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Covid-19 // El virus golpea otra vez a los mayores

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Julio 2022 / 104

Fotografía
Mariona Gil

Tras la casi total eliminación de las restricciones, las nuevas cepas de ómicron han reactivado las infecciones y las muertes.

Este verano lo ha preparado casi todo el mundo como si fuera normal, como si la pandemia de covid fuera ya cosa del pasado. Hay ganas de juerga y los festivales de la primavera han vuelto a reunir multitudes después de que el grueso de las restricciones se fuera con el invierno. Se piensa poco en la enfermedad a pesar de que a medida que avanzaba junio cualquiera podía notar que los test positivos aumentaban entre amigos y familiares. Gracias a las vacunas “la covid se pasa como si fuera un resfriado o una gripe”, es la convicción generalizada. Y es así para casi todos, pero hay excepciones: los ancianos y los enfermos inmunodeprimidos.

Esta primavera de 2022 ha habido en España tantos muertos infectados por el SARS-CoV-2 como en la de 2021, más de 5.000. La diferencia entre el año pasado y este es que ahora la proporción de personas de edad avanzada es mayor. Según datos del Imserso, en 2021 murieron contagiados de covid 93 internados en las residencias durante las 13 semanas de primavera, mientras que este año el número se ha multiplicado por más de 10 hasta los 975 residentes (véase gráfico).

El año pasado, las personas de más edad ya estaban prácticamente todas vacunadas por estas fechas y, además, estaban protegidas por una serie de restricciones que limitaban la expansión del virus y, por tanto, las posibilidades de que se infectaran. La consecuencia fue una reducción espectacular de fallecimientos: hubo en el segundo trimestre un solo muerto por cada cinco del primer trimestre (véase gráfico). Pero este año, después de que casi el 93% de la población mayor de 12 años haya recibido las dos inyecciones y más del 50% lleve puesta la tercera dosis, la práctica totalidad de las restricciones han sido suprimidas. Y el virus ha aprovechado la relajación para hacer mella entre los mayores. De nuevo, dos de cada tres fallecidos tiene 80 o más años y hasta el 95% de las muertes son entre los mayores de 60 años.

La irrupción de la variante ómicron a finales del año pasado supuso un cambio sustancial en la pandemia. Incubada muy probablemente en el organismo de un enfermo inmunodeprimido a lo largo de varios meses, la presión fundamental que guio sus cambios genéticos fue la de las barreras iniciales que utilizan las células infectadas y el sistema inmunitario para eliminar los virus. Tras generar las mutaciones que le permiten burlar esas barreras, ómicron salió a un mundo donde la mayoría de los humanos estaban ya vacunados o habían pasado la infección, lo que le daba una ventaja sustancial sobre las variantes anteriores: mientras que estas apenas eran capaces de esquivar los anticuerpos de los vacunados y de las personas que habían superado el contagio, ómicron lo hacía (y sigue haciéndolo) fácilmente. Pronto se impuso en todo el planeta.

Cierta inmunización

Las características de la nueva variante, que alcanzó la máxima velocidad de expansión en enero pasado, hicieron posible que desde entonces la inmensa mayoría de los 8.000 millones de habitantes de la Tierra tenga un cierto grado de inmunización contra la covid. Ello es así porque una gran parte de los que no se habían vacunado (porque no tenían dosis o porque no querían que se las inyectasen) se han acabado contagiando. El problema es que haber sido infectado por ómicron tampoco protege de volver a ser infectado a las pocas semanas.

La primera variante de ómicron, denominada BA.1, pronto dio paso a otra, la BA.2, que se expandía con más rapidez. Con el final de la primavera y el comienzo del verano, son las variantes BA.4 y BA.5 las que se están imponiendo porque son aún más rápidas que la BA.2. La situación es complicada. Las posibilidades de cortar la pandemia sin recurrir de nuevo a restricciones son escasas, pero volver a imponer determinadas medidas en plena guerra y con la perspectiva de una recesión económica es una decisión muy difícil.

