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Mis años en la reserva federal // Manual de un banquero central en caso de pánico

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Pertenece a la revista
Marzo 2014 / 12

MEMORIAS: La obsesión por no caer en los errores de la Gran Depresión guió a la Reserva Federal en la primera crisis global.

Mis años en la Reserva Federal
Ben Bernanke
Deusto, 2014
188 páginas.
Precio: 19,95 €

Despiertan curiosidad las reflexiones que pueda hacer Ben Bernanke, que fue presidente del banco central de Estados Unidos durante la mayor crisis desde el crash de 1929, en Mis años en la Reserva Federal.  Pero en sus conferencias no ha lugar a buscar detalles sobre los entresijos de la caída del banco de inversión Lehman Brothers, detonante del pánico y ventilado en pocos párrafos como imposible de rescatar, o anécdotas para la historia sobre las reuniones entre primeros mandatarios del mundo para evitar el desplome total de la economía. El nuevo fichaje del Brookings Institute revisa satisfecho su actuación ante el terremoto de 2007 y 2008 ciñéndose a los objetivos de un banco central. Y, en especial, a los aprendidos hace casi ocho décadas que fueron objeto de su tesis doctoral. Para Bernanke, cuando estalla el pánico bancario, un banco central debe conceder créditos “a cualquiera que acuda a su puerta, siempre y cuando le presente garantías”. La centenaria Fed subió tipos en 1931 para evitar la salida de dinero del país (no evitó, sin embargo, la deflación y la caída de la economía), no se empleó a fondo en prestar dinero a los bancos en dificultades y contribuyó a una segunda recesión cuando, inquieta por los precios, endureció antes de tiempo la política monetaria ante la presión para reducir los déficit presupuestarios en 1937 y 1938.  La clave de todas las reformas es, subraya, lograr que una gran entidad pueda quebrar de forma ordenada. Bernanke confiesa que se ayudó a la mayor aseguradora del mundo, AIG, por temor a no poder controlar las consecuencias de su caída, pero también que por Lehman no había nada que hacer. El sucesor de Alan Greenspan admite lagunas de la regulación y errores de supervisión del sistema financiero previos a la crisis, pero no acepta que los tipos por los suelos generaran una gran burbuja inmobiliaria en EE UU, ni que actuara tarde. Su contundencia durante el pánico ha sido celebrada. Está por ver qué dejará su compra de activos ilimitada,tras constatar los límites de la política monetaria.