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Felices consumidores

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Marzo 2015 / 23

Periodista

Es una lástima, se dice a veces, que los ciudadanos se hayan visto degradados a la condición de consumidores. La queja resulta discutible. Ojalá a los ciudadanos se les tratara como a consumidores. Como a ciertos consumidores, al menos.

Pongamos como ejemplo a los ciudadanos griegos. Pese a su propensión al nacionalismo, dudo que ninguno de ellos eligiera nacer en Grecia. Salieron griegos como podían haber salido neozelandeses. Cuando se descubrió que las cuentas públicas eran falsas, que Grecia vivía en recesión casi permanente y que era imposible hacer frente a los pagos de la deuda soberana, la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional concedieron créditos de rescate. Créditos a devolver, por supuesto. La troika, que ahora prefiere hacerse llamar las instituciones, exigió a los ciudadanos griegos, directamente culpados del desastre, que se sacrificaran todo lo necesario en aras de la solvencia y la restitución íntegra de lo prestado. A los auténticos responsables, políticos griegos, instituciones europeas y banca internacional, no se les dijo nada.

Un ejemplo de consumidor es el cliente de Bankia. No el accionista, no el tenedor de preferentes: el simple depositante, esa persona que un día decidió tener su dinero en esa entidad y no en otra. Cuando se descubrió que Bankia era insolvente, una quiebra completa, la troika concedió créditos de rescate parecidos a los de Grecia y el Gobierno español saneó la entidad, en gran parte a fondo perdido. Por supuesto, a nadie se le ocurrió que Bankia pudiera sobrevivir con una deuda impagable, ni mucho menos que los clientes de Bankia tuvieran que cargar con ella, aunque hubieran recibido hipotecas por encima de sus posibilidades o remuneraciones exageradas. Si algún día hubiera culpables, lo cual habrá que ver, serían los dirigentes. La deuda de Bankia tendrá que pagarla también el contribuyente, es decir, el ciudadano.

El consumidor es inocente y tiene sus derechos. El ciudadano puede ser inocente, pero acaba siendo responsable. En cuanto a los derechos del ciudadano, vayan a Grecia y pregunten.

ILUSTRACIÓN: DARÍO ADANTI