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Finanzas éticas... y más eficientes

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Noviembre 2019 / 74

Informe: La banca ética no solo aporta fondos para proyectos sostenibles y la economía social, sino que es incluso más rentable que la convencional.

Un momento de la presentación del informe. FOTO: Marta Ruiz / Fets

El primer pensamiento cuando se habla de “banca ética” suele ser a menudo algo así: buena gente, bienintencionada... pero a saber si les salen las cuentas.

En realidad, las cuentas les salen mejor que a la banca convencional, que solo ha podido sobrevivir a la crisis de hace una década gracias a ingentes cantidades de dinero público, que se inyectaron al sistema financiero para evitar su colapso. 

Esta es una de las conclusiones que se desprende del segundo informe sobre Las finanzas éticas y sostenibles en Europa, que analiza la evolución del sector y lo compara con la de los bancos, que, por su importancia, la UE tiene calificados como “sistémicos”. Entre los primeros, miembros de asociaciones de banca ética como la Alianza Global por una Banca con Valores (GABV, en sus siglas en inglés) y la federación europea del movimiento (FEBEA), se calcularon los datos de 23 entidades, tres de las cuales disponen de ficha bancaria para operar en España: Triodos Bank, Fiare Banca Etica (cuya fundación, Finanzas Éticas, ha editado el informe) y Caixa Pollença. Entre  los segundos, los colosos financieros europeos, se tomaron en consideración los datos de 15 “bancos sistémicos”, uno de los cuales, el Banco Santander, con sede central en España.

 

CIFRAS AÚN HUMILDES

El conjunto de los 23 bancos éticos analizados arroja cifras globales todavía muy humildes en comparación con los colosos europeos. Entre todos suman 46.000 millones de euros de activos totales (el Banco Santander supera él solo los 1,3 billones), 35.000 millones en créditos concedidos y 33.000 en depósitos, en un sector donde sobresalen en términos absolutos el francés Crédit Coopératif  y el holandés Triodos, los dos únicos que superan los 10.000 millones en activos.

Sin embargo, pese a la humildad de las cifras, el sector de banca ética no solo está en crecimiento año tras año (tanto en cifras de operaciones como en la cartera de servicios que ofrece), sino que está demostrando una mayor eficiencia que la banca convencional en aspectos clave del negocio como la concesión de créditos, la solvencia y hasta la  rentabilidad. 

La eficiencia tiene que ver en buena medida con realizar correctamente las tareas tradicionales de la banca, como dar créditos que sirvan para la economía productiva (en el caso de la banca ética, además, asegurando que la acción financiada tiene un impacto social positivo y que contribuye al cambio para lograr un mundo más sostenible). El estudio calcula que el porcentaje de créditos otorgados en relación con los activos totales en la banca ética ascendió al 76,9% en 2017 (66,7% en 2007), muy por encima del 40,5% de la banca sistémica (32,4% en 2007), que se dedica a muchas otras actividades sin relación con la economía productiva.

Esta mayor vinculación con la economía productiva no supuso ningún perjuicio para la obtención de beneficios, sino todo lo contrario, al estar alejada su actividad de las prácticas especulativas. Estas suelen combinar los pelotazos con las grandes pérdidas y solo una perspectiva a largo plazo permite hacerse una idea clara de la evolución real. El estudio compara banca ética y sistémica a partir de un indicador clásico de los mercados, el ROE (rentabilidad de los recursos propios): entre 2012 y 2017, los bancos éticos y sostenibles europeos tuvieron una rentabilidad media en ROE del 4,36%, por apenas el 0,9% los sistémicos. Si el foco se pone en los últimos 10 años, el ROE medio fue del 3,98%y del 1,23%, respectivamente, de nuevo a favor de la banca ética.

La banca ética está también mejor preparada que la sistémica para hacer frente a una nueva crisis si se toma en cuenta el patrimonio neto de unos y otros en relación con sus respectivos pasivos.  En 2007, los bancos éticos y sostenibles europeos tenían una ratio del 10,8%, que en 2017 había subido levemente hasta el 11%. Por su parte, los sistémicos pasaron en el mismo periodo de un  mísero 3,6%, que ayuda a entender la hecatombe del sector ante una crisis que no preveía, al 5,9% de 2017, un porcentaje mejor pero todavía muy precario.