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La desigualdad crece más en España

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Abril 2013 / 2

La pobreza avanza en toda Europa, pero especialmente en nuestro país. Un informe de la Fundación Alternativas explica las causas de esta singularidad y advierte contra la exclusión de inmigrantes, mujeres y jóvenes

La preocupación por la desigualdad ha vuelto a situarse en el centro del debate a raíz de la crisis económica. Los principales organismos internacionales, la mayor parte de los partidos y los sindicatos de los países ricos, así como académicos y periodistas, están especialmente interesados en estudiar la desigualdad, los efectos que genera y las políticas para limitar sus consecuencias. 

En la etapa de crecimiento, el interés pasó a un segundo plano al entenderse que el propio crecimiento beneficiaba a todos y evitaba los problemas de pobreza y desigualdad. En muchos países en desarrollo se insiste en esta idea del crecimiento como “balsa de aceite” que, por sí solo, puede resolver los problemas de la desigualdad o, todo lo más, se buscan y aplican políticas concretas para combatir la pobreza y la exclusión social, pero no parecen interesar tanto las cuestiones de igualdad. Por el contrario, en Europa la lucha contra la desigualdad ha sido un objetivo permanente, aunque perdiera fuerza en los años de crecimiento.

En España, la crisis tiene algunos efectos específicos que no se observan en otros países. Según la última información del INE, la renta disponible media disminuyó alrededor de un 10% entre 2008 y 2011 en términos reales, un indicador más de la recesión que parece que se va a mantener en los próximos meses. Pero, sobre todo, en ningún otro país europeo el paro ha alcanzado los niveles de España, en donde el desempleo, medido a partir de la EPA, ha llegado al 26% de la población activa al final de 2012. 

Una consecuencia de tal situación es que los hogares situados en las primeras decilas de la distribución se ven especialmente afectados por la crisis, lo que ha implicado un aumento intenso de la desigualdad, la pobreza y la privación material. En pocos años, España se ha convertido en uno de los países más desiguales de Europa, según Eurostat: el segundo junto con Letonia, después de Lituania, si utilizamos el cociente de la renta media del quintil superior respecto al primer quintil. Por su parte, los datos de pobreza y privación expresan de forma clara cómo la desigualdad se relaciona con el empeoramiento de la situación de los colectivos con menos recursos y, especialmente, con el aumento del paro. Son los hogares sustentados por un desempleado los que más empeoran su situación.

Hace algo más de dos años, el Laboratorio de la Fundación Alternativas encargó un Informe sobre la Desigualdad, con la intención de recuperar una iniciativa anterior de la Fundación Argentaria y establecer una línea de trabajo permanente sobre desigualdad y pobreza en España. El documento, ya terminado y prologado por quienes fueron directores del Programa de Argentaria (Joaquín Almunia y José María Maravall), recoge algunos aspectos fundamentales de la desigualdad en el momento actual.

Los datos confirman el importante crecimiento de la desigualdad de la renta de mercado en todos los países, especialmente desde la mitad de los años ochenta. Ese proceso debe vincularse con el aumento de la globalización, la intensidad de los cambios tecnológicos y las dinámicas de liberalización y desregulación de los mercados.

POLÍTICAS PÚBLICAS

Las desigualdades salariales, la concentración de la riqueza en colectivos reducidos de la población y el deterioro de los sectores de rentas bajas, con frecuencia asociados con trabajos precarios, sirven para entender el efecto generado en los indicadores de desigualdad. También la renta disponible muestra una tendencia al aumento de la desigualdad, lo cual confirma la pérdida de peso de las políticas públicas redistributivas, especialmente durante los años de crecimiento.

En España, las tendencias anteriores parecen confirmarse, aunque el crecimiento de la desigualdad desde el comienzo de la crisis es especialmente significativo, en parte por la enorme destrucción del empleo y la mayor debilidad de sus políticas públicas.

El mercado de trabajo es un elemento clave para comprender la evolución de la desigualdad. La proliferación de empleos poco cualificados durante los años de crecimiento explica el mantenimiento de las diferencias salariales en el período previo al comienzo de la crisis y luego, una vez iniciada la misma, la rápida y profunda destrucción de empleo, que ha incrementado las desigualdades. 

Tres colectivos se han visto especialmente afectados por la crisis: inmigrantes, mujeres y jóvenes. Durante los años de expansión los inmigrantes estaban integrados mayoritariamente en condiciones de precariedad en el mercado de trabajo español. Con la crisis, muchos de los puestos de trabajo que ocupaban han sido destruidos, a lo que debe añadirse el menor grado de cobertura de prestación a este colectivo.

Las mujeres se encuentran en situación más vulnerable, tanto en los trabajos remunerados como en los no retribuidos. A pesar del proceso de convergencia en términos de desigualdad y pobreza que se dio en los años previos, las mujeres se han visto afectadas también por la crisis, por la mayor competencia respecto a los puestos de trabajo, además de los diversos sesgos de género de las políticas anticrisis emprendidas.

Por último, el colectivo de jóvenes es el más perjudicado por su posición más vulnerable en el mercado de trabajo y por la exclusión del mismo que se produce cuando se comienzan a sentir los efectos de la crisis. La situación de los jóvenes se agrava en el caso de los colectivos denominados “ni-ni”: ni pueden obtener experiencia laboral, ni mejorar sus niveles educativos, ni tienen incentivos para seguir programas de formación.  

El trabajo de la Fundación Alternativas, por otro lado, confirma la importancia de los programas de ingresos y transferencias para mejorar la distribución de la renta en Europa y en España, especialmente en lo que se refiere al impuesto personal sobre la renta y las prestaciones sociales de carácter monetario. Aunque la capacidad de estas políticas en España es inferior a la de la mayoría de países de la UE, destacan de forma especial las carencias del sistema de protección social (sobre todo en relación con el desempleo). 

Los dos principales programas de políticas públicas en especie (educación y sanidad) tienen también un gran impacto redistributivo y, en cierto modo, compensan el resultado desigual de la renta de mercado. En el caso de la sanidad, los mayores efectos parecen darse en la atención primaria y el gasto farmacéutico. La educación también genera un apreciable efecto redistributivo, aunque inferior, seguramente explicable por los efectos regresivos que causan tanto la financiación de los centros privados como la destinada a la educación superior. Aún es pronto para conocer el impacto sobre estos programas tanto de la crisis como de las políticas de recortes emprendidas en los últimos años, aunque todo hace suponer que tendrán nuevos efectos negativos sobre la distribución. 


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