Te quedan 1 artículos gratuitos este mes.

Accede sin límites desde 55 €/año

Suscríbete  o  Inicia sesión

Autopistas hacia ninguna parte

Comparte
Pertenece a la revista
Febrero 2015 / 22

El intento de rescatar las carreteras de pago se estrella contra las reticencias de los bancos.

La deuda de las autopistas, que supera los 3.400 millones de euros, planea sobre la cabeza del contribuyente.

Ocho autopistas de peaje están en concurso, entre ellas la AP-5 y la AP-41. FOTO: J. P. V.-G.

La ministra de Fomento, Ana Pastor, no se cansa de repetirlo: el contribuyente no tendrá que poner “ni un solo euro” para rescatar las ocho autopistas de peaje que se encuentran en suspensión de pagos. Habrá que esperar para comprobarlo, ya que las negociaciones con los bancos acreedores han entrado en punto muerto. En el ambiente flota una deuda de 3.400 millones de euros, fruto del escaso tráfico de vehículos que registran estas carreteras construidas durante el boom de infraestructuras previo a la crisis.

El plan que ha puesto sobre la mesa el Gobierno es que los bancos acreedores acepten una quita del 50% y convertir el resto de la deuda en un bono a 30 años. Las autopistas, según lo previsto, se integrarían en la empresa pública Seittsa, que se encargaría de gestionarlas hasta que empezasen a ser rentables, si algún día llegaran a serlo. El principal desacuerdo entre las partes es el tipo de interés que ofrecerán esos títulos.

Las intenciones del Ejecutivo se han topado con un escollo importante. Nueve bancos extranjeros se niegan a aceptar el plan, y para frenarlo han presentado un recurso ante el juzgado que tramita el concurso de acreedores de las concesionarias. Esas entidades financieras consideran que el plan del Ejecutivo tiene “múltiples y graves defectos” y no ofrece suficientes garantías para el cobro de los préstamos. La presentación del recurso retrasará aún más el proceso, al impedir al juez fijar un plazo para que los bancos acepten la propuesta de Fomento.

El Gobierno tiene prisa por encontrar una salida, ya que los contratos de concesión de las autopistas reconocen la responsabilidad patrimonial del Estado sobre esas vías. Si el proceso acabase en liquidación de las empresas concesionarias, el contribuyente tendría que hacerse cargo de la deuda completa más otros gastos, con lo que la cantidad llegaría a los 4.000 millones de euros. El Ejecutivo llegó a pedir el año pasado a los bancos españoles que compraran la deuda de las entidades extranjeras para acelerar el proceso, pero su propuesta se encontró con una negativa.

Los acreedores extranjeros rechazan el plan de Fomento

El tráfico en las carreteras de pago sigue cayendo

El bloqueo de la situación tiene nerviosas a las concesionarias. Algunas de ellas defienden que el Gobierno implante peajes blandos (algo más baratos que los habituales) en las autovías libres para obligar a los conductores a elegir entre ellas y las de pago, que verían así incrementar su tráfico y sus ingresos. La ocurrencia parece casi imposible de hacer realidad, y más en un año electoral como 2015, por lo impopular de la medida.

Mientras tanto, el tráfico en las autopistas pendientes de rescate sigue cayendo. Según cifras del Ministerio de Fomento, las ocho vías cerraron el año 2014 con un volumen medio de apenas 6.167 vehículos diarios, lo que supone una caída del 2% con respecto a 2013. Las radiales de Madrid, construidas con el objetivo de aliviar el intenso tráfico de entrada y salida de la ciudad, son las que arrojan peores resultados. Por ejemplo, la R-2, que conecta la capital con Guadalajara como alternativa a la gratuita A-2, vio descender el número de vehículos un 6,3% en 2014 con respecto al año anterior. Las únicas que aumentaron el tráfico fueron la autopista que une Madrid con la T4 del aeropuerto de Barajas, la AP-36 Ocaña-La Roda y la AP-7 Cartagena-Vera.

Construidas durante los primeros años del siglo al calor de la burbuja de infraestructuras, algunas autopistas acabaron costando 5, 10 o 20 veces más de lo previsto. Las empresas constructoras acabaron pagando cantidades astronómicas por las expropiaciones de los terrenos, que alcanzaron precios similares a los de suelo urbano.