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El empleo mejora, pero la euforia no se justifica

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Septiembre 2014 / 17

Economista y miembro de Economistas Frente a la Crisis

Tenemos menos parados y más ocupados. Pero si se calcula la media del semestre, el empleo se reduce un 0,2% respecto al anterior semestre, y crece un 0,3% respecto a los primeros seis meses del año pasado.

Las estimaciones de la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre han sido muy positivas. La población ocupada ha aumentado en relación con el trimestre anterior en 402.400 personas (2,4%), mientras que la población parada ha disminuido en 310.400 personas (-5,2%). En relación con el mismo trimestre de un año antes el empleo ha crecido en 192.400 personas (1,1%), lo que significa el primer avance desde el tercer trimestre de 2008, y el paro, que ya había retrocedido en los dos trimestres anteriores, se reduce en 424.500 (-7%). Pero esta favorable evolución del mercado de trabajo, ¿justifica la euforia que se ha desatado tanto por parte del Gobierno como de la gran mayoría de los medios? Veámoslo con detalle.

En primer lugar, una parte muy significativa del aumento del empleo en el segundo trimestre se explica por razones de estacionalidad y de calendario, como la incidencia de la Semana Santa -que en este año se celebró en abril cuando en el anterior se ubicó en marzo-, el inicio de la temporada turística y el buen clima generalizado en gran parte del trimestre. Según la desestacionalización del INE,el aumento intertrimestral del empleo sería el 1%, lo que explicaría un crecimiento de 168.000 personas ocupadas, muy lejos del aumento de 402.400 personas de la serie original, teniendo el resto de ese aumento un carácter exclusivamente estacional. Y además, existen dudas de que la desestacionalización corrija todo el efecto de la Semana Santa.

En segundo lugar, pese a la favorable evolución del mercado de trabajo en el último trimestre, la situación es todavía muy negativa y preocupante. La población ocupada es aún inferior en más de 3,4 millones de personas a la del inicio de la crisis en el tercer trimestre de 2007 y la parada, con más de 5,6 millones de personas (24,5% de paro) excede en más de 3,8 millones personas a la de ese trimestre. A ello se añade que casi 3,5 millones son parados de larga duración (llevan al menos un año en paro) y que la tasa de cobertura de las prestaciones por desempleo cae continuamente.

En tercer lugar, gran parte del aumento del empleo es precario, temporal y/o a tiempo parcial, por lo que, en un año, la tasa de temporalidad ha aumentado en 1,1 puntos, hasta el 24%, y el porcentaje del empleo a tiempo parcial ha crecido en tres décimas, hasta el 16,4%.

Así, el crecimiento de la productividad por ocupado en el último año es casi nulo, ya que el aumento interanual del PIB según la estimación adelantada por el INE es el 1,2% y la del empleo de la EPA el 1,1%. Además de difícilmente comprensible, ello sería sintomático de que el modelo productivo basado en fuertes fluctuaciones del empleo precario poco productivo no se ha corregido, sino que, en parte por la reforma laboral de 2012, se ha acentuado.

Y, por último, en cuarto lugar, parte del elevado aumento del segundo trimestre estaría afectado por el negativo comportamiento de esa magnitud en el primer trimestre, en el que disminuyó en 184.600 personas. Si se calcula la media del semestre, con la finalidad de compensar la estacionalidad desfavorable del primer trimestre con la favorable del segundo, de contrarrestar la volatilidad de los datos trimestrales y de suprimir el efecto de la Semana Santa al localizarse en trimestres diferentes en 2013 y 2014, el empleo se reduce en 30.800 personas (-0,2%), respecto del semestre anterior, el segundo del pasado año, y solo aumenta en 56.400 personas (0,3%), en relación con el mismo semestre del año precedente, lo que revela la magnitud del reto que tiene pendiente la economía española para alcanzar los niveles de empleo y paro anteriores a los de la actual crisis económica.