Marasmo: El nuevo presidente brasileño tendrá una ardua tarea si quiere enderezar un país minado por la corrupción y atrapado en las dificultades económicas.

Desencanto: Tras el encarcelamiento de Lula, ningún candidato preocupa a los mercados ni a la banca, la única que mejora los beneficios pese a la crisis.

Brasil: Descabalgada Rousseff, Temer debe afrontar una economía estancada y una deuda pública en ascenso. 

Equivocación: Brasil se muerde las uñas por haberlo apostado todo al petróleo y dejar en el más completo abandono sectores enteros de su industria.

Decepción: La apuesta neodesarrollista de los sucesivos gobiernos del PT dio alas al agronegocio y ha alejado aún más de Brasilia a los pueblos nativos del Amazonas.

Fin de ciclo: Las analistas hablan de un cambio de época, con Mauricio Macri en el poder y Dilma Rousseff y Nicolás Maduro en plena crisis. 

Recesión: El ‘modelo Brasil’ se resquebraja y la presidenta lucha por cuadrar un círculo imposible.

Choque: Pilar de la economía brasileña, el gigante petrolero se enfrenta a graves dificultades y a un enorme escándalo de corrupción.

Elecciones presidenciales: El país emergente, que en 12 años de gobierno del PT consiguió la hazaña de mejorar la vida de millones de personas de baja renta sin tocar los intereses de las élites, se enfrenta ahora al reto del estancamiento económico.

Para sorpresa general, las últimas grandes movilizaciones sociales no han surgido en una Europa golpeada por la crisis, sino en esa parte del mundo en la que se suponía que el desarrollo económico esparciría por mucho tiempo el buen humor y el optimismo.

Las empleadas del hogar ven reconocidos sus derechos tras siglos de trabajar en condiciones de semiesclavitud.