Te quedan 1 artículos gratuitos este mes.

Accede sin límites desde 55 €/año

Suscríbete  o  Inicia sesión

Economía para el 99% de la población // La economía no es ciencia...

Comparte
Pertenece a la revista
Septiembre 2015 / 28

Divulgación: Si no queremos ser víctimas pasivas de las decisiones de otros, conviene que sepamos algo sobre los distintos enfoques de la economía.

Economía para el 99% de la población
Ha-Joon Chang
Debate, 2015
458 páginas Precio: 24.90 € 

Políticas y conceptos como la deslocalización de una industria a un país con costes inferiores, la implantación de un salario mínimo para cualquier trabajador, la necesidad de construir un sistema público de pensiones o el invento de  la Seguridad Social se sostienen sobre alguna teoría económica que los justifica. En la medida en que las decisiones sobre dichas cuestiones nos afectan, el economista coreano Ha-Joon Chang no sólo intenta concienciar a sus lectores de que ser un actor económico activo  nos conviene. Para facilitarnos la tarea, Economía para el 99% de la población propone un cuadro comparativo voluntariamente esquemático y simple  entre nueve escuelas económicas distintas. El cuadro permite  distinguir a un economista clásico de uno neoclásico, entender los espacios comunes que pueden compartir marxistas, keynesianos y clásicos, cotejar la concepción del mundo —compleja e incierta— de los economistas conductistas frente a la certidumbre de clásicos y marxistas o yuxtaponer propuestas de política económica —proteccionistas e intervencionistas,  planificación central, favorables al libre mercado...—. No parece tanto una lección para aprender de memoria como una aproximación a la economía en tanto que reflejo de ideas políticas, y no como una ciencia que permite elegir lo correcto de lo erróneo, pese a que el neoliberalismo lleve más de tres décadas en boga.

El libro está organizado en distintos niveles de lectura, pero en su viaje, el autor repasa la historia del capitalismo y reflexiona sobre cuánto ha cambiado desde que Adam Smith se mostrara partidario de una mayor división del trabajo. Por el camino, descubrimos hechos sorprendentes como el fuerte crecimiento de la renta per cápita en la Unión Soviética entre 1928 y 1938 o los efectos potencialmente negativos de la inversión extranjera para la economía del país que la recibe.