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Un caldo de cultivo para los extremos

La pobreza, la inflación y la falta de progreso económico extienden el hastío y propulsan opciones antipolítica que se inspiran en Trump

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Octubre 2022 / 106

Ilustración
Andrea Bosch

¿Ustedes se quejan de la inflación del 10% en España? Vengan y les mostramos. Acá estamos acostumbrados”, se queja una peluquera del barrio de Coghlan, en la capital argentina. “Acá los supermercados te marcan precios nuevos cada día. No se puede comprar nada”. El resto de las mujeres y las peluqueras que la acompañan comienzan a criticar a los gobiernos. “Estamos igual que siempre. Ni Cristina, ni Macri: son todos iguales. Este país no tiene arreglo”. 

El aire del ambiente huele al “¡Que se vayan todos!”, escuchado en los telediarios internacionales en 2001, cuando Argentina tuvo cinco presidentes en una semana, se devaluó la moneda y el corralito se comió los ahorros de parte de la clase media. 
 
Guardando las distancias, hoy también hay una gran decepción política. El kirchnerismo, pactando con el actual presidente Alberto Fernández para llegar al poder (Frente para Todos), no logró mejorar la vida del 50% de la población, que se mantiene por debajo de la línea de pobreza. Y los salarios reales son menores que los de 2019, según el Banco Mundial. 
Existe lo que los argentinos llaman “la grieta”, entre quienes apoyan fervientemente a Cristina Kirchner y los que siguen al expresidente de centroderecha, Mauricio Macri, de la agrupación Juntos por el Cambio (JxC), y odian a Cristina. Pero lo cierto es que las encuestas no dan más del 30% de la intención de voto a ninguno de los dos.
 
Argentina es la tercera economía de América Latina, con un PIB de unos 490.000 millones de dólares. En los 2,8 millones de kilómetros cuadrados que tiene el país, hay abundantes recursos naturales, tanto en la energía como en la agricultura. Tiene tierras fértiles y reservas de gas y litio, además de “un enorme potencial en energías renovables”, según el Banco Mundial. “Es un país líder en producción de alimentos, con industrias de gran escala en los sectores de agricultura y ganadería vacuna (...) y tiene grandes oportunidades en algunos subsectores de manufacturas y en el sector de servicios innovadores de alta tecnología”, resumen.
 
Pero la crisis sigue siendo eterna. Este año, con una inflación del 58%, ha resonado en las cabezas de las personas de más de 45 años la década de 1980, cuando la hiperinflación hacía que los supermercados marcaran nuevos precios en los productos varias veces al día. La inflación es la más alta de América Latina, solo por detrás de Venezuela. Y lleva años liderando las estadísticas latinoamericanas, y mundiales.
 
El pasado julio, una crisis política dentro del Gobierno llevó a la resignación de dos ministros de Economía en menos de un mes, y a la designación del “superministro” (con un ministerio que lleva también las carteras de producción y agricultura) Sergio Massa, que procede del peronismo de centro-derecha pese a que el kirchnerismo se considera de izquierdas. 
 
Por la inflación, y con el recuerdo del corralito todavía entre las cejas, los argentinos ahorran en moneda extranjera, normalmente debajo de un colchón o en una caja de seguridad. Pero los diferentes tipos de cambio por dólar no los conocen ni los argentinos. El diario Ámbito Financiero contabiliza hasta 10 tipos de cambio; el oficial, el blue (no oficial), el turista, el solidario, el de la Bolsa, el de la soja, el de las criptomonedas, el de las letras del tesoro, el de las empresas que cotizan en el exterior y el que se compra a turistas extranjeros. Argentina es complicada.
Imagen
Alberto Fernández
Alberto Fernández. El presidente hizo tándem en las elecciones de 2019 con Cristina Fernández de Kirchner
Por el alto precio de las materias primas, la crisis internacional por la guerra de Ucrania de alguna forma, podría haber generado incluso oportunidades al país. Pero la economía sufre una flagrante estanflación (estancamiento e inflación). Como explica el último informe económico para Argentina de la OCDE, publicado en junio, “está relacionada en gran medida con factores internos, ya que muchos precios internos están desvinculados de las tendencias globales. Además, los controles cambiarios, las bajas reservas de divisas y el limitado margen de actuación fiscal mantienen los riesgos elevados”.
 

Intento de asesinato de Cristina Kirchner

 
En medio de esta decepción política e interminable crisis económica, el pasado 1 de septiembre, el brasileño Fernando Sabag se coló entre los seguidores y los guardias de seguridad de la vicepresidenta, Cristina Kirchner, con un revólver y disparó. Pero la bala nunca pudo salir del arma, y el hombre fue apresado por la policía.
 
La conmoción fue inmediata, pero no movió apenas la concepción de sus seguidores ni de sus detractores. En seguida, el mundo kirchnerista salió a “defender la democracia” en la plaza de Mayo, y el antikirchnerista a decir que había sido un truco para tapar los problemas judiciales. 
 
Como muchos otros misterios de la historia argentina, todavía no se sabe demasiado qué hubo detrás del atentado. Pero el intento de asesinato no parece haber cambiado demasiado la intención de voto ante las próximas elecciones, en 2023.
 

Derechización

 
“Lo que estamos viendo es la crisis del sistema político argentino que viene de 2001”, dice Pablo Touzón, politólogo, analista y consultor político. “Entonces hubo un reseteo generalizado del sistema y se puso en escena el kirchnerismo y el macrismo, que no existían en el siglo XX y que hoy parecen haber llegado a un límite. Lideran el proceso político, pero a la vez son los dos personajes con más imagen negativa”. 
 
Todavía no se sabe quién se presentará dentro de los partidos mayoritarios, porque en Argentina primero debe haber unas primarias para elegir a los candidatos. 
 
La encuesta de agosto de la consultora Escenarios, liderada por Touzón, reveló que el 36,3% votaría a Juntos por el Cambio y el 19% al Frente de Todos. 
 
La tercera fuerza, con el 13,3% de la intención de voto, se la lleva el partido ultra La Libertad Avanza, liderado por Javier Milei, mediático seguidor de Jair Bolsonaro y de Donald Trump. Milei, que había llegado a obtener una intención de voto del 20%, se declaró a favor de la venta de órganos humanos:
"Es un mercado más", dijo. Y a favor de la libre portación de armas.
 
El historiador, profesor e investigador Horacio Tarcus resume: “Hay un crecimiento social de la derecha. Milei sintoniza con un sector de la sociedad que quedó decepcionado del progresismo”, explica Tarcus. “Es un actor político a considerar, que crece como decepción a los fracasos de los progresismos y las izquierdas. Esto ha sido así en otros lados y en otros momentos de la historia. Hay crisis social, malestar, desocupación, crisis de las instituciones. Es el caldo de cultivo ideal para que aparezca por fuera del sistema un líder mesiánico”.