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Ciudades costeras en busca de alternativas

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Noviembre 2021 / 96

Especialistas en adaptación al cambio climático no ven una solución fácil a la subida del nivel del mar en España. Expertos y expertas piden más estudios por parte del Gobierno y dejar de construir en primera línea.

Ya ha salido en todos los medios la noticia apocalíptica: el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático ( IPCC, en sus siglas en inglés) dice que el nivel del mar aumenta a un ritmo de 3,4 milímetros por año. Estos milímetros al año  en zonas de acantilados no suponen grandes riesgos. Pero en playas y zonas urbanizadas supondrán una gran entrada de agua tierra adentro que ya está produciendo, y producirá, daños importantes y pondrá en riesgo a la población, infraestructuras y servicios básicos. En las próximas décadas, los impactos de la subida del nivel del mar se agravarán durante las mareas vivas y con eventos extremos como oleajes, tormentas, ciclones y hasta tsunamis.

Pasa ya en todo el mundo. Pasa en los países pobres y en algunas islas del Pacífico. Pero también se ha visto en Estados Unidos, en el Estado de Florida y en Nueva York. Y en Venecia. Y, por supuesto, las ciudades españolas no están fuera de peligro. Por el contrario, muchos de los efectos del cambio climático ya están aquí causando destrozos en el litoral.

Los modelos señalan que el proceso de subida del nivel del mar será más importante a partir de mediados de este siglo y sus efectos más manifiestos en las costas cantábricas y atlánticas, mientras que en el litoral mediterráneo será menor debido a que no está tan afectado por las mareas.

Sin embargo, Jorge Olcina Cantos, catedrático de Análisis Geográfico Regional y Geografía Física de la Universidad de Alicante y presidente de la Asociación Española de Geografía, no es muy optimista: “Es urgente que monitoricemos la costa española con más medidores de nivel del mar, porque en la actualidad la red es muy escasa, y sin medición constante no se podrá evaluar adecuadamente el proceso. Además de la subida del nivel del mar, particularmente a mí me preocupa el desarrollo cada vez más frecuente de temporales marítimos con efectos en la línea de costa. Este tipo de temporales, como la borrasca Gloria, son cada vez más frecuentes e intensos y generan muchos daños”.

El proceso de subida del nivel del mar es lento, pero las costas se ven azotadas por las tormentas

Los modelos de cambio climático señalan que este tipo de episodios extremos de temporal van a ser más frecuentes en las próximas décadas. “Ello nos obliga a reconsiderar las concesiones existentes en el dominio público marítimo-terrestre y que la Ley de Costas de 2013 amplió 75 años más”, agrega Olcina. “Esto hay que revisarlo urgentemente porque hay muchas casas en primerísima línea de costa que tienen un riesgo muy alto de verse afectadas. Se puedan perder incluso vidas humanas por este tipo de eventos extremos”.

La recién aprobada Ley de Cambio Climático abre la puerta a la posible revisión de los periodos concesionales en el dominio público. “Esto hay que activarlo ya y sacar de la primera línea de costa aquellas viviendas con ocupación permanente donde corra riesgo la vida humana por efecto de tos temporales marítimos”, concluye Olcina. “Hay llegar a acuerdos con sus propietarios para ofrecerles terrenos tierra adentro. Esto lo tienen que realizar la Administración estatal, de la que depende la gestión del dominio público marítimo terrestre, y la local, que gestiona el planeamiento urbanístico municipal”.

Olcina opta por esta medida drástica y muy poco aceptada socialmente porque las obras de protección, como diques o escolleras, se han mostrado insuficientes con los últimos temporales ocurridos en 2017 y 2020. “Es un proceso lento, pero es indispensable que se comience cuanto antes a la vista de lo que indican las proyecciones de cambio climático”, culmina.

Temporal en la playa de Gijón. Fotografía: David Álvarez López

Los ejemplos son lugares de alto riesgo por razones de protección de los valores naturales, como el delta del Ebro, pero también lugares como el litoral de la provincia de Valencia, entre Cullera y Oliva, o  de la provincia de Alicante, que tiene viviendas casi pegadas al mar en la playa de Babilonia, en Guardamar del Segura. 

