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De la esperanza a la realidad

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Febrero 2021 / 88

Fotografía
Chairman of the Joint Chiefs of Staff

Origen
Flickr

En el momento de escribir estas líneas, la mayor parte de ciudadanos vuelven a estremecerse ante la virulencia de la tercera ola de la pandemia de covid-19. La enfermedad ha contagiado a casi 100 millones de personas y ha causado más de dos millones de muertos en todo el mundo. EE UU encabeza la lista de países por víctimas mortales con más de 400.000 personas, mientras que España aparece en el décimo lugar del ranking mundial en cifras absolutas con más de 55.000 fallecidos, pero en un inaceptable cuarto puesto en términos relativos (116 por 100.000 habitantes), después de Reino Unido, Italia y EE UU.

El impacto de la enfermedad en costes humanos es abrumador por el fuerte aumento del desempleo y la pobreza. En estas circunstancias resultan inspiradoras las palabras del escritor Albert Camus: “Donde no hay esperanza, debemos inventarla”. Una esperanza fundada principalmente en la ciencia y en el propósito de erradicar la injusticia.

Realmente hay razones para la esperanza. En un tiempo récord y gracias a las ayudas públicas se han logrado vitales vacunas. Las dificultades están ahora en su distribución. Resulta preocupante la desprotección en que se encuentran los ciudadanos de los países pobres. La Unión Europea se ha comprometido a proporcionar gratuitamente vacunas a todos sus habitantes y extenderla a los países vecinos. Pero en esta materia la solidaridad de los ricos debería extenderse a todos los países.

En EE UU la victoria del demócrata Joe Biden es el cambio más esperanzador de los últimos tiempos. Es un acontecimiento que pone fin a uno de los periodos más tenebrosos de la historia del país que acabó con el asalto del Capitolio. Detrás de estas acciones está la desconfianza de los ciudadanos en ciertos tipos de democracia que los empobrece y desposee de sus derechos fundamentales.

Valores humanistas

Las emotivas palabras de la joven poeta Amanda Gorman, hija de madre soltera y descendiente de esclavos, en el acto de toma de posesión de Biden, es un buen ejemplo de que otra sociedad basada en valores humanistas es posible.

El Gobierno de Biden ha puesto en marcha un rápido plan de estímulos económicos de 1,6 billones de euros, que se ha fijado como prioridades sacar a 12 millones de estadounidenses de la pobreza, regularizar a 11 millones de inmigrantes y reunificar el país. Al mismo tiempo, se ha comprometido a reintegrar a Estados Unidos en el Acuerdo de París sobre el Clima y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La recuperación mundial podrá apoyarse de nuevo en China, que registró un crecimiento del 6,5 % el último trimestre del pasado año y podría superarlo en este ejercicio.

En Europa, a pesar del avance que ha supuesto la creación de un fondo común de 750.000 millones de euros, el peligroso potencial de la tercera ola de la pandemia despierta mucha incertidumbre. La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, ha alertado del serio peligro de una doble recesión en la eurozona.

La covid-19 ha agravado heridas sociales no cicatrizadas

La crisis exige poner en práctica ideas económicas diferentes

En la Unión la pandemia ha agravado las heridas sociales no cicatrizadas de la crisis de 2008. El deterioro social es insostenible. A los 14,8 millones de desempleados hay que añadir 29,4 millones de trabajadores infrautilizados que sobreviven con salarios de miseria.

España, uno de los países más afectados por la crisis, enfila 2021 con muchos temores. Los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) que llegaron a proteger a 3,6 millones de trabajadores y actualmente acogen a 750.000, han permitido salvar muchos empleos, pero hay dudas sobre lo que ocurrirá a partir de junio cuando terminen. Los riesgos para el empleo en el turismo, hostelería y automoción son muy elevados. Las medidas como el ingreso mínimo vital y la prohibición de los desahucios han sido importantes pero insuficientes. Oxfam advierte de que la pobreza grave podría aumentar en casi  800.000 personas y llegar a 5,1 millones.

La profundidad de la crisis muestra la inviabilidad del sistema capitalista como se ha desarrollado. También indica la inutilidad de las doctrinas económicas convencionales, como explicó el dossier de enero de AlterEco, para organizar la economía de una manera viable. Esta crisis exige poner en práctica las ideas económicas, todavía minoritarias, que abogan por otras relaciones internacionales basadas en la sostenibilidad, la igualdad y el respeto a los derechos humanos.