan 30 euros al año para que los artistas puedan hacer su trabajo. A fin de año tienen un gran festival de muestra.

¿Cómo imagina este cambio en el periodismo? 

Los modelos de The Guardian, con participación de los periodistas y los lectores, es ejemplar. O que la gente pague una tarifa que permita trabajar. O con algún tipo de embargo, un mes o dos, con un privilegio para quien paga. Y después, es libre. 

 

REPÚBLICAS TRANSNACIONALES

“La sociedad civil local puede trabajar a escala global”

 

Usted mencionó la necesidad de formar repúblicas transnacionales. ¿Pude ahondar un poco?

Por un lado la gente está tejiendo raíces en su territorio, porque tenemos que vivir en un lugar, y tenemos vecinos, y colegas. Pero las redes nos están poniendo en un segundo nivel, que es de afinidad. Hay territorios simbólicos o virtuales. Por ejemplo, en España, en el País Vasco, está Lasindias.net, es una cooperativa abierta global. También está la Peer to Peer Foundation y otras. No somos locales. Podemos trabajar juntos. Y eso es otro nivel de organización que ni siquiera existe en el mundo todavía.

¿Necesitaremos construir un gobierno transnacional?

Hay mucha gente intentando crear naciones virtuales, pero no creo que debamos copiar. Es más la idea de que la sociedad civil local puede trabajar junta a una escala global, y no hablo sólo de ONG. Estoy hablando de comunidades informales, productivas. Hay un nuevo nivel de cooperación, que no es sólo ciudad, región, país, continente, mundo. Son ciudadanos del mundo trabajando conjuntamente, transversalmente.