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Pugna por la hegemonía // Giro en el tablero de Oriente Próximo

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Abril 2021 / 90

¿Qué impacto tendrá el relevo en la Casa Blanca en la pugna entre Arabia Saudí e Irán por la hegemonía de la zona más conflictiva del planeta?

La desaparición de Donald Trump de la escena política internacional repercute no solo en las relaciones de EE UU con el resto del mundo. También influye en la situación interna de muchos países propiciando nuevas estrategias de confrontación o incluso distintos modelos de convivencia. Y dos Estados particularmente sensibles a esos cambios son Irán y Arabia Saudí. El primero porque a ojos de Occidente y de sus vecinos representa una amenaza nuclear, ya sea real o imaginaria, y el segundo porque a la sombra de Washington aspira a convertirse en líder de la zona.

La rivalidad entre Irán y Arabia Saudí viene de lejos, y aunque se enmascare con diferencias religiosas y con presuntos temores atómicos, en el fondo se trata de dilucidar quién ejercerá el poder hegemónico en la región y quién controlará los recursos energéticos, ahora que Irak ya no figura como potencia después de tres guerras perdidas en 40 años. Pero para culminar con éxito este movimiento de recomposición de la zona, se necesita el apoyo de Estados Unidos, y de ahí la importancia de incorporar a Israel, porque pese a sus pequeñas dimensiones es un socio privilegiado de Washington. 

Suníes y chiíes

El reconocimiento de Israel por parte de varios países árabes y musulmanes  —impulsado por Jared Kushner, yerno de Trump, en la pasada presidencia— ha cuajado por ahora en el intercambio de embajadores con Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Marruecos y Sudán. También ha descongelado las relaciones con Arabia Saudí, aunque no se haya concretado aún en un reconocimiento formal. Todos estos movimientos tienen un único objetivo: endurecer el frente suní, reforzado ahora con los judíos, contra el Irán chií, republicano y revolucionario. Pero este movimiento de ajedrez deja de lado muchas piezas, precisamente las más sangrantes: los territorios Palestinos, Líbano, Siria y Yemen, escenarios permanentes de cruentas guerras, con poblaciones muy castigadas que mantendrán la región en crisis si sus problemas no se resuelven.

Las elecciones de junio en Irán podrían restar influencia a los clérigos en favor de militares o diplomáticos

Irán tiene ahora la posibilidad de celebrar sus elecciones presidenciales, previstas para el 17 de junio, en un clima interior y exterior  menos crispado que el que le hubiera deparado la presencia de Trump en La Casa Blanca, y aunque Teherán trata de mantener activo su discurso de confrontación con Washington, es muy probable que los conflictos se encaucen en unos límites similares a los de la época de Barack Obama. Y todo parece indicar que los vientos que soplan en Teherán ya no son  tan favorables a los clérigos. A los 42 años del inicio de la Revolución Islámica, inspirada y liderada por el imán Jomeini, el poder y la influencia que han tenido los religiosos puede pasar a manos de militares o diplomáticos, aunque, si se produce, es difícil aventurar qué cambios reales comportará para los 82 millones de ciudadanos iraníes. 

Enfriamiento en la relación

Durante los últimos días de la presidencia de Trump, Teherán advirtió del riesgo de atentados contra intereses estadounidenses en la zona, perpetrados secretamente por israelíes para responsabilizar a Irán de los mismos y provocar una intervención armada de Estados Unidos  antes de que finalizara su mandato. No ocurrió. Pero cosas más retorcidas se han visto en política. Paralelamente, la amistosa coexistencia entre EE UU y Arabia Saudí se ha enfriado. Al mes de llegar a La Casa Blanca, Joe Biden lanzó ante Riad una ofensiva diplomática de envergadura al anunciar que haría público el informe de la CIA sobre el asesinato del periodista y opositor saudí Jamal Khashoggi. El crimen fue perpetrado en el consulado de Arabia Saudí de Estambul el 2 de octubre de 2018. Khashoggi era residente en EE UU y publicaba sus artículos en The Washington Post.

Periodista asesinado
El periodista saudí Jamal Khashoggi fue asesinado en 2018 en el consulado de su país en Estambul. Según la CIA, la orden vino del príncipe Mohammad 
Bin Salman.

El informe de la CIA, que señala al príncipe Mohammad Bin Salman como instigador del asesinato, fue ocultado por Trump, y Biden, en un golpe diplomático que le permite apostar por la firmeza sin comprometerse demasiado, se ha dirigido directamente al rey, Salman Bin Abdulaziz, para informarle de la situación. De esta forma deja claro que no reconoce al príncipe como jefe del Estado de facto. El monarca, de 84 años, está alejado del poder desde hace tiempo, pero no ha abdicado.

Armamento envejecido

La intervención de la CIA en el caso Khashoggi (esta vez positiva) no ha sido la primera ni será la última en la zona. Una de sus más controvertidas acciones fue el golpe de Estado en Irán en 1953. Con apoyo del británico MI5, impulsó la caída del Gobierno del primer ministro Mohammad Mosaddegh para evitar la nacionalización del petróleo, bajo control del Reino Unido. Londres y Washington temían que la influencia rusa, a través del entonces influyente partido Tudeh, los desplazara de la zona, aunque fue la Revolución Islámica la que en 1979 derrocó al  sha y, de paso, aniquiló también a los comunistas.

El Ejército iraní se mantuvo al margen durante el derrocamiento del sha, tal vez por eso siempre ha sido mirado con recelo por los clérigos, y para neutralizarlo el propio imán Jomeini creó la Guardia Revolucionaria, con competencias amplísimas dentro del país y con cada vez más capacidades en la defensa exterior. Víctima de 40 años de guerras, bloqueo y aislamiento por parte de EE UU, el armamento iraní ha envejecido y perdido efectividad si se compara con el de sus rivales de la zona. Recientemente, el Parlamento, copado por los contrarios a las reformas, prohibió que militares en activo puedan presentarse al cargo de presidente, aun sabiendo que el verdadero poder en Irán radica en el Líder Supremo de la República Islámica, actualmente Alí Jamenei, y que su brazo ejecutor y principal apoyo es precisamente la Guardia Revolucionaria.

Candidatos 

Entre los dirigentes que suenan como potenciales candidatos a las presidenciales figura Jossein Dehqan, general de brigada de la Guardia Revolucionaria en la reserva, de 63 años, y es el único que casi ha confirmado su intención de formalizar la candidatura. También aparecen el ministro de Exteriores, Mohamad Yavad Zarif, brillante diplomático y con una actitud dialogante hacia Occidente, y el vicepresidente, Eshaq Jahangiri, físico e ingeniero industrial. Ambos son moderados. Los expresidentes Mohamed Jatamí (moderado) y Mahmud Ahmadineyad (ultraconservador, aunque laico) también han dado pie a rumores, sin comentarios por su parte. 

Así que, pese a las lagunas, el tablero regional está ya dispuesto y los iraníes pueden ser los primeros en mover ficha.