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La barbarie deportiva // Espectáculo y capitalismo

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Julio 2014 / 16

Una crítica sin concesiones al Mundial y las Olimpiadas.

Pocas cosas generan tanta excitación como los Juegos Olímpicos y el Mundial de Fútbol. Para bien, como vemos y escuchamos cada día a nuestro alrededor, pero también para mal, como muestra el arquitecto francés Marc Perelman en La barbarie deportiva. Crítica de una plaga mundial, editado en inglés y francés coincidiendo con los Juegos de Londres de 2012 y ahora oportunamente recuperado en español por Virus Editorial en el contexto del Mundial de Brasil.

La barbarie deportiva
Marc Perelman
Virus Editorial, 2014
217 páginas Precio: 23 €


Perelman hace un recorrido por la historia del deporte profesional bien equipado con las herramientas analíticas de la izquierda alternativa, poniendo el foco en el elemento básico de la propaganda y contextualizándolo en el sistema hegemónico, que hoy es, naturalmente, el capitalismo globalizado.

La crítica va mucho más allá de eso de que el fútbol o los fastos deportivos son el nuevo opio del pueblo: “El fútbol ha sido uno de los principales vectores de esta globalización porque sintetiza todo lo nuevo que el capitalismo contemporáneo es capaz de desplegar: el espíritu de empresa y del empresario competente unido a una capacidad de comunicación a todos los niveles —gracias a la potencia irradiante de la televisión (Berlusconi en Italia, Bouygues en Francia) y ahora de Internet— y la obtención de resultados financieros en tiempo récord”.

El análisis es implacable, sin concesiones y negativo en un sentido totalizador, sin la más mínima rendija, en la medida en que asocia el “deporte-espectáculo” al dinero, la violencia y el dopaje; además, como elementos consustanciales.
El libro es una crítica global a la raíz del engranaje y de tan superestructural es incapaz ni siquiera de intuir la emoción que puede generar el deporte en personas inteligentes y de sentido crítico. Merece la pena leer los argumentos de Perelman, pero los que se emocionan viendo el Mundial seguirán emocionándose igual.