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Los salarios ya bajan, el paro no

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Septiembre 2013 / 6

La presión del paro y la reforma laboral pueden más que la ejercida por el FMI y Bruselas: los salarios reales han caído el 7,1% desde 2010. Pero la competitividad depende también de mejoras en la producción.

Dos turistas de vacaciones en Barcelona. FOTO: EDU BAYER

La minirreforma laboral de la rentrée, que reducirá los tipos de contratos, no incluirá el recorte de sueldos reclamado por el FMI. Pero la presión del paro ya se está encargando de ello, y sin crear empleo.

El bolsillo de los españoles ha perdido el 7,1% de capacidad de compra . No desde que se inició la crisis en 2008, es cierto. El empobrecimiento llegó más tarde, hace tres años, tras la primera y más profunda sima económica de 2009. 

 El 7,1% es lo que han bajado en realidad los salarios desde hace tres años si se le resta lo que se han encarecido los precios de casi todo lo que nos rodea. Si no tenemos en cuenta la inflación, el ajuste salarial empezó únicamente en 2012, con una caída acumulada de costes laborales por trabajador del 1,3%. El contenido de los convenios colectivos que se firmaron en las empresas también refleja  la contención. En 2008 no existían apenas los que recogieran una congelación o reducción de salario, pero tras cuatro años de crisis,  suponían ya el 20% del total. Los incrementos salariales pactados en 2008, primer año de la crisis, fueron del 3,6%. En 2012, bajaron al 1,2%. Mientras, la variación salarial media pactada para este año es del 0,6% (y también para el año que viene, si crecemos menos del 1%, y nadie en el mundo piensa lo contrario).  Esta lluvia de datos la recoge un informe del servicio de estudios de La Caixa, que concluye: la moderación salarial en España “ya está en marcha”.

El análisis, que no surge precisamente de medios sindicales ni izquierdistas, afirma que dicha moderación salarial  “debe ahora complementarse con avances de la competitividad que no dependen del precio: mejoras en la calidad de los productos y en la eficiencia de los procesos productivos”. El documento de La Caixa subraya que la moderación salarial es “uno de los ingredientes” para que la economía recupere la competitividad perdida, y reclama que esta se combine con “otros” elementos para que “el sector exterior siga ganando tracción”.

Esta reflexión viene a cuento tras la polémica que ha marcado el verano, con la recomendación efectuada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) —abrazada por el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn— de pedir sacrificios salariales (al trabajador) a cambio de una supuesta creación de empleo. 

Los modelos teóricos del FMI estiman que un gran acuerdo social en España para recortar un 10% los salarios durante un par de años (no dice si a partir de ahora o si desde que los españoles empezaron a empobrecerse de facto), sumado a la disminución de las cotizaciones a la Seguridad Social  de 1,7 puntos (alegría para las empresas generadoras de empleo), y todo ello culminado dos años después con un incremento del IVA, desembocaría en un cóctel beneficioso para el crecimiento económico, la reducción del déficit y el empleo. El paro se recortaría en siete puntos porcentuales en el año 2016 ( seguiríamos en el 19-20%).

 

Sangría de empleo

Desde el inicio del recorte real de los salarios en España —valga decir que la tendencia ha seguido en 2013, ya que los costes laborales por hora recularon el 0,7% en los primeros tres meses del año en términos interanuales, y los salariales, que suponen el grueso de aquellos, retrocedieron el 1,2%, según Eurostat — se han destruido 1,38 millones de puestos de trabajo.  Es el empleo perdido entre el cierre del cuarto trimestre de 2010 y el segundo trimestre de 2013, último dato disponible de desempleo según la Encuesta de Población Activa, con 5,97 millones de personas sin empleo.

El paréntesis estival ha dado un respiro a la inquietante escalada del paro, incluso  si se calcula sin el efecto estación, por lo que supone el turismo y todos los servicios que arrastra el primer sector de actividad. Sin embargo,  como han advertido numerosos analistas, el hecho que que el desempleo baje mientras todavía se tritura el empleo es una circunstancia que  se da únicamente cuando se encoge la base: la población activa. Hay menos  potenciales trabajadores buscando un lugar en el mercado laboral español, porque se marchan fuera o porque tiran la toalla.

 

Menos empleo turístico

En todo caso, la presión del paro presiona en favor de unos salarios más bajos y en condiciones precarias, por pura ley de la oferta y la demanda.  Menos tienen que hacer más. Según los datos difundidos en agosto por el Instituto de Estudios Turísticos, basados en la última EPA, la cifra de empleados del sector se  ha reducido esta campaña en un 1,8% (hasta 2,06 millones) respecto del año anterior. Y ello a pesar del récrod de llegada de visitantes extranjeros registrado ya al inicio del verano (6,3 millones en junio, nunca hubo un junio mejor en la historia). Por otra parte, se contabilizan 16.000 parados más que en 2012 en dicho sector.

Entre nuestros principales visitantes se cuentan los alemanes, cuyos costes salariales hace meses que crecen, por hora, por encima de la inflación y superan los de la zona euro. Nuestros vecinos vieron incrementarse los sueldos el 1,2% en 2011 y 2012, mientras que, en el primer trimestre de 2013, el progreso ha sido del 1,6%. En el caso de Alemania, tras sufrir un hundimiento total en el primer trimestre de 2010,  el repunte roza el 3,9%. Se da la circunstancia de que el consumo avanza el 0,8% y da oxígeno a una economía europea deprimida.

En España, el consumo de los hogares persiste por los suelos (-3% en el cuarto trimestre del año pasado, y ha empeorado entre enero y marzo de este año, con el -3,9%, por  no hablar del consumo del sector público, por debajo del 4%).

Los salarios de los alemanes dan un salto del 3,9%

El Banco de España: ‘no’ al salario mínimo

El mismo FMI que ha sugerido el sacrificio de los salarios para crear empleo es el que entonó cierto mea culpa hace escasos meses sobre los efectos negativos de las políticas abusivas de austeridad dictadas por el propio fondo, Bruselas y el Banco Central Europeo (BCE). Dicha medicina, basada en recortes y contención de los salarios, no ha hecho sino deprimir la demanda. Sus críticas han generado tensiones con la Comisión Europea, y han atizado el debate sobre la necesidad de dinamizar la economía. El propio informe de agosto del FMI sobre España alerta de la caída de los ingresos de los hogares y también de cómo estos han dejado de ahorrar. El Gobierno, arropado, al menos por ahora, por empresarios y sindicatos, hace oídos sordos. Como los hizo cuando en junio el Banco de España recomendó cargarse el salario mínimo (645 euros al mes) para que se contrate a las personas “con mayores dificultades de empleabilidad”. Como los jóvenes.