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La economía socialdemócrata // Por una globalización no solo económica

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Junio 2014 / 15

El gran reto socialdemócrata es luchar por una globalización también de las instituciones.

El libro escrito por el profesor de economía de la Universidad de Oviedo Francisco Blanco es un ejemplo de trabajo honesto, académicamente sólido y de una encomiable sistemática en su desarrollo argumentativo. Como dice Josep Borrell en un interesante prólogo (en el que aprovecha para recordar sus propias peripecias), “Blanco persigue con su libro una gran ambición: la de demostrar que las políticas socialdemócratas son las más adecuadas no solo para repartir riqueza, sino también para crearla”. Y lo hace con argumentos y datos que pretenden, sobre todo, convencer a sus propios colegas en el campo de la perspectiva económica dominante. En este sentido, el libro, de poco más de 170 páginas, es un ejercicio de contención para evitar acudir a planteamientos normativos o de cariz estrictamente político. Repasa tanto autores clásicos —Locke o Smith—, como las aportaciones más recientes e influyentes de Wilkinson y Pickett, pasando por Keynes, Nozick y Rawls, entre muchos otros. Todo ello lo hace de manera consistente con sus objetivos, sin excesos academicistas ni simplificaciones sesgadas.

La economía socialdemócrata. Crisis y globalización.
Francisco Blanco, con prólogo de Josep Borrell 
Tecnos, 2014 176 páginas 
Precio: 12,50 €

Para mí el punto de tensión clave en el buen trabajo de Blanco se sitúa en el contraste entre todo el libro y el último capítulo, “Un mundo sin reglas”. En el mismo se constata el brutal y consciente ataque que implica la globalización económica a los equilibrios conseguidos en Europa, sobre todo, entre el final de la Segunda Guerra Mundial y mediados de los años setenta del pasado siglo. Como dice Blanco: “La socialdemocracia ha sido incapaz de entender que si quiere tener algún futuro, no debe resignarse, sino luchar por un nuevo modelo de globalización en el que la internacionalización de la economía se vea acompañada por una internacionalización de las instituciones”. Lo que no sabemos muy bien es cómo hacerlo y tampoco si la socialdemocracia está por esa labor. No se exploran en el texto, y supongo que tampoco se pretendía, los nuevos espacios que pueden generarse por las relecturas de Polanyi, los trabajos de Ostrom sobre bienes comunes, y la solidez que pueden representar en el futuro la economía social y cooperativa. Es decir, otras maneras de combinar la capacidad de plantearse las necesidades humanas de subsistencia y los formatos de producción y distribución en un escenario en el que los Estados parece que van perdiendo buena parte de sus capacidades de equilibrio.