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La situación del mundo 2013 // “Sosteniblablá”: el problema de que todo sea “sostenible”

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Octubre 2013 / 7

El prestigioso informe anual del WorldWatch Institute se muestra especialmente pesimista en 2013.

La situación del mundo 2013.
Worldwatch Institute
Varios autores
Icaria Editorial, 2013
663 páginas Precio: 39 €

El WorldWatch Institute, que fundó Lester R. Brown —uno de los académicos de referencia del ecologismo—, publica desde 1984 un informe anual que repasa las constantes vitales de nuestro planeta desde una perspectiva multidisciplinar, pero con un importante componente económico. Debería ser un libro de referencia no solo para el activismo ecologista, sino para los ciudadanos en general y los economistas en particular, puesto que el exhaustivo informe aporta datos, cifras y miradas que no suelen tener cabida en la ortodoxia y que, sin embargo, son de enorme utilidad, con independencia de que se asuma o no el paradigma ecologista sobre el que está construido.

La situación del mundo 2013’, que acaba de llegar a España de la mano de Icaria Editorial en colaboración con Fuhem Ecosocial, describe a lo largo de más de 600 páginas un panorama poco alentador ya desde el mismo título: ¿Es aún posible lograr la sostenibilidad?

La pregunta es inquietante porque implica pasar de denunciar un problema a advertir que quizá empieza a ser demasiado tarde para resolverlo. La paradoja es que, según cuenta el presidente del Instituto, Robert Engelman, el acelerador de los malos indicadores puede deberse en parte al éxito del concepto sostenibilidad, pero naturalmente despojado de su significado inicial.

Ahora todo se vende como “sostenible” —desde los coches hasta unos Juegos Olímpicos— y parece que basta con dar una nueva capa de pintura para salvar una casa con los cimientos podridos. A esta proliferación —básicamente comercial— de supuesta sostenibilidad la llama Engelman “sosteniblablá” y advierte de sus efectos contraproducentes: la sosteniblablá tiene un precio muy alto. “El uso excesivo de los términos sostenible y sostenibilidad ha hecho que pierdan significado e impacto. Más grave aún, su utilización frecuente e inadecuada nos arrulla en la creencia fantasiosa de que todos nosotros —y todo lo que hacemos, lo que compramos, lo que utilizamos— duraremos eternamente, en un mundo sin fin, amén”.

¿PREPARADOS? Coherente con el enfoque de que quizá es tarde para evitar una crisis ecológica, un tercio del informe se dedica a cómo gestionarla: “Abrir en caso de emergencia”

Pese al éxito del concepto sostenible, las conferencias internacionales sobre el clima y la recesión, que en buena lógica reduce la actividad económica y, por tanto, la contaminación, el aumento global de emisiones de CO2 procedentes de combustibles fósiles siguió batiendo récords y creció en 2011 otro 3%.

El volumen es una colección de análisis sobre la situación crítica del planeta, pero no se queda en el diagnóstico, sino que ofrece recetas para la mejora del paciente, sobre todo económicas. Son recetas rigurosas, pero difíciles de aplicar sin un cambio a fondo del paradigma dominante, de abrumadora  ortodoxia neoliberal.

A medio camino entre el modelo económico actual y el de “economía ecológica” que propugna la constelación académica alrededor del Worldwatch Institute, quedaría un modelo de “economía verde” que bien podría hacer de puente. Un artículo firmado por nueve economistas —entre ellos, Tim Jackson— aporta herramientas metodológicas para distinguir entre los modelos, así como para recorrer el camino de transición.

El magnífico capítulo sobre España —depresivos, abstenerse— lo firman Óscar Carpintero y José Bellver, economistas de gran solvencia vinculados  a la Asociación de Economía Ecológica en España.