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La venganza de los pequeños inversores

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Marzo 2021 / 89

Ilustración
Pedro Strukelj

Wall Street: El episodio especulativo protagonizado por las acciones de GameStop y AMC pone de manifiesto la necesidad de regular unos mercados financieros plagados de prácticas corruptas.

Los mercados bursátiles hace tiempo que dejaron de cumplir un papel clásico para el que fueron creados: facilitar  financiación a empresas que la necesitaban a cambio de una retribución por dicha inversión a quienes arriesgaban su dinero, tanto entidades de inversión colectiva como particulares. Esta práctica, mucho más extendida en los mercados anglosajones, cubría un déficit del sistema financiero que era incapaz de financiar a precio razonable un conjunto de empresas que, sin este mecanismo, hubiesen sido devoradas por la falta de liquidez. Poco a poco esta filosofía fue calando en la mayoría de países occidentales, y la capitalización bursátil fue creciendo de forma exponencial hasta marcar máximos antes de la última gran crisis financiera de 2008. 

Proteger a la economía de las crisis

Junto con el crecimiento de estos mercados, que nacieron para financiar inversión y economía real, se creó un cuerpo regulatorio para que episodios como el crac de 1929 no volviesen a suceder. La ley Glass-Steagall, aprobada por el Congreso de EE UU en 1933, limitó el funcionamiento de los bancos, separando bancos comerciales de bancos de inversión, para que la especulación financiera no contaminase la lógica de la función de inyección de fondos a la economía productiva. Dicha ley también fijó límites a las tasas de interés y dio origen a la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC), entidad encargada de proteger a los ahorradores. Durante este periodo también fueron creadas la Securities and Exchange Commission (SEC) y la Commodity Futures Trading Commission (CFTC), entidades responsables de supervisar los mercados de valores y futuros, respectivamente.   

Este conjunto de leyes e instituciones protegieron de forma exitosa a la economía norteamericana de la ocurrencia de crisis financieras a lo largo de más de 50 años. Sin embargo, la llegada de la contrarrevolución neoliberal en la década de 1980 cambió radicalmente la situación. Con la entrada de Ronald Reagan en la Casa Blanca en 1981 se inició un proceso sistemático de revocación de gran parte de la regulación establecida con el objeto de facilitar la expansión de las actividades del sistema financiero. La lógica para fundamentar este cambio de dirección se basaba en la presunción de la eficiencia y capacidad de los mercados financieros para autorregularse, algo muy alejado de la realidad.  

El nuevo Gobierno de EE UU debería prohibir las ventas a corto y limitar el poder de los 'hedge funds'

La gran ofensiva contra la regulación financiera se fraguó durante la Administración de Clinton. Esta alcanzó su apogeo bajo la conducción de Robert Rubin y Lawrence Summers como secretarios del Tesoro y de Alan Greenspan en su calidad de presidente de la Reserva Federal. Con el apoyo de millones de dólares de los grupos del lobby  financiero para obtener los votos requeridos en el Congreso, los altos funcionarios de la Administración de Clinton desmantelaron de forma exitosa el último vestigio de regulación de la Gran Depresión en la forma de la ley Glass-Steagall. Con la derogación de esta norma se abrieron las puertas para la fusión de actividades bancarias comerciales, bursátiles y de aseguramiento. Así mismo, se limitó la capacidad de la CFTC para regular el naciente mercado de derivados financieros con el argumento de que dichas regulaciones hubieran impedido el adecuado desarrollo de la innovación financiera. Las condiciones estaban así puestas para la expansión sin precedentes de gigantescas instituciones financieras, especulación y fraude que tendrían lugar durante la primera década del nuevo milenio.  

Juego de casino

Con esta selva en la que la especulación y el juego de casino se han instalado en los mercados financieros, la última semana de enero de 2021 se produjo un episodio que hizo temblar a una parte de los agentes más dañinos del mercado: los hedge funds. Estos fondos de alto riesgo surgen de la desesperación del capital ante la era de tipos de interés cero o negativos que ha hundido la retribución clásica del capital. Tras el hundimiento de los mercados inmobiliarios, provocado por otro instrumento de alto riesgo como las hipotecas subprime y facilitado por la titulización de  dichos activo tóxicos, ahora la moda es apostar por hundir a empresas de baja capitalización o en apuros. Ejemplo de ello era la cantidad de apuestas bajistas contra empresas como Nokia, Blackberry, la cadena de cines AMC y la cadena de tiendas de videojuegos GameStop. El procedimiento era sencillo y consistía en vender a corto, sin la necesidad de hacerse con títulos de estas empresas, y así provocar pérdidas millonarias a estas compañías, cuyos niveles de deuda no hacían más que subir, lo que generaba pingües beneficios a hedge funds como Mervin Capital. 

Pero estos grandes fondos nunca pensaron que las mismas herramientas pudiesen ser utilizadas por un conjunto de inversores minoristas que, aprovechando las redes sociales, plataformas digitales de compraventa de acciones y foros como Reddit, se lanzaran a comprar acciones de estas empresas de baja capitalización, denominados chicharros en el argot bursátil, lo que provocó que su cotización se alzase hasta límites insospechados. Esta operación obligó a estos grandes fondos a tener que comprar las acciones sobre las que mantenían posiciones bajistas, lo que ayudó, aún más, a inflar la capitalización y la cotización de muchas de estas compañías, ayudando en algunos casos a repagar toda su deuda.     

Así, GameStop rozó los 380 dólares por acción cuando una semana antes sus títulos valían unos 37, mientras que AMC alcanzó los 20 dólares cuando cinco sesiones antes valía 3. Los títulos volvieron días después a sus niveles previos al episodio especulativo, pero las pérdidas para los hedge funds rozaron los 5.000 millones de dólares, con Mervin Capital a la cabeza.

La fuerza del 'lobby'

La reacción de los afectados, curiosamente, ha sido la de clamar por un endurecimiento regulatorio para que estas plataformas con gastos de corretajes nulos o muy bajos no permitan operar a lo que se ha denominado inversores amateurs que han logrado poner en evidencia lo perverso del sistema que únicamente responde a los afanes especulativos del establishment de Wall Street.

En resumen, lo acontecido durante esa semana pone de manifiesto la urgente reforma regulatoria de los mercados financieros en la línea de la Ley Glass-Steagall, de forma que estas prácticas especulativas dejen de ser la norma en unos mercados sin rentabilidad, inflados por prácticas mafiosas y corruptas que acaban en muchos casos con el ahorro del pequeño inversor. La prohibición de las ventas a corto, con la  obligación de la tenencia de activos y la necesidad de legislar sobre el poder de los hedge funds, entre otras, son tareas que tendrán que estudiar los nuevos inquilinos de la Casa Blanca. 

La experiencia de las últimas Administraciones demócratas, especialmente las de Clinton y Obama, no invitan al optimismo.  Está claro que el lobby financiero en EE UU, como en Europa, no va a permitir que se ponga coto al casino financiero en un mundo en el que la rentabilidad para los rentistas es el primer objetivo de la mayoría de gobiernos occidentales.