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El parásito

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Septiembre 2017 / 50

Todo el mundo conoce al consumidor parásito: el chico que salta por encima del torniquete del metro para viajar gratis. Una versión más humorística es la de Pistoleros de agua dulce, una película de 1931 en la que los hermanos Marx se esconden en unos toneles para efectuar una travesía en barco sin pagar el pasaje… y, para desembarcar, intentan hacerse pasar por Maurice Chevalier, un cantante francés con acento parisino que en esa época era una estrella de Hollywood. El principio es el mismo: el parásito es aquel que quiere beneficiarse de un servicio gratuitamente dejando que los demás paguen los costes.

Además de en los transportes, encontramos ese comportamiento en muchas situaciones económicas. Puede tratarse del asalariado que deja que sus compañeros hagan huelga para mejorar unas condiciones de las que él se beneficiará sin movilizarse. O del fondo buitre que compra deuda de un país en dificultades y rechaza una anulación parcial de la misma, que han aceptado otros acreedores, para que le reembolsen el 100%.


COMPORTAMIENTO CIUDADANO

El comportamiento de parásito [un fenómeno que también se conoce como “problema del polizón”] no afecta sólo a un individuo o una empresa. Puede explicar la ausencia de movilizaciones políticas o sociales. Es la tesis desarrollada por el economista estadounidense Mancur Olson en su libro La lógica de la acción colectiva. ¿Para qué voy a ir a manifestarme para salvar el clima si los que van en mi lugar lograrán unos resultados de los que me voy a beneficiar quedándome en casa? A pesar de que el beneficio que puedo lograr con mi movilización (vivir en un medio sano) es con creces mayor que lo que supone mi participación (unas horas de movilización), no voy. Y como mi vecino sigue el mismo razonamiento que yo, nadie se manifiesta.

Otro economista, Albert Hirschman, se burló amablemente de ese libro publicado en 1965 y que teorizó la falta de movilizaciones colectivas… en vísperas de los vastos movimientos que se iban a desarrollar en Europa (como el de Mayo de 1968) y Estados Unidos. Para Albert Hirschman, el beneficio individual que se espera de una movilización no es la diferencia entre el resultado esperado y el esfuerzo que hay que hacer, sino la suma de los dos: lejos de comportarse como un parásito, al ciudadano le satisface contribuir a lo que considera un avance hacia un mayor bienestar público.

Sin embargo, no se manifiesta permanentemente, y en Interés privado y acción pública, Albert Hirschman explica que hay ciclos de movilización pública, pero también ciclos de repliegue a lo privado.