Estrategias de adaptación 

Marta Olazabal, investigadora del Basque Centre for Climate Change (BC3) y responsable del grupo de investigación sobre Adaptación al Cambio Climático, está de acuerdo con Olcina. Y cree que España no está haciendo los deberes correspondientes. Según Olazabal, "es ahora prioritario congelar los procesos de densificación y urbanización en suelo consolidado. No solo no se  está trabajando en reducir riesgos, sino que hoy en día todavía se está construyendo en primera línea. En los planes de ordenación urbana tendrían que limitar mucho más la urbanización de esas zonas y, al menos, no dejar que se cambien los usos del suelo”. Olazabal entiende que haya reticencia a las actuaciones en primera línea de costa, no solo porque para muchas personas son las casas de toda la vida, sino porque también están en riesgo actividades económicas locales.

Soluciones naturales

Sin embargo, aunque en voz baja sí se están discutiendo estas medidas drásticas en alguna comunidad autónoma donde hay peligro extremo, también se estudia la implementación de soluciones infraestructurales o basadas en la naturaleza, o combinaciones de ambas. Las soluciones basadas en la naturaleza buscan no solo reducir los impactos costeros, sino también otros efectos del cambio climático, como puede ser el calor. “Por ejemplo, en ciudades con duras olas de calor y escasez de agua, una zona verde costera con suelo permeable que capture agua y a la vez dé un mayor confort térmico es un buen camino a seguir”, agrega Olazabal. “Hay sitios donde es complicado porque son zonas consolidadas, pero existen ejemplos en el mundo de zonas en las que se plantean intervenciones que combinan zonas verdes y bombas que recojan el agua y la descarguen en otro punto de la red. Por ejemplo, en Nueva York”. 

También es necesario proteger los ecosistemas, las marismas y las dunas, que protegen de temporales y de la erosión.  

España necesita mejorar en medidores y en financiación de la prevención de desastres

No existen medidas que sirvan para todos los sitios, sino que cada lugar requiere de una valoración específica del riesgo y de la vulnerabilidad; hacer estudios y planes de emergencia, cuando las personas no se quieren ir definitivamente, a pesar del riesgo.

En India, por ejemplo, encontraron una solución particular, porque la gente no quería abandonar zonas de riesgo. Construyen casas prefabricadas que pueden ser trasladadas cuando sube el nivel del agua. Cuando acaba la época de monzones, vuelven a trasladar las casas a su sitio original. Son proyectos piloto. 

En otros países, la mayoría de la gente prefiere irse cuando hay un evento extremo y luego regresar, porque el agua inunda carreteras o garajes pero no daña la estructura de las casas. 

En el caso español, según las personas expertas, si bien se está avanzando, no se está haciendo lo suficiente. Reclaman más estudios, un incremento de la capacidad técnica de los ayuntamientos y un presupuesto para preparar a las ciudades para los impactos climáticos. 

Para tener una solución a la holandesa, se requeriría una coordinación institucional y un presupuesto que actualmente no existe.

 

El ejemplo de los Países Bajos

Los Países Bajos son el mejor ejemplo de planificación frente a la subida del nivel del mar. El resto de los países de Europa lo miran con ojos grandes.

Canal en Róterdam. Fotografía: Getty

Ciudades como Róterdam están muy expuestas, pero la gente sigue viviendo allí sin probemas. El Gobierno ha construido unas barreras que se cierran cuando sube la marea, especialmente en temporadas de tormenta. 

Venecia también tiene una nueva barrera que fue muy efectiva el año pasado. Las barreras del Támesis, en Londres, y de Hull, en Yorkshire, (norte de Inglaterra) se construyeron en la década de 1980 cerrarse solo unas pocas veces y han terminado siendo muy efectivas.

Pero ahora el referente neerlandés está cambiando la estrategia para crear soluciones más respetuosas con la naturaleza. Allí renaturalizan los cauces de los ríos, de forma que cuando hay subidas el agua coja otros caminos. Tienen, actualmente, un programa con cerca de 70 intervenciones para echar atrás los diques. 

Ante las lluvias y tormentas, también en Róterdam están instalando, por ejemplo, granjas en las azoteas de los edificios. Algunas tienen capacidad de 60 litros de agua por metro cuadrado, lo que implica aislamiento térmico natural y un lugar idóneo para cultivar alimentos.