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La deuda no da tregua a Argentina

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Septiembre 2014 / 17
Foto artículo: La deuda no  da tregua  a Argentina

La reclamación de los ‘fondos buitre’, a los que el Gobierno de Kirchner ha resuelto finalmente no pagar, empantana el plan de normalización económica emprendido por el Ejecutivo.

Protestas en la calle contra el fallo favorable a los fondos buitre. FOTO: REBECCA CABRERA GALINDO

Argentina se encuentra otra vez en una crisis de deuda 13 años después de la anterior. La pregunta es cómo el país sudamericano ha terminado en esta situación y cómo puede continuar su sendero.Vayamos al origen.

No han sido los Kirchner quienes endeudaron a Argentina. Este país ha nacido con problemas de deudas, pero si miramos la historia reciente, han sido la última dictadura militar (1976-1983) y el período económico neoliberal de los gobiernos del peronista Carlos Menem (1989-1999) y del radical (centrista) Fernando de la Rúa (1999-2001) los responsables del sobreendeudamiento que desembocó en el mayor impago de la historia de un país, en diciembre de 2001, mientras se sucedían cinco jefes de Estado en diez días, la pobreza y el desempleo batían marcas históricas y la recesión, que había comenzado en 1998, devenía depresión. Entonces todo el Congreso argentino aplaudió la decisión del fugaz presidente Adolfo Rodríguez Saá de declarar la moratoria. Analistas conservadores tachan aquella celebración de irresponsable, pero son los mismos que defendían que el Estado debía aplicar ajustes de todos los gastos, incluidos los de pensiones, salarios de funcionarios y universidades públicas gratuitas, pero no del presupuesto destinado al pago de la deuda pública. En el régimen militar, el pasivo había crecido por erogaciones como el Mundial de fútbol de 1978 o la guerra de las islas Malvinas de 1982 contra Reino Unido, pero también por la estatalización de la deuda externa de empresas y bancos argentinos, en lo que supuso un rescate en plena crisis latinoamericana de 1982. En los gobiernos de Menem y De la Rúa, Argentina se endeudó para sostener la tasa de cambio fijo que rigió entre 1991 y 2002, por la que un peso equivalía a un dólar, una receta que primero derrotó a la hiper-inflación de 1989/1990, pero que después se tornó un lastre para la competitividad económica y las cuentas públicas.

 

PRIMA DE RIESGO

Argentina aún paga las consecuencias de aquel sobreendeudamiento. A partir de la suspensión de pagos de 2001, el Gobierno del peronista Néstor Kirchner (2003-2007) ofreció un canje de deuda que implicaba para los acreedores la pérdida del 65% del valor original, la quita más agresiva de la historia de las renegociaciones de pasivos soberanos. Kirchner y su entonces ministro de Economía, Roberto Lavagna, aseguraban que solo si Argentina reducía su deuda iba a volver a crecer y, de ese modo, podría pagar sus obligaciones. El 76% de las deudas fueron canjeadas en 2005, una cifra elevada si se tiene en cuenta la dimensión de la reducción.

El país aún paga el endeudamiento excesivo que le llevó al impago

Los ‘buitres’ compran muy barata deuda de países en quiebra

A pesar del tijeretazo y de que el 24% de la deuda había quedado sin reestructurar, en 2006 la prima de riesgo de Argentina había bajado al nivel cercano al de Brasil de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011), entonces estrella de los mercados. La codicia puede más y olvida los errores del pasado. Pero en 2007, el Gobierno de Kirchner perdió el control de la inflación y comenzó a manipular el índice de precios al consumidor, y desde entonces la prima de riesgo volvió a subir. Así que Argentina, a diferencia de Bolivia o Ecuador, carece, incluso antes de su nueva crisis de deuda del 30 de julio pasado, de acceso barato a los mercados internacionales de deuda.

 

REESTRUCTURACIÓN

En 2010, el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner reabrió el canje y se elevó la aceptación al 92,4%. Como para entonces los bonos de la deuda reestructurada de Argentina se habían apreciado respecto de 2005, tras años de recuperación económica, la quita se calculaba en ese momento en 50%. En 2014, la consultora Elypsis la cifraba en un 25% antes del 30 de julio.

El problema ha radicado en el 7,6% que no se canjeó de la deuda impagada desde 2001. Sus tenedores podían litigar en EE UU y Europa, donde Argentina había emitido deuda en la década de los noventa. Buena parte de esos fondos está en manos de los fondos buitre, que se especializan en comprar a bajo precio deuda de países o empresas en quiebra para después rechazar las reestructuraciones y apostar a cobrar el 100% en los tribunales. En la historia reciente, estos fondos ya habían buscado carroña en las deudas de Brasil, Perú, Nicaragua, Zambia, Congo y Panamá, y siempre se han salido con la suya.

