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Punto de inflexión hacia otro Turismo

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Junio 2020 / 81

La pandemia brinda una oportunidad para llevar el motor de la economía española hacia un modelo sostenible y justo. ¿Quién le pone el cascabel al gato?

Antes de que la covid-19  se instalara en nuestras vidas, el turismo, enseña feliz de la globalización, le atisbaba las orejas al lobo. Incipientes movimientos como el flygskam o vergüenza a volar debido a las emisiones contaminantes de los aviones, la mayor frecuencia e intensidad de fenómenos metereológicos extremos, revueltas vecinales y organización de ciudades contra el impacto local y medioambiental de la turistificación, problemas de gentrificación... La presión turística había entrado en el discurso, epidérmico o no. La Organización Mundial del Turismo (OMT) ha presentado estrategias ante la llamada sobresaturación y maneja conceptos como la turismofobia. La actividad está presente en la Agenda 2030 de Naciones Unidas, que declaró 2017 año internacional del turismo sostenible. Numerosos foros han abordado cómo intentar casar crecimiento y sostenibilidad.

De pronto, el coronavirus entra en acción. La movilidad, congelada. La demanda, a cero. ¿Y si...?

Primero, sobrevivir

"Si la pregunta es si, dentro de la desgracia, la pandemia puede aprovecharse para acometer una transformación del modelo turístico, la respuesta es sí. Pero primero hay que sobrevivir. Quien sobreviva deberá ser consciente de que el mundo ha cambiado", señala José Luis Zoreda, vicepresidente de Exceltur, que reúne a los pesos pesados del sector.

El sector estima las pérdidas en 92.500 millones de euros

El impulso del cambio se mueve en distintas direcciones. "No hay territorio que en temporada punta aguante seguir creciendo ilimitadamente como en la última década. Sería incluso contraproducente. No solo las comunidades locales están descontentas con el turismo masivo. También lo está el cliente extranjero, cada vez más exigente, cuando llega a un destino buscando autenticidad e identidad y no las encuentra. Los viajeros ya se estaban orientando hacia un turismo menos masificado y experiencial. Tenemos que reinventarnos para ofrecer cosas diferentes y, además, solo con nuevos estándares de exigencia se podrá generar empleo en mejores condiciones," concede Zoreda. Pero, primero, insiste, "sobrevivir".

Después de tres meses y medio con la demanda seca, la incertidumbre sobre cuántos visitantes extranjeros aparecerán por España a partir de julio y las dudas sobre el impacto de la crisis económica en el bolsillo de los españoles mantienen al sector noqueado y con los dedos cruzados. La apertura de fronteras anunciada por el Gobierno permite eludir el peor de los escenarios (paralización total hasta final de año y pérdidas de 140.000 millones de euros), pero se mantiene el segundo peor augurio: pérdidas de 92.500 millones. 

El foco está puesto en el turismo rural y de proximidad

"Se ha producido un shock. El primer motor de la economía se ha ido a pique en semanas. Lo primero es tapar la hermorragia, y  eso se traduce en liquidez para resistir. No solo hay desmoralización. Hay heridos y puede haber muchos muertos entre las empresas", apunta Jordi Alberich, presidente del comité organizador del Summit Tourism & Economy, que este mes celebra de forma virtual su segundo encuentro para analizar el turismo en la era poscoronavirus. Además de corredores internacionales seguros, certificados de seguridad y mecanismos de innovación, digitalización y promoción, los organizadores de esta cita insisten en la necesidad de dar un salto de calidad. "El turismo aún está basado en el volumen. Y no puede ser. O cambiamos o lo tenemos muy mal", apostilla Alberich.

Adiós al volumen

Volumen, ni siquiera hay.  "Si se entiende la sostenibilidad como evitar un flujo excesivo de turistas, el problema se resuelve con la pandemia. España es uno de los destinos donde  esta ha pegado más fuerte," apunta Pedro Aznar, profesor de Esade experto en turismo y gobernanza. 

Por mucho que se incentive la demanda autóctona, nadie en el sector confía en repetir los 83,4 millones de visitantes extranjeros que viajaron a España en 2019. Diez años antes, en 2009, sumaban 52 millones. ¡Una diferencia de más de 30 millones! La población española (47 millones) marca un límite. La crisis, otro. ¿Qué va a suceder?

"Habrá un sector de población acomodado que no renunciará a viajar, pero que va a exigir seguridad. Eso significa un esfuerzo de inversión, que se traducirá en subidas de precios", anticipa Aznar. Para este profesor, esta tendencia puede darse en paralelo con bajadas de precios en segmentos low cost. "Quienes sufrirán más por la pandemia son quienes basan su oferta en un gran volumen de demanda y que, a la desesperada, bajen precios".Los análisis sobre el sector coinciden: los visitantes priorizarán destinos que garanticen menos aglomeraciones. El foco se pone sobre el turismo rural y de proximidad.

