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Pensiones sostenibles y suficientes

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Diciembre 2016 / 42

La política del Gobierno durante estos años de utilizar los recursos del Fondo de Reserva de la Seguridad Social para sufragar las pagas extra de las pensiones  ha causado enorme alarma entre la opinión pública, en general, y entre el colectivo de los pensionistas, en concreto. La utilización del Fondo de Reserva no es una buena noticia, pero es necesario huir de alarmismos y evitar extender la idea de la quiebra del sistema. 

Las pensiones se continuarán pagando. Mejor sería no hacerlo con los recursos del fondo, claro. Tiene razón el Gobierno cuando afirma que dicho instrumento se creó para hacer frente a los déficits del sistema, tal como ha sido y es durante estos años, pero también es verdad que cuando se diseñó en el marco de los Pactos de Toledo, y como consecuencia del proceso de separación de las fuentes de financiación, se hizo pensando en la necesidad de dotar al sistema de un instrumento financiero que coadyuvase al pago de las  pensiones de jubilación durante los años veinte de este siglo, cuando deberá afrontarse la jubilación de las numerosas generaciones del baby boom, y no durante la crisis. 

Hoy, a resultas de esa opción, tenemos menos capacidad para los retos del futuro. Y es que los retos serios del sistema de pensiones no están planteados a corto plazo. La Seguridad Social ha resistido durante los peores años de la crisis, las pensiones se han continuado pagando y han protegido de manera suficiente a la mayoría de los pensionistas. Es más, éstos, durante los últimos años, han mejorado su posición relativa en el reparto de la riqueza de la sociedad y el riesgo de pobreza entre los mayores ha disminuido. No sólo eso. Para muchas familias con todos sus miembros adultos sin empleo, las pensiones han sido esenciales. 

El papel estabilizador de las pensiones ha sido, pues, enorme en estos años. Todo ello debe reforzar la convicción de la necesidad de contar con un sólido sistema público de pensiones como mejor fórmula para garantizar los ingresos de quienes durante toda su vida han trabajado y cotizado y que a partir de una cierta edad tienen derecho a dejar de trabajar.

 

Bases de cotización

A corto plazo, debe decidirse cómo se afronta el déficit que el sistema tiene hoy como resultado del desempleo masivo originado por la crisis, el incremento del importe  medio de las nuevas pensiones de jubilación, la cuantía menor de las bases medias de cotización de los nuevos empleos creados durante estos  últimos años y la opción gubernamental de financiar las bonificaciones a la Seguridad Social, que es una política de empleo, a cargo de las cotizaciones a este organismo. 

No parece razonable que la mejor opción de futuro sea continuar vaciando el Fondo de Reserva. La mejora de las bases medias de cotización y la creación de empleo son clave, y ahí la subida del salario mínimo interprofesional y la lucha contra el fraude en materia de empleo temporal, a tiempo parcial o becas para jóvenes, pueden ayudar a cerrar la brecha entre ingresos y gastos. Evidentemente, toca dar cumplimiento al Pacto de Toledo y financiar la política de empleo a cargo del presupuesto. Pero debe abordarse también la revisión del mecanismo anual de revaloración de la cuantía de las pensiones. La fórmula que se impuso en la última reforma no está orientada a garantizar el poder adquisitivo de las pensiones, y eso empieza a ser un problema en cuanto a evitar el incremento de riesgo de pobreza entre los mayores.

A medio plazo, el reto es afrontar la jubilación de los baby boomers, lo que abre la discusión de incorporar nuevas fuentes de financiación para el sistema. Queda todavía mucho recorrido en materia de separación de nuevas fuentes de financiación. Por ejemplo, que las pensiones de viudedad y orfandad se sufragasen a cargo de los Presupuestos Generales del Estado. Ahí el margen es considerable. Sabemos que el incremento de las cuotas es una senda que no tiene mucho recorrido, porque afecta la creación de empleo. 

La subida del salario mínimo ayudaría a reducir el déficit

La clave serán más impuestos y menos cotizaciones

La clave de la sostenibilidad del sistema va a ser establecer más impuestos y menos cotizaciones. Y claro, mejorar algunos parámetros del sistema. Por ejemplo, deberá revisarse el factor de sostenibilidad, que entrará en vigor en 2019 y que vincula el cálculo inicial de la cuantía de la pensión a la evolución de la esperanza de vida, por otro mecanismo que facilite un incremento de la edad de jubilación acompasado a la evolución de la esperanza de vida, con las flexibilidades necesarias en función de los distintos tipos de empleo, para evitar situaciones injustas. Deberá optarse por una decidida y moderna política de apoyo a las familias jóvenes con el fin de incrementar la tasa de natalidad y gestionar de manera inteligente y eficaz los flujos migratorios. Finalmente, el ahorro complementario, que debe aspirar a garantizar que el conjunto de los ingresos de los pensionistas mantengan una elevada tasa de reposición respecto a su último empleo, tendrá que plantearse en serio. Ahí, la negociación colectiva debería tener un papel relevante.

Sin alarmismos, podemos y debemos garantizar pensiones sostenibles y suficientes para todos.