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Economía solidaria: ambición y retos

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Mayo 2017 / 5

Tal como recoge el estudio La economía social y solidaria en Barcelona (2016), en la ciudad hay 4.718 iniciativas socioeconómicas que, por su forma jurídica, se engloban dentro de la economía social y solidaria (ESS). Algunos de los datos más relevantes son: 2.400 entidades del tercer sector, 1.197 sociedades laborales, 861 cooperativas y 260 iniciativas de economía comunitaria. Entre todas suman más de 53.000 personas contratadas, más de 100.000 personas voluntarias, más de 500.000 socias de consumo y 113.000 mutualistas. Encontramos iniciativas de ESS en todos los sectores de actividad económica, desde la energía hasta la cultura o la alimentación. Esta realidad dispone, para ser fortalecida y promovida, del Plan de Impulso de la Economía Social y Solidaria, la estrategia del Comisionado de Economía Cooperativa, Social y Solidaria y Consumo, que despliega una mirada socioeconómica transformadora de la realidad urbana y un programa de acción con el objetivo de contribuir a reducir las desigualdades sociales y territoriales y promover una economía al servicio de las personas y de la justicia social.

La ESS es el conjunto de iniciativas socioeconómicas de todo tipo, formales o informales, individuales o colectivas, que dan prioridad a la satisfacción de las necesidades de sus miembros y/o de otras personas por encima del lucro; cuando son colectivas, la propiedad también lo es y la gestión es democrática; son independientes con respecto a los poderes públicos, actúan orientadas por valores como la equidad, la solidaridad, la sostenibilidad, la participación, la inclusión y el compromiso con la comunidad, y son promotoras de cambio social. La ESS es un ámbito diverso que bebe de la influencia del movimiento cooperativo. Independientemente de su fórmula jurídica, las iniciativas comparten elementos que definen el carácter transformador de la ESS: la gestión democrática y participativa, la orientación a las necesidades humanas y el compromiso con la comunidad.


UN NUEVO MODELO

La todavía crisis actual no se puede entender como una eventualidad, sino como una consecuencia lógica del capitalismo; una crisis sistémica. Se hace imprescindible experimentar y consolidar nuevas formas de entender la economía y la empresa. La ESS puede renovarlas y hacerlas más justas, democráticas, solidarias y sostenibles. Esta es la ambición: tener un papel preponderante en la construcción de un nuevo modelo socioeconómico para las ciudades. La ESS integra de forma holística todo aquello que hace posible la vida y que, en la actual sociedad mercantilizada, está atravesado por una mirada individualista, patriarcal, productivista y capitalista. La ESS tiene la capacidad de deconstruir la manera de enfrentarnos al mundo cada día, al mismo tiempo que construye alternativas.

Para contribuir a este cambio de paradigma, la ESS también tiene que mirarse hacia dentro y trabajar en la superación de sus retos. Así, para elevar propuestas al conjunto de la sociedad, debe avanzar en la consolidación como agente económico en las ciudades. Para lograrlo es fundamental mejorar la articulación y el sentimiento identitario a fin de fortalecer la intercooperación y lanzar la construcción de mercado social en los distintos barrios, distritos y a escala de ciudad. A la vez, permitirá mayor cohesión comunicativa, ampliando el alcance del mensaje, y difusión de relato común. 

Pero hay retos que debe afrontar el ámbito de la ESS en su camino hacia la consolidación y referencia como alternativa urbana, los cuales pasan por el fortalecimiento de las iniciativas concretas en términos de viabilidad socioeconómica, empoderamiento y gestión democrática y generación de empleo de calidad. Son tres dimensiones que alimentan el carácter transformador de la ESS y hay que destinar recursos y conocimientos a garantizarlas. A pesar de la resiliencia a la crisis, existe un índice de disolución de cooperativas que obliga a analizar los motivos. La dimensión reducida de muchas iniciativas pone en riesgo su viabilidad, por lo que es necesario consolidar el tejido existente y aumentar su dimensión. La comercialización acostumbra a ser un cuello de botella, con lo que habrá que buscar mecanismos para mejorarla. La gestión de las iniciativas, desde la democracia y la participación, es uno de los elementos distintivos de la ESS, pero en una sociedad que no está regida primordialmente por estos valores puede suponer una fragilidad que hay que combatir con programas de acompañamiento en gestión cooperativa integral, y que ésta contagie la gestión empresarial global. Finalmente, es necesario velar para que la ESS genere puestos de trabajo estables, con retribución adecuada, y condiciones que pongan la sostenibilidad de la vida en el centro.

La ESS debe tener un papel clave para construir un modelo socioeconómico nuevo para las ciudades 

En definitiva, ya no se puede dar una respuesta a las emergencias derivadas de la crisis que no esté enmarcada en una estrategia de transformación a medio y largo plazo. Este cambio implica abrir la mirada y afrontar estas emergencias de una forma amplia que incluya todas las actividades que hacen posible la vida. Por eso la economía plural y, en especial, la ESS engloban todo el ciclo económico —producción, comercialización, consumo y financiación—, pero también el trabajo reproductivo y las tareas de cuidados, las economías comunitarias, el procomún, la autoproducción y el intercambio no monetarizado, entre otras. Los municipios deberían tender a conseguir la sostenibilidad integral, que tiene en cuenta, además de la sensibilidad económica poniendo la vida en el centro, la sostenibilidad social, para avanzar hacia una sociedad más justa, y ambiental, asumiendo las limitaciones biofísicas a las que estamos supeditados. Como tantas veces hemos cantado: “Reapropiémonos de la vida al trabajo cooperativo; extendiendo el apoyo mutuo un ariete colectivo; competir es un lujo que sólo puede permitirse el 1%, ¡coopera!”. ¡Sigamos cooperando, pues!