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Ciudades que empujan

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Marzo 2019 / 67

El municipalismo, por su conexión tan cercana con el entorno, es uno de los motores esenciales para favorecer el cambio.

ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR

El incremento tendencial de la población urbana en todo el mundo genera nuevos e importantes retos para el planeta y para las ciudades que viven el fenómeno. La economía lineal, basada en tomar recursos, fabricar, utilizar y rechazar, ha sido, y es, imperante en el proceso de desarrollo industrial, pero hoy es del todo insostenible y la transición hacia un nuevo modelo de consumo y producción se hace necesaria y urgente.

Muchas instancias apuestan por la economía circular. La Comisión Europea aprobó en 2015 un paquete de medidas específicas, un plan de acción, como un primer paso en un esfuerzo más bien a largo plazo, en el que están llamados a sumarse los Estados miembros. Según la Comisión, “la economía circular impulsará la competitividad de la UE al proteger a las empresas contra la escasez de recursos y la volatilidad de los precios y contribuir a crear nuevas oportunidades empresariales”. 

Siguiendo este enfoque business friendly, por decirlo de algún modo, las diferentes instituciones públicas se han volcado en publicar y difundir documentos parecidos. 

La Estrategia Española de Economía Circular del 2017, por ejemplo, indica: “Se aborda en un contexto en el que, tanto a nivel estatal como regional y local, ya existen iniciativas a partir de las cuales construir de forma coherente y sistemática un modelo de economía circular”. Un documento bastante pionero fue la Estrategia Catalana de Impulso a la Economía Verde y Circular, del 2015. 

Pero el impulso en el terreno de los hechos ha venido sobre todo desde las empresas privadas, que han encontrado en la economía circular maneras de conjugar sostenibilidad con ganancias de eficiencia y de beneficios. La simbiosis industrial, en la que las empresas ponen en marcha entre ellas la transformación de un antiguo residuo en un nuevo recurso, avanza a pasos de gigante. 

En este contexto, ¿cuál puede ser el papel de los municipios? ¿Podemos garantizar desde el municipalismo que la ola de la economía circular sea algo más que una moda terminológica, que no se quede en meras experiencias de éxito empresarial y que empape todo el sistema económico? Dicho de otra forma, ¿las ciudades pueden liderar este cambio?

En primer lugar, hay que decir que la Administración local está bien posicionada para hacerlo. Una política pública inspirada por la economía circular implicará necesariamente mecanismos de producción y consumo de proximidad. Los ecosistemas urbanos, especialmente los grandes ecosistemas, se pueden convertir en minas de residuos-recursos, fuente de oportunidades de simbiosis industrial y ámbito natural de transformación de bienes en servicios. La densidad de las ciudades actuales es una variable clave, ya que los factores de escalabilidad son imprescindibles, así como la capacidad de innovación tecnológica y de formación.

La Administración local tiene la capacidad de establecer los mecanismos de participación, cooperación y confianza entre los diferentes actores que hay que involucrar. La aplicación de los principios de gobernanza compartida favorece la corresponsabilidad social y permite afrontar grandes retos de ciudad, como son los relacionados con un cambio de modelo económico.

 

 CIUDADES Y ECONOMÍA CIRCULAR

Disponemos de múltiples ejemplos de estrategias locales de economía circular de éxito en algunas ciudades europeas.

PARÍS CIRCULAR. En el año 2015 se editó el Libro Blanco de la Economía Circular del Gran París como compromiso colectivo, con 65 propuestas de acciones que desarrollar. En julio de 2017, el Consejo de París aprobó el Plan de economía circular 2017-2020. El plan se desplegó con una primera hoja de ruta en 2017 y con una segunda hoja de ruta en 2018. Estas hojas contienen 15 acciones concretas para llevar a cabo, y así varios proyectos de economía circular se suceden en la ciudad. El plan también prevé un sistema de evaluación con indicadores de seguimiento, de los que ya se ha publicado el primer informe (Bilan 2017/18).

ÁMSTERDAM CIRCULAR. En 2015, Ámsterdam se planteó explorar las oportunidades que ofrecía la economía circular para la ciudad. El proyecto utilizaba la metodología de círculo urbano, el escaneo y la identificación de las áreas donde se puede conseguir el progreso más significativo y tangible en economía circular. En  2016 se elaboraron dos programas: Ámsterdam Circular: aprender haciendo y el Programa de Innovación Circular. Ambos contenían una gran variedad de acciones que ya se han llevado a cabo.

La evaluación de 2017 muestra que la economía circular es más rentable. Últimamente, Ámsterdam centra su atención en la construcción circular generando un movimiento en todos los Países Bajos con indicadores claros que ayudan y estimulan la apuesta del sector privado por la construcción circular. Ámsterdam ha fijado el objetivo de ser 100% circular en 2050.

BARCELONA. El Ayuntamiento de Barcelona participa de esta corriente y durante el actual mandato ha aumentado sus esfuerzos en este ámbito.

Uno de los instrumentos estratégicos es el Compromiso Ciudadano por la Sostenibilidad, que se define como un marco de referencia de la apuesta de Barcelona por la sostenibilidad. Fue redactado mediante un proceso participativo que condujo a la asunción de un texto ampliamente consensuado, con un millar de personas firmantes. Tiene 10 objetivos principales para progresar hacia este horizonte durante la década 2012-2022.

Un segundo instrumento es el Compromiso de Barcelona por el Clima, que se formaliza en el marco del anterior. La red de firmantes del primero decidió ir un paso más allá y marcar unos objetivos ambiciosos de mitigación y adaptación concretando las acciones climáticas a corto y a largo plazo. Hay que decir que Barcelona ha recibido por este plan el Premio Ciudades del Pacto Destacadas (Covenant Cities in the Spotlight), en la categoría de grandes ciudades. Este premio se añade a la certificación de la red de ciudades por el liderazgo climático C40. 

Los ecosistemas urbanos pueden ser ‘minas’ de residuos-recursos

Ámsterdam se propone ser 100% circular el año 2050

Barcelona aspira a un papel puntero en la transición 

Dentro del conjunto de medidas del futuro circular de Barcelona, podríamos destacar algunas especialmente significativas, como el plan estratégico de economía circular del polígono de Bon Pastor y Baró de Viver. El Bon Pastor y Baró de Viver son polígonos industriales situados en los límites de la ciudad, que han sobrevivido, como suelo industrial, a la presión residencial expansiva de Barcelona. Esta iniciativa representa una gran oportunidad para dotar estos espacios de una identidad propia orientada a la economía circular de la ciudad y ser el embrión de un referente del conjunto de la región metropolitana con el desarrollo de estrategias a favor de la reparación, la remanufacturación o la servitización. Este proyecto se quiere convertir en un polo de atracción de nuevos modelos de negocios y de empresas circulares.

En general, el total de actuaciones de las políticas a favor de la economía verde y circular durante el mandato que acaba han dado lugar a lo siguiente:* 

— 349 millones de euros de gasto de media anual (13% del presupuesto anual, por término medio).

— Más de 264 millones de euros desde el ámbito privado de media anual.

— Más de 5.200 puestos de trabajo temporales directos de media anual.

— 1.380 puestos de trabajo directos permanentes anuales como mínimo.

Es un inicio importante. Barcelona, avalada por su trayectoria y compromiso por la sostenibilidad y por la innovación, está en buenas condiciones para desempeñar un rol de ciudad puntera en la transición hacia la economía circular. 


*Según los resultados del estudio Economía verde y circular en las políticas del Ayuntamiento de Barcelona (2016-2019), elaborado por el estudio Ramon Folch i Associats.