Una vez producido el contagio, otra barrera natural, la inmunidad celular, sí está reconociendo en la mayoría de los casos al virus en cualquiera de sus variantes, lo que permite que la mayoría de los vacunados que se infectan no desarrolle una enfermedad grave. La proporción de contagiados que acaban en el hospital es mucho menor que hace un año, pero como la circulación del virus es muy elevada, la cifra de fallecimientos no baja. 

Haberse infectado con ómicron no protege de infectarse otra vez

Como la circulación del virus es tan alta, la cifra de muertes no baja

A mediados de junio el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) precisaba:“No hay evidencia de que BA.4 y BA.5 estén asociados con una mayor gravedad de la infección en comparación con las variantes circulantes BA.1 y BA.2. Sin embargo, como en olas anteriores, un aumento en los casos de covid en general puede resultar en un aumento de las hospitalizaciones, las admisiones en las UCI y las muertes”.

A finales del año pasado y principios de este la perspectiva que se tenía era que a lo largo de 2022 la pandemia se debilitaría de manera sustancial. Esa perspectiva ha cambiado. En una entrevista publicada a mediados de junio en The New Yorker, el nuevo zar anticovid de EE UU, Ashish Jha, abordaba el horizonte temporal en estos términos: "¿Tendremos que lidiar con esto durante otros seis meses o un año? Por supuesto. Pero, ¿estaremos viviendo así dentro de tres o cinco años? Absolutamente no".

¿Adiós en 18 meses?

¿Que hará que la situación cambie? La respuesta de Jha: “Tenemos que desarrollar una nueva generación de vacunas que bloqueen la transmisión, vacunas orales o intranasales. Si lo conseguimos, podremos reducir los contagios hasta el punto en que las cifras de infección sean una décima parte de lo que tenemos ahora y las muertes también sean sustancialmente más bajas. Entonces la covid realmente empezará a desvanecerse. ¿Va a ser fácil? ¿Eso va a pasar mañana? No. Pero creo que podemos lograrlo en los próximos 12 o 18 meses”.

"Necesitamos una nueva generación de vacunas que puedan bloquear la transmisión", Ashish Jha, responsable de la lucha contra la covid en EE UU

95% de las personas  que fallecen de covid tienen más de 60 años

93% de  la población española mayor de 12 años tiene dos dosis de la vacuna

En esta situación de estancamiento de la pandemia es importante profundizar en medidas no traumáticas que ya se han mostrado eficaces: mejorar la calidad del aire en los interiores mediante una buena ventilación y la mejora de los sistemas de aire acondicionado, y potenciar el teletrabajo en las tareas en que ello sea posible. Individualmente, todo el mundo sabe ya cómo 95% de las personas  que fallecen de covid tienen más de 60 añosprotegerse, aunque no lo practique: llevar la mascarilla en los interiores aunque su uso no sea obligatorio y evitar en lo posible las reuniones multitudinarias y prolongadas, además de autosometerse a un estricto aislamiento cuando se contraiga la enfermedad.

Para los más frágiles —los ancianos de 80 años o más y los enfermos inmunodeprimidos—, el ECDC ha recomendado administrar una cuarta dosis de vacuna si “la circulación del virus es alta o está en aumento”, como ya esta suceciendo. Y añade que la cuarta dosis a personas de entre 60 y 79 años “será beneficiosa en términos de muertes evitadas”.

A modo de resumen que ayuda a entender la evolución de la epidemia, vale la pena recoger esta reflexión hecha en The New York Times por Amesh Adalja, un especialista en enfermedades infecciosas: “Pensé, casi desde el comienzo de la pandemia, que la covid-19 se convertiría con el tiempo en una infección inevitable que todo el mundo contraería varias veces, porque así es como se establece un nuevo virus respiratorio en la población humana”. La clave está en tres palabras: “inevitable” y “varias veces”. En esas estamos.