Después de que los buitres y otros acreedores intentaran más 80 embargos contra activos de Argentina en el extranjero, y de que se toparan con las leyes que en EE UU y Europa resguardan la inmunidad soberana de bienes diplomáticos y militares, los fondos convencieron en 2012 al juez de Nueva York Thomas Griesa de que se estaba violando la cláusula de tratamiento igualitario entre acreedores. Es así que Griesa, un juez de ahora 84 años que nombró el Gobierno del republicano Richard Nixon (1969-1974), determinó que primero se pagara a tres fondos buitre, con residencia en paraísos fiscales pero cuyos accionistas son norteamericanos, incluido el financiador republicano Paul Singer, y a 13 inversores argentinos antes de que se siguiera abonando a los tenedores de deuda reestructurada.

En 2013, un tribunal de segunda instancia de Nueva York ratificó esa sentencia y en junio pasado quedó firme porque la Corte Suprema de EE UU se negó a analizar el caso.

Un juez de Nueva York dio la razón a los fondos especuladores

Entre un tifón o un ‘tsunami’, Kirchner eligió el tifón: no pagar

De la evolución de la economía depende el final de la historia

Fue así que quedó empantanado el plan de normalización económica que había emprendido el Gobierno de Fernández desde noviembre pasado, con el ministro de Economía, el heterodoxo de izquierda Axel Kicillof, y el presidente del Banco Central, el más conservador Juan Carlos Fábrega. En aquel momento, ante la brusca desaceleración económica de 2012 y 2013 y unas elecciones legislativas en las que el kirchnerismo apenas retuvo la mayoría absoluta en el Congreso, Fernández se quitó de encima al entonces superpoderoso secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, y comenzó a corregir algunos de sus errores, como la manipulación de las estadísticas públicas.

Fábrega devaluó el peso, relajó algo los controles cambiarios y restringió la política monetaria ante una inflación que asciende al 31% anual. Kicillof recortó algunas subvenciones a la energía y el transporte, acordó la indemnización a Repsol por la nacionalización que él había planeado del 51% de YPF en 2012 y pactó que Argentina volviese a pagar a los países ricos reunidos en el Club de París una deuda impagada desde 2001.

Solo faltaba que se arreglara el juicio de los buitres y Argentina, con la fuerte reducción del pasivo lograda en tiempos de los Kirchner, podía quizá volver a los mercados externos para endeudarse de manera responsable y aliviar la escasez de divisas que sufre desde 2011.

 

CAMBIO DE PLANES

Pero la ratificación del fallo de Griesa cambió los planes. Argentina se enfrentó al dilema de pagar o no a los buitres para seguir abonando la deuda reestructurada. El ex ministro Lavagna, crítico del kirchnerismo desde que dejó el cargo en 2005, planteó que el país se enfrentaba antes el dilema de elegir entre un tsunami y un tifón. Si pagaba a los buitres los 1.300 millones de euros reclamados, la mayoría de acreedores que había aceptado los canjes de 2005 y 2010 podía llegar a demandar en tribunales el mismo tratamiento que a ellos, según una cláusula que vence el 31 de diciembre próximo. Kicillof llegó a calcular que su país podía enfrentar reclamaciones por 90.000 millones. Ese era el tsunami.

El ministro argentino de Economia, Axel Kicillof, en Nueva York. FOTO: GOBIERNO DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Lavagna recomendaba el tifón, un impago de deuda reestructurada con vencimientos en 2014 y equivalente a 7.500 millones. El Gobierno de Fernández escogió esa opción: no pagó a los buitres y, por tanto, los tenedores de algunos de los 16 títulos de deuda reestructurada no han podido cobrar en EE UU y Europa. El Gobierno de Fernández promueve ahora un canje de la deuda reestructurada para esquivar el fallo de Griesa y abonar en Argentina, en lugar de en EE UU y Europa. Algunos acreedores lo aceptarán, pero otros no.

Una de las dudas que quedan es si en enero, cuando haya caducado la cláusula del tsunami, el Gobierno saldará la reclamación con los fondos especulativos. O si la crisis de deuda será heredada por el presidente argentino que asuma el cargo en diciembre de 2015. En las decisiones futuras pesará mucho la evolución de la economía.