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Emprendimiento // La burbuja de las 'startups'

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Marzo 2020 / 78

El 93% de las iniciativas no superan los cinco años.

En este mundo de grandes novedades tecnológicas los pelotazos se hacen a golpe de clic. Y también, sobre todo, los fracasos estrepitosos. Ganan los grandes inversores, los funcionarios, las asesorías, los vendedores de humo y los departamentos de propaganda política. Pierden la mayoría de las personas ilusas que se animan a lanzarse a una startup y que, en general, ponen dinero de su propio bolsillo o de familiares. Y la mayoría trabajadora, que también pone dinero en impuestos que se van en subvenciones sin ver ningún retorno, ni siquiera en los poquísimos casos en que efectivamente se gana dinero. Según el último informe de la Startup Summit Spain, de 2019, solo el 7% de las startups españolas siguen vivas después de cinco años (véase gráfico). Son fracasos básicamente masculinos, porque solo el 20% de los emprendedores son mujeres.

Si se miran los datos del INE de mortalidad de las empresas, en general (últimos datos de 2017), a los cinco años sobrevive el 42,7% de las mismas. Es decir, aunque sigue siendo un dato negativo, tienen una posibilidad de sobrevivir bastante mayor.

Pero ¿qué es exactamente una startup y para qué está hecha? Aunque algunos podrían pensar que una startup es simplemente una empresa de base tecnológica que está comenzando, lo cierto es que todo está pensado para que estas empresas, si tienen éxito, sean vendidas o llevadas a Bolsa. Por eso, organismos públicos como Acció de la Generalitat de Catalunya, en sus rondas de subvenciones dejan fuera a las cooperativas. Esta fórmula empresarial no está pensada para ser vendida.

La farsa

Para Javier López Menacho, autor del libro La farsa de las start-ups, “toda la maquinaria empresarial y política ha apostado desde hace tiempo por este modelo de creación de empresa, que concentra la riqueza en pocas manos, en modelos especulativos de alto riesgo”, explica. “Es una característica fundamental de las startups y, sin embargo, el modelo se hace hegemónico. La innovación y las nuevas tecnologías tienen una gran prensa. A los medios de comunicación les viene bien hablar de relatos exitosos. Generan clics y tienen repercusión. Y para los jóvenes emprendedores, la idea de tener mucho éxito es muy tentadora. Luego, a los Gobiernos les hace una campaña de branding estupenda: apuestan por la transformación digital y por la innovación. Y, sobre todo, el relato le conviene a las venture capital y a los inversores. A las grandes tecnológicas internacionales les sirve de cartera. Todos estos actores sacan tajada. Han ido conquistando espacios públicos, universidades, escuelas de negocio. Pero las estadísticas dicen que apenas crean tejido empresarial. Generan muy poco PIB y poco empleo a largo plazo”.

Enric Serradell-López, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya, opina que es importante que las organizaciones públicas apuesten por las startups, y que lo hagan pensando en cualquier empresa, aunque no estén hechas para ser vendidas. “Nosotros tenemos un premio anual en el que impulsamos estas iniciativas. Hemos captado alrededor de 200 proyectos, de nuevas empresas innovadoras. Si habláramos con estos 200 proyectos, pocos dirían que lo que quieren es venderla. Tienen mucha ilusión”, agrega.

Un impulso real

En este sentido, para Serradell, es importante impulsar las startups. “Cuando se crea una empresa, si tiene un producto innovador, necesita diseño de software e inversión”, indica. “España está mucho peor que otros países en startups. Uno de los problemas es la falta de capital. Esto quiere decir que si hay dos empresas con el mismo producto, una creada aquí y una norteamericana, con una ambición más grande, la española perdería. Salimos a la carrera en peores condiciones. El problema es cómo se mide el éxito. “Hablamos de unicornios, de empresas con 1.000 millones de dólares de valoración. Esos números exorbitantes pasan por salidas a Bolsa. Parece que tener éxito supone ceder la propiedad a una empresa más grande. Se diluye la propiedad de los primeros fundadores, porque los inversores quieren una parte. Y los fundadores ven reducida su participación. Además, las características de los fundadores, personas innovadoras, son bastantes diferentes de las que se necesitan cuando la empresa está consolidada: mayores bases de planificación y estrategia. Las empresas van cambiando y van cambiando también los directivos”.

20% de las iniciativas están hechas por mujeres 

7,5% de los nuevos negocios son en tecnologías

Según el último barómetro del emprendimiento del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, el emprendimiento tecnológico es bajo en España, pues solo el 7,5% de las iniciativas emprendedoras se realizaron en sectores de alta y media tecnología. “La mayor parte de las iniciativas de emprendimiento entre los españoles tienen como motivación la de aprovechar una oportunidad, un negocio detectado (70,7%), si bien no son pocos los que emprenden por necesidad (22,6 %)”, dice el informe. 

En el tejido empresarial español no son las grandes empresas, sino las pequeñas las que generan más empleo. “En España había en 2018 más de 3,3 millones de empresas, de las cuales el 95% eran microempresas. Aunque este fenómeno es similar a la de cualquier economía del mundo, en el caso de España la peculiaridad es que estas empresas aportan gran cantidad de empleo (38%), y una cuarta parte del PIB (24 %)”.