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‘Avida dollars’

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Noviembre 2018 / 64

Hay que ir pensando en algún tipo de programa público para curar estas adicciones, porque las víctimas deben sufrir una ansiedad espantosa. La sociedad no puede permanecer impasible ante el problema. Afecta a una minoría, cierto. ¿Y qué? ¿No tienen derechos las minorías? ¿No sufren? ¿No merecen nuestra compasión? Estoy hablando de ese síndrome cada vez más frecuente, sin duda muy doloroso para las familias afectadas, que podríamos denominar, como el anagrama despectivo que le dedicó André Breton a Salvador Dalí, Avida dollars. Ya saben a qué me refiero. Es la enfermedad contemporánea que amarga la vida de los ricos. Ganan 20 millones al año (por ejemplo) pero necesitan 30 o 40, y se ven obligados a defraudar a Hacienda. A veces les pillan. Es terrible.

Un caso reciente es el de Carlos Ghosn, presidente de Renault-Nissan. Tenía un sueldo decente, de 17 millones anuales. Se puede llegar a fin de mes incluso con la mitad. Pero él, dicen las autoridades japonesas, evadía impuestos. Confiemos en que todo sea un error, un malentendido, y el bueno de Carlos pueda proseguir con su vida de probo ejecutivo. Si no fuera el caso, debemos ser comprensivos. Este hombre sufre, según todos los indicios, una patología psicológica cada vez más frecuente.

Todos conocemos a algún multimillonario que se siente incomprendido, maltratado, pobretón, y acaba cayendo en el penoso hábito del fraude. Abre una cuenta en Andorra o Suiza, luego lleva un dinerito a las Islas Vírgenes, crea una pequeña sociedad en Panamá o Gran Caimán y, sin darse cuenta, se desliza por la pendiente. A partir de ahí, no hay más que sufrimiento. Una retención fiscal del 5% inflige un dolor agudo. El simple hecho de hacer una declaración de la renta, aunque salga negativa (suele ser el caso), supone una experiencia traumática para las víctimas del síndrome Avida dollars.

Los casos se multiplican. Hemos asistido a dramas como el de los papeles de Panamá y la lista Falciani. Las personas más ricas de España (Aristrain, Carceller) se ven agobiadas por enojosos pleitos con Hacienda a causa de algo que no es en realidad codicia, sino una enfermedad. Como la cleptomanía, pero a lo bestia. ¿Creen que los futbolistas más famosos y mejor pagados esconden dinero al Fisco por puro gusto? No, no y no. Es que sienten que con 100 millones no les alcanza para cubrir gastos, o les parece que ahorran poco, o lo que sea. No soy capaz de entrar en detalles porque nunca he sufrido el síndrome. El caso es que hay que hacer algo. Quizá, de momento, aumentarles el sueldo. Y darles un poco de ayuda psicológica. A medio plazo, tal vez podríamos liberarles de los impuestos. Ya los pagamos nosotros, que para eso estamos.