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La gran crisis: cambios y consecuencias // Un gran trabajo para tratar de entender la crisis

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Julio 2015 / 27

La explicación más completa y comprensible de la crisis financiera con elevado rigor.


 
La gran crisis: cambios y consecuencias
Martin Wolf
Deusto, 2015
560 páginas. Precio: 22,95 €

La gran crisis: cambios y consecuencias es un libro para entender lo que está ocurriendo en la economía. Martin Wolf ha escrito un libro con la humildad de los sabios, que facilita mucho su comprensión. “Debo empezar”, advierte, “por ser honesto conmigo mismo y con mi lector: aunque me he pasado mi vida profesional analizando la economía mundial y he visto numerosas crisis financieras, no preví una crisis de semejante magnitud en los países desarrollados”.

También quiere ser honesto con el lector al exponer de antemano su posición política. Wolf se define como un seguidor de su padre, “apasionado de la democracia liberal,  que le convirtió en un firme anticomunista en los años de la guerra fría”.

Hijo de un refugiado judío austríaco, Martin Wolf (Londres, 1946) es seguramente uno de los economistas / periodistas más leídos, especialmente  por sus dos columnas semanales en el periódico económico más influyente del mundo, el Financial Times, en el que es editor jefe de Economía desde 1996. Antes de llegar al periodismo se había forjado una sólida formación en el Nuffield College de Oxford y durante diez años en el Banco Mundial. Formó parte de la Comisión Vizkers, que analizó la reforma del sistema financiero en el Reino Unido.

La primera parte del libro es un relato de “las consecuencias” de la crisis financiera que sacudió las economías financieras desde 2007, que en su opinión  “ha convertido a la economía mundial en frágil y a las economías de los países desarrollados en débiles”. En esta parte es muy sugerente la descripción del cambio repentino de las políticas de estímulo económico a la austeridad. El autor explica como en las reuniones del G-20 de Washington, Londres y Pittsburg (2008 y 2009), los líderes mundiales apostaron por una “fuerte respuesta política hasta que se asegure una recuperación duradera”.  Su compromiso era “actuar para asegurar que cuando el crecimiento regrese, los trabajos lo harán también. Evitaremos cualquier retirada  prematura de los estímulos”. Pero este discurso cambió de manera imprevista en la reunión de Toronto en junio de 2010. En la ciudad canadiense,  la preocupación ya no eran el crecimiento y el empleo, sino controlar el déficit público.  La nueva doctrina subrayaba la importancia de “alcanzar la sostenibilidad fiscal”.  No fue un mero cambio retórico a favor de la austeridad, sino que “el ajuste fiscal empezó en 2010 o 2011 en todos los grandes países”. 

Una de las causas de este giro fue la influyente investigación académica sobre los límites del endeudamiento público y privado. Para Wolf, una de las razones del cambio fue el simplista y erróneo mantra de que “uno no puede salir de la deuda incrementándola aún más”. En su opinión, el punto crucial, sin embargo, es que “los nuevos deudores no son los mismos que los antiguos. Es necesario que el solvente se endeude cuando quienes ya no son solventes no pueden hacerlo”. El autor insiste: “Si todo el mundo trata de cortar su endeudamiento y su gasto al mismo tiempo, el resultado será una depresión”.

REGULACIÓN Y COOPERACIÓN Martin Wolf cree que todavía hay que aprender mucho de esta crisis. Piensa que los países individuales deben gozar de más libertad para diseñar sus políticas a fin de adaptarse al mundo globalizado

En la segunda parte el autor se concentra en el análisis de la fragilidad financiera, las burbujas del crédito y la búsqueda de mejores ideas para conseguir un mejor sistema financiero.  Wolf  opina que la crisis de la eurozona fue parcialmente responsable de “este infeliz resultado que resultó ser el segundo acto de la crisis financiera global”. No oculta su mala opinión sobre la moneda única: “El euro ha sido un desastre”, proclama. Y argumenta: “Un proyecto que pretendía fortalecer la solidaridad, traer la prosperidad y debilitar la dominación económica alemana de Europa ha conseguido precisamente lo opuesto: ha socavado la solidaridad, destruido la prosperidad y reforzado la dominación alemana, al menos durante cierto tiempo”.

Pero sobre la cuestión de fondo de qué hacer con la eurozona, ante la disyuntiva de un divorcio o matrimonio señala que la primera opción “es muy dura pues las consecuencias económicas y políticas podrían ser devastadoras”.

Considera, en cambio, que si Europa opta por un buen matrimonio necesita grandes esfuerzos.  Para que funcione ese buen matrimonio, “la eurozona debe generar ajustes simétricos, reestructuración de la deuda y reformas fundamentales adicionales, incluyendo la de sus acuerdos fiscales”. Y advierte de que si los alemanes insisten “en retener su enorme superávit externo, en mantener la inflación baja, en la responsabilidad nacional de las deudas de los bancos, y en una disciplina fiscal cada vez más ajustada, no funcionará”.