Espacio en disputa

"Cuidado. Más que como alternativa, el turismo de proximidad y el practicable en zonas menos masificadas se convertirá en un espacio de disputa, puesto que los mismos capitales que no podrán desarrollar su actividad en otra parte meterán baza aquí porque podrán. Ejercerán presión sobre las infraestructuras", advierte Ernest Cañada, coordinador del centro de investigación sobre turismo y desarrollo Alba Sud. "Dependiendo de cuánto dure la crisis, mucha pequeña empresa no aguantará. Asistiremos a un fuerte proceso de concentración y el peso del capital en el sector turístico aumentará", da por hecho Cañada. 

En cada gran crisis, quienes mantienen su capacidad de adquisición se zampan al resto. En el punto de mira: aerolíneas, agencias de viajes, cadenas hoteleras.

83,4 millones de visitantes extranjeros viajaron a España en 2019

De hecho, no es casualidad la aceleración turística, la sobreespecialización de algunos destinos urbanos y el nacimiento de plataformas como Airbnb tras la crisis del 2008. "Todo ello responde a la demanda del capital de encontrar nuevos nichos donde colocarse. El capital quiere retorno rápido e impone condiciones precarias. Y presionará para mantener sus estructuras empresariales. Si la crisis se alarga, la dinámica de precarización se hará más profunda", subraya Cañada, contrario a abocar ayudas públicas a un modelo económico y de actividad en que "tras años de beneficios y crecimiento, el grueso del empleo pueda desaparecer de golpe". Se refiere a la parte de trabajadores que quedan fuera de los expedientes de regulación temporal. A las externalizaciones: de la limpieza de hoteles a los hamaqueros, pasando por tripulantes de cruceros, muchos inmigrantes, trabajadores de call centers,  guías y azafatas de congresos.

Desde Alba Sud se reclama que las ayudas sirvan para transformar el sector, exigiendo garantías de retorno social: arraigo al territorio, garantía de trabajo decente y control del impacto ambiental.

"Está claro que de cara al futuro debemos replantear qué modelo turístico queremos. Esta pandemia ha afectado al sector de forma brutal y quizá haga reflexionar sobre la siguiente que vendrá, la emergencia climática", opina Susana Conde, fundadora de Genuine Spain, operador pionero en turismo responsable y sostenible. 

Conde no cree que, a corto plazo, el enfoque sostenible de su proyecto vaya a suponer ninguna oportunidad."Quienes nos dedicamos al turismo sostenible somos pequeñas empresas. Intentamos resistir. Vamos a ver quién sobrevive en cuatro meses. Ayudas, necesitamos todos. La prioridad es salvar el sector. Son muchos empleos y muchas empresas en juego". 

Sin pistas 

Esta empresaria está convencida de que la pandemia puede propiciar una reflexión en el sector, en los lugares de destino, en los gestores de los destinos y entre los propios viajeros. Pero cree que llevará tiempo. "El modelo turístico de un país no puede cambiar de la noche a la mañana. Quien diga eso es que desconoce cómo funciona". 

¿Se precipitará el cambio de paradigma? Ivan Murray, profesor de Geografía de la Universidad de las Islas Baleares (UIB), responde con un no rotundo. Se explica. "La respuesta que estamos viendo es a la desesperada. Está centrada en la situación financiera de las compañías, en el corto plazo. Vemos rescates de aerolíneas y de operadores turísticos. Vemos acciones que suponen incrementar la especialización turística, cuando el turismo tendrá que cambiar sí o sí por el cambio climático". 

Francia ha anunciado un plan de apoyo de 18.000 millones (1.300 millones, ayudas directas); Grecia, ayudas con créditos y ayudas fiscales por 25.000 millones; Portugal, medidas por 2.300 millones; Italia, con sus 500 euros a cada familia para gastar en el territorio, dentro de un plan de 4.000 millones para reactivar la actividad. Alguna nacionalización por el camino (caso de la aerolínea Alitalia) y rescates sonados como el del operador TUI, que recibió 1.800 millones de euros en créditos del Gobierno alemán y que ha anunciado que eliminará 8.000 empleos.

Pendiente de la UE

España anunció al inicio del estado de alarma una línea de créditos para el turismo de 400 millones, pero sostiene que el sector es el primer beneficiario de las medidas de apoyo a la economía: 6.441 millones en financiación del Instituto del Crédito Oficial (ICO), apoyo a 259.238 autónomos cuya actividad va ligada al sector, 917.704 trabajadores sostenidos por suspensiones temporales de empleo. El Gobierno fía posibles ayudas directas al fondo de recuperación que arme la UE. Plantea un plan de relanzamiento con protocolos de seguridad, promoción y reposicionamiento. El presidente Pedro Sánchez ha dicho que España quiere turismo "seguro y sostenible". Pero el sector reclama un plan de rescate en toda regla, y que el Ejecutivo recurra al endeudamiento, por si la UE llega tarde. Esgrime su peso en la economía. El 12% de la riqueza que se genera en el país (sin contar su poder multiplicador indirecto), 2,8 millones de empleos y la aportación de un superávit en la balanza de pagos  de 46.400 millones en 2019, según el Banco de España.

