Te quedan 2 artículos gratuitos este mes.

Accede sin límites desde 55 €/año

Suscríbete  o  Inicia sesión

Nicaragua, abierta en canal

Comparte
Pertenece a la revista
Marzo 2015 / 23

Desde Managua

Polémica: El faraónico proyecto de unir los dos océanos por Nicaragua, impulsado por un misterioso empresario chino, es la gran apuesta del Gobierno para propulsar la economía. Pero muchas comunidades serían borradas del mapa.

Manifestación contraria al proyecto de canal. FOTO: CARLOS HERRERA/CONFIDENCIAL

El pasado 22 de diciembre se inauguraron las obras del nuevo canal interoceánico de América, en Nicaragua, el segundo país más pobre del continente. Si la obra se ajusta a los planes oficiales de la empresa china HKND, permitirá el paso de buques de mayor calado que el canal de Panamá. Su longitud será de 278 kilómetros (el panameño tiene 77), tendrá entre 230 y 520 metros de ancho, y 30 metros de profundidad. La obra se terminará en cinco años, costará 50.000 millones de dólares y se habrán creado 50.000 empleos; más adelante otros 200.000. La economía del país se habrá cuadriplicado. Sin embargo, la concesión de los derechos exclusivos a la empresa es de 100 años y el impacto ambiental y social aún no se conoce. Tampoco de dónde saldrá el total de los 50.000 millones de dólares.

Durante todo el 22 de diciembre, en algunas rotondas de la capital, Managua, había varios grupos de simpatizantes del Gobierno, muchos funcionarios del Estado, que agitaban banderitas nacionales, azules y blancas, y otras rojinegras (del Frente Sandinista) con carteles que decían: “Dios bendiga el canal”. Mientras, al sur del país, en Rivas, decenas de campesinos se manifestaban en contra con el temor de que les arrebaten las tierras. Fueron reprimidos por la policía.

Desde que se supo el interés de un empresario chino prácticamente desconocido, Wang Jing, de 43 años, en la construcción del canal, el presidente, Daniel Ortega, promovió en tiempo récord la aprobación de la ley que se lo concedió. El historial de Wang Jing no es muy amplio. Principal accionista de la compañía telefónica Xinwei, parece tener estrechos vínculos con el Gobierno y el Ejército chino. Para la construcción del canal ha creado una empresa llamada Hong Kong Nicaraguan Development Investments (HKND), con muy poco dinero. Posteriormente repartió sus acciones entre un conglomerado de 15 empresas más con sede en Hong Kong, Pekín, Islas Caimán, Holanda y Nicaragua.

 

SILENCIO EN PEKÍN

Algo extraño: el Gobierno chino guarda absoluto silencio con respecto al canal y a este empresario. Llamativamente, tampoco Estados Unidos se ha manifestado. De hecho, Nicaragua sólo mantiene relaciones comerciales con China, y diplomáticas con Taiwán. Pero tanto Ortega como Wang Jing necesitan atraer a más inversores para la consecución del proyecto.

Durante la presentación apoteósica junto a Jing en Managua, en junio del pasado año, Ortega declaró que el canal era “un compromiso que vamos a hacer realidad por Sandino [Augusto César, el héroe nacional], por Darío [Rubén, el poeta] y por el pueblo nicaragüense, que ha caminado por el desierto buscando la tierra prometida. Y llegó el día, llegó la hora de alcanzar la tierra prometida”.

La longitud prevista es de 278 kilómetros, 200 más que en Panamá

El proyecto prevé una inversión de 50.000 millones de dólares

Wang Jing, por su parte, justifica la necesidad de un nuevo canal por el aumento del comercio marítimo (hoy el 90% del comercio mundial), lo que hace insuficiente al canal de Panamá.

