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Elecciones de alto riesgo para Europa

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Marzo 2014 / 12

Parlamento Europeo: Del 22 al 25 de mayo unos 400 millones de europeos están convocados para elegir a los 751 eurodiputados de la Eurocámara.

Los próximos comicios al Parlamento Europeo son especialmente relevantes porque por primera vez los ciudadanos participarán en la elección del presidente de la Comisión Europea.

Martin Schulz, candidato socialista a la Comisión Europea. FOTO: PARLAMENTO EUROPEO

Las elecciones al Parlamento Europeo de los próximos 22-25 de mayo son las octavas desde que, en 1979, los ciudadanos europeos de los nueve Estados miembros que entonces constituían la Unión fueron llamados a las urnas. Pero a diferencia de las anteriores, la trascendencia de los próximos comicios va mucho más allá de la simple elección de 751 eurodiputados. En esta ocasión, el voto de los 400 millones de posibles electores de 28 Estados tendrá consecuencias determinantes para el futuro del proyecto europeo por las especiales circunstancias que concurren.

En mayo, Europa se juega mucho más que una simple distribución de fuerzas en el Parlamento. Estas elecciones son una gran oportunidad para debatir sobre el futuro de Europa, recuperar la confianza de los ciudadanos en los gobernantes europeos haciéndoles partícipes de decisiones clave como la elección del principal ejecutivo comunitario.

Por primera vez, el resultado de las votaciones será determinante para la elección del presidente de la Comisión Europea, y la nueva Eurocámara elegida será la que disponga de más poderes legislativos de la historia.

El grado de participación en estas elecciones será una verdadera prueba de fuego para calibrar la confianza de los ciudadanos en las instituciones europeas, que ha sufrido un notable deterioro por las contradicciones en la forma en que han gestionado la crisis. Por una parte, un país, Irlanda, empieza a salir del hoyo gracias a las ayudas europeas pero, por otra, las condiciones de austeridad exigidas en los rescates han generado un gran malestar contra Bruselas en España, Italia y, sobre todo, en Portugal y Grecia. Este clima de frustración ha propiciado un aumento de los movimientos euroescépticos y de extrema derecha en algunos países que suponen la amenaza más seria que afronta la Unión.

La perspectiva de elegir directamente al jefe del Ejecutivo Comunitario supone un importante refuerzo de legitimación a la Comisión Europea. En virtud del Tratado de Lisboa, por primera vez el nombramiento del presidente de la Comisión Europea será realizado por el Consejo Europeo (integrado por los 28 jefes de Estado o de Gobierno), pero teniendo en cuenta los resultados de las elecciones. El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, actuando como “informador”, deberá buscar el candidato entre la familia política que haya ganado las elecciones y proponerlo al Consejo Europeo, según el eurodiputado Andrew Duff.

 

DOBLE MAYORÍA

Hasta ahora, la elección del presidente de la Comisión Europea era una ceremonia secreta en la que los principales líderes decidían al canditado de conveniencia que más encajaba en sus intereses. Según el Tratado, el futuro sustituto de José Manuel Barroso deberá contar, por tanto, con un doble respaldo. Primero, deberá ser votado por la mayoría cualificada del Consejo Europeo y, en segundo lugar, deberá contar con el respaldo de 376 eurodiputados, que constituyen la mayoría simple de la Eurocámara.

La disposición del Tratado que indica que para la selección del candidato se “deberá tener en cuenta el resultado de las elecciones” es, sin embargo, suficientemente ambigua como para que algunos líderes como Angela Merkel consideren que no están constreñidos expresamente a nombrar al candidato del partido vencedor. Nadie entendería en cualquier caso que el futuro presidente no perteneciera al partido vencedor.

Curándose en salud ante la ambigüedad del Tratado , el Parlamento Europeo aprobó una resolución en noviembre de 2012 en la que urgía a los partidos políticos a que propusieran a su candidato a la presidencia de la Comisión en el contexto de las elecciones a la Eurocámara. En junio del año pasado, en un nuevo informe, el Parlamento exhortó a los partidos a realizar los nombramientos de los candidatos a la presidencia de la Comisión “lo suficientemente pronto” para poder organizar una campaña electoral que se concentrara en los asuntos europeos y no en los nacionales.

El socialista Schulz propone “una vida decente” de bienestar para los ciudadanos

La participación ha caído del 62% en 1979 al 43% en las elecciones de 2009

La recomendación fue seguida en primer lugar por los socialistas, que en noviembre designaron a Martin Schulz, actual presidente del Parlamento Europeo, como su candidato para la Comisión. La izquierda unitaria presenta al líder de la izquierda griega, Alexis Tsipras. Los liberales cuentan con el ex primer ministro belga Guy Verhofstadt, y los Verdes han escogido a la alemana Ska Keller y al francés José Bové. Los conservadores del Partido Popular Europeo (PPE) son los que más han hecho el remolón y no tenían previsto hacer su elección hasta el Congreso del partido en Dublín del 7 y 8 de marzo.

Los conservadores contaban con una larga lista de aspirantes más o menos declarados: el ex primer ministro luxemburgués Jean-Claude Juncker; el primer ministro irlandés, Enda Kenny; los comisarios Michel Barnier, de Francia, y Vivian Reding, de Luxemburgo; el primer ministro de Finlandia, Jiri Katainen, y la máxima ejecutiva del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde.
El retraso en el nombramiento de los candidatos ha reducido sensiblemente las posibilidades de organizar un amplio y profundo debate sobre los asuntos europeos. De momento, la decisión de Schulz de lanzarse el primero a la campaña le ha permitido situarse con una ligera ventaja. Esto ya supone un cambio notable respecto a la distribución actual de escaños, en la que el PPE es el grupo con una mayor representación, con 275 eurodiputados, seguido del S&D (195); el grupo liberal (85); Verdes (58), Conservadores y Reformistas Europeos (56); Izquierda Unitaria (35); Euroescépticos (33) y el grupo de no inscritos (29).

 

EUROPA NECESITA UN REVULSIVO

Schulz ha lanzado ya sus ideas, que en cierta medida rompen con la trayectoria acomodaticia de los diez años de la Comisión Barroso. El líder socialista quiere que Europa garantice “una vida decente” de bienestar para los ciudadanos; un Banco Central que asegure que el sistema financiero conceda créditos, lamenta las cuantiosas ayudas dadas a la banca sin condiciones y admite aplicar la disciplina fiscal si va acompañada de la solidaridad.

Europa necesita un revulsivo político que ponga fin al discurso retórico. Con más de 26 millones de desempleados y un crecimiento económico escuálido, los ciudadanos han ido perdiendo la confianza en la Unión.

Un amplio y serio debate con propuestas europeas concretas a los problemas reales podría suponer un punto de inflexión a la constante caída de la participación. En 1979, cuando solo integraban la UE nueve Estados, la participación fue del 62%. En 2009, únicamente acudió a las urnas el 43% de europeos de los 27 Estados miembros. En algunos países, la participación fue muy baja; por ejemplo, en Eslovaquia (19,6%) y Lituania. En los próximos comicios participará Croacia, donde en las elecciones nacionales celebradas en 2013 solo votó el 21% de los ciudadanos.