12% del PIB corresponde al sector turístico, sin contar su poder multiplicador indirecto

"El peso del turismo es tal que podemos arrastrar aún más al hoyo a la economía española o contribuir a que pueda levantar el vuelo", señala el vicepresidente de Exceltur. "Si nosotros no merecemos un plan de rescate con cara y ojos, ¿quién lo merece?", se pregunta, sin rechazar que algunas medidas puedan utilizarse para la reconversión sostenible. 

Transformación sí o sí

El profesor Ivan Murray apuesta por romper la dicotomía instalada entre los grandes grupos y los antiturismo total: "En medio hay un terreno no explorado, y es posible utilizar medidas de estímulo para reorientar la producción y el consumo turístico locales. El sector deberá transformarse sí o sí por los límites sociales y ecológicos. Creo que es un buen  momento para explorarlo, sobre todo en zonas más golpeadas por la interrupción. Pero no veo señales en este sentido. El lobby turístico presiona. Y tampoco es fácil coger toda una estructura económica y decir que vas a aprovechar la crisis para ponerla patas arriba. Ello requiere una estraegia de largo recorrido". 

El riesgo es que el sector se conforme con volver a la vieja normalidad

En algunos foros, el guante se recoge. Al tiempo que reivindicaba la fortaleza del sector y la necesidad de ayudarlo, el presidente del Círculo de Economía, Javier Faus, ha  llamado a dirigirlo hacia "un modelo más sostenible que integre la España vaciada, la interior, los pirineos..." y a proceder de modo que "el apoyo facilite la transformación". 

Pero, en general, en el discurso prima la urgencia de recuperar mercado y la presión sobre la seguridad. Las comunidades donde el peso proporcional del turismo es mayor, como Canarias y Baleares, pero también Andalucía o Murcia, han lanzado incentivos al sector. "Ha sido una decepción monumental", comenta Margalida Ramis, portavoz de la ONG medioambientalista GOB. Esta organización, que lleva años pidiendo que se planifique un proceso de decrecimiento turístico hacia una menor dependencia del sector y la formación de trabajadores en otras actividades, ha impulsado un manifiesto que llama a salir de la crisis sanitaria con justicia social, climática y ambiental, y cuidando del territorio y las personas, como base de una nueva economía. "Se ha optado por reactivar la economía de la peor manera, apoyándose en la construcción, pues Baleares permitirá ampliar hasta un 15% la superficie para nuevos servicios sin necesidad de licencia, bastará con declaración responsable", explica Ramis.

Muchos destinos buscan menos turistas que gasten más

Para Ivan Murray, se trata de hacer que la inversión sea lo más atractiva posible. "Se le dice al inversor que, si adquiere un activo, este se podrá ampliar, y si no es rentable como hotel, lo podrá convertir en vivienda". El GOB, en efecto, explica que las cadenas pueden convertir establecimientos en viviendas en Playa de Palma y Magaluf, y por cada plaza hotelera que se reste al parque total, se podrá crear otra. "Nosotros pedíamos que aumentase solo una plaza por cada dos que desaparecieran, no tiene sentido seguir con la misma inercia", se queja Ramis. Los hoteleros hacen caja, no se pierden plazas y los activos inmobiliarios no se devalúan.En relación con los territorios de monocultivo turístico, el profesor Pedro Aznar ve muy difícil generar actividad alternativa y expresa un temor: que en ellos se generen importantes bolsas de pobreza y precariedad. "Mi miedo es que en seis meses nos encontremos con un PIB per cápita que ahonde en la desigualdad entre municipios, en detrimento de los más dependientes del turismo", señala.

Playa de la Barceloneta. Foto: Federico Giampieri

El profesor de la Universidad de East London Raoul Valerio Bianchi escribe en Alba Sud un par de señales a contracorriente. Air France KLM recibió 10.000 millones de ayudas estatales de Francia y Holanda a cambio de comprometerse a reducir las emisiones al a mitad en 2030, y de olvidarse de los dividendos. Y los cruceros fueron excluidos del fondo de rescate de EE UU porque han intentado eludir el pago de impuestos con el uso de "bandera de conveniencia extranjera".

Son muchos los destinos dispares que buscan menos turistas que paguen más, y que contemplan criterios sociales y medioambientales. De Hawái a Ámsterdam, pasando por Lloret de Mar, que lleva años intentado cambiar el turismo de borrachera por el familiar, cultural y deportivo.

La oportunidad de la mano de la covid parece existir. La urgencia y el propio peso y dependencia del sector pueden frustrarla. El riesgo, que el turismo persiga la vieja normalidad.