Desde la conquista de Nicaragua, a partir del cuarto viaje a América de Cristóbal Colón, la obsesión de los colonos en esta parte de América no fue el oro, sino el viejo sueño de encontrar el nexo de unión de los dos océanos, abriendo así una nueva ruta hacia las Indias orientales. Pero sólo encontraron el lago Nicaragua, al que llamaron sin remedio “el gran mar de agua dulce”. Con más de 300 islas en su interior, como las de Solentiname, entre otras, es la reserva acuífera más importante de Centroamérica. Y el canal pasaría por en medio.

El portavoz gubernamental para este proyecto, Telémaco Talavera, estuvo recientemente en la Casa de América de Madrid presentando el proyecto. Sin añadir demasiada información, aseguró que el plan se ha hecho para minimizar al máximo el impacto ambiental.

Algunas voces, como las del poeta Ernesto Cardenal, que acaba de cumplir 90 años, se han levantado en contra de lo que ha calificado como “una monstruosidad que se debe denunciar al mundo”, ya que 105 kilómetros del total del canal pasarían por el lago, donde el propio Cardenal fundó en Solentiname una comunidad de campesinos y artesanos.

En una de sus escasas comparecencias públicas, Daniel Ortega reveló que él también había tenido sus dudas sobre el impacto ambiental, pero en cualquier caso “ese lago ya está contaminado”, agregó. 

Ese reconocimiento de Ortega se sumó a declaraciones anteriores que mostraban las dificultades por las que pasa el país y la falta de perspectivas. La incertidumbre de Venezuela (principal financiadora de los países del ALBA, del que forma parte Nicaragua) pone en jaque muchos de los programas sociales que contribuyen a la aprobación que el presidente aún goza entre los sectores más empobrecidos. Los principales productos de exportación nicaragüense son la carne, el oro, el café y el azúcar, algo que no ha variado mucho desde finales del siglo XIX. Y hasta el momento no se han presentado propuestas más ilusionantes de otros modelos de desarrollo.

Ortega admite dudas ambientales y Cardenal lo ve “monstruoso”

La incertidumbre con Venezuela amenaza los programas sociales

Aun sin estudios sólidos de factibilidad medioambiental y financiera, el comienzo de las obras ha soliviantado a decenas de comunidades que la ruta del canal borraría del mapa. Los mismos funcionarios han reconocido que la información es un problema porque no se ha dado adecuadamente. Telémaco Talavera ha intentado, sin éxito, explicar a los campesinos en varias asambleas cómo serán recompensados. Pero éstos no aceptan que se les quiten sus tierras.

Mónica Pérez Baltodano, hija de una célebre líder sandinista de los tiempos de la revolución, es abogada y ha presentado un recurso de inconstitucionalidad contra la ley de concesión del canal. Según Baltodano, con la que conversé en medio de una de las concentraciones de protesta en Managua, la ley viola 41 artículos de la Constitución “Además, es una entrega flagrante de la soberanía nacional porque se ceden a la empresa todos los derechos sobre nuestros recursos naturales, incluso el de alterar y dragar nuestra principal reserva de agua potable, sin tener que responder por los daños”.

 

DESDE EL SIGLO XIX

Desde finales del XIX, el país siempre fue objeto de negociaciones para la posible construcción del canal, por su localización geográfica. Acuerdos y tratados nefastos concluyeron en varias invasiones norteamericanas y la pérdida de soberanía. Además, el canal se llevó a Panamá. Sin otro modelo de desarrollo que funcione, a Nicaragua siempre le quedan los viejos sueños, sus viejos fantasmas.

Julio P., que prefiere ocultar su nombre real, trabaja en el Ministerio de Transporte. Siempre ha militado en el partido del Gobierno, pero no ve con buenos ojos algunas cosas, como la forma en que se está llevando a cabo la construcción del canal. Acaba de recibir un mensaje de un superior en su teléfono. Le pide que organice a un grupo de gente para apoyar en las rotondas el acto de saludo al canal, en solidaridad con el comandante Ortega. Me enseña el mensaje.

—¿Qué le contestas?

— Que sí, claro. Que ahí llegamos. Para qué decirle que no. ¿Para que se molesten? Mirá, broder, mejor no tener problemas con nadie.

—¿Pero vas a ir?

—Claro que no.