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El que no corre... vuela y contamina

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Marzo 2016 / 4

Lo mejor sería, simplemente, quedarse quieto. Trabajar cerca de casa o abonarse al teletrabajo. O no basar nuestras apuestas de ocio en desplazamientos continuos... ¡especialmente los desplazamientos de fin de semana en avión! La vida sostenible pasa por una movilidad sostenible, y eso significa intentar disminuir hasta lo mínimo imprescindible nuestras necesidades de ir motorizados. 

De todos los gases con efecto invernadero, las actividades relacionadas con el transporte contribuyen a ellos con un 23%. Pero lo peor es que es el sector cuyas emisiones aumentan más. Se trata de un reto monumental darle la vuelta a la tendencia, porque se espera que la demanda de movilidad mundial de viajeros y mercancías se duplique entre la actual década y el año 2050. 

Un dato interesante es el hecho de que el 70% de las emisiones de transporte de viajeros se generen en trayectos de menos de 50 kilómetros. Eso significa que la cosa está difícil, pero que existe margen para actuar.  La comparativa  de Dekoster y Schollaert “En bici hacia ciudades sin malos humos”, publicada por la UE y reproducida en el estudio del Impacto de la implantación de la bicicleta pública en España  (IMBID), nos dice lo siguiente: si partimos de que la base 100 es el coche, el autobús consume el 30% de energía primaria; el tren, el 34%; el avión, el 405%, y la bicicleta, el 0%. En cuanto a las emisiones de CO2, frente al 100% del coche, el autobús genera el 29%; el tren, el 30%; el avión, el 420% y la bici, el 0%. Por lo que respecta a las emisiones de óxido nitroso (NOx), el autobús emite el 9%; el tren, el 4%; el avión, el 290% y la bicicleta, el 0%. Teniendo en cuenta otras emisiones y factores, la contaminación atmosférica total deja al avión en el peor de los lugares (250%), seguido del coche (100%), el autobús (9%), el tren (3%) y la bicicleta (0%). 


Y ANTES... ¿CÓMO TE MOVÍAS?

Pero la cosa es aún más complicada. No basta con optar por un transporte relativamente poco contaminante. La cuestión es en qué medio de transporte se realizaba el mismo recorrido. Por ejemplo,  si cambias de un coche de gasolina a una moto eléctrica, seguro que supone una mejora medioambiental.  Pero si ahora vas solo y antes compartías el coche con otros cuatro compañeros, o si antes te desplazabas en bicicleta o en metro, la mejora se neutraliza, comentan los expertos en movilidad consultados. 

El transporte aporta una cuarta parte de gases globales de efecto invernadero

Si el coche genera el 100% de óxido nitroso, el bus emite 9%; el tren, 4%; el avión, 290% y la bicicleta, 0%

Y no todo lo puede el ciudadano. Todos los estudios sobre transporte público apuntan que esperar más de siete minutos un autobús, metro o tranvía genera la sensación psicológica en el pasajero de que el servicio no es lo bastante eficaz. La existencia de una buena red de transportes, pero sobre todo la planificación global de un sistema intermodal que permita a un mismo viajero enlazar distintos medios de transporte para ir de un punto a otro, es fundamental y eso compete ya a las autoridades que gestionan el transporte, que no necesariamente son las mismas cuando el transporte es urbano, interurbano, regional o internacional. Según el Ministerio español de Agricultura y Medio Ambiente, en España, el transporte es responsable de cerca del 24,9% —la cuarta parte— de las emisiones totales de gases de efecto invernadero, y el 90% de ellas tienen origen en el transporte por carretera. Este dato no tiene en cuenta el impacto del despliegue de carreteras sobre los hábitats naturales, mayor que en el caso de la construcción de vías férreas.


EL FUTURO ES UN MIX

Desde Greenpeace y Ecologistas en acción, Mariano González  señala que el mejor escenario es el de una mayoría de viajeros circulando en transporte público electrificado y lleno de gente, o bien una flota de vehículos eléctricos compartidos. Poder planificar los trayectos en distintos medios desde el móvil es clave. En Estados Unidos ha surgido Transloc con esta finalidad. Porque el futuro es un mix de medios, asegura la plataforma LIVE, que impulsa el coche eléctrico y la movilidad sostenible en Barcelona, y que agrupa tanto al Ayuntamiento de la ciudad como a empresas privadas y fabricantes de coches. 

El coche compartido se cuela entre las nuevas maneras de circular de modo sostenible

Union Cap es una red de conductores propiedad de ellos mismos en una cooperativa

Los gobiernos municipales cada vez se están tomando más en serio el transporte. El Ayutamiento de Madrid ha introducido restricciones de tráfico,  en el aparcamiento en el centro de la capital y en la velocidad en las autovías como parte del protocolo de emergencia por la elevada contaminación. Y las autoridades de otras grandes ciudades como Barcelona no descartan tener que aplicar medidas similares, o incluso prohibir la circulación de vehículos muy contaminantes cerca de, por ejemplo, las escuelas del centro de la localidad.

Otra alternativa, que va ganando adeptos a medida que los jóvenes dejan de identificar la propiedad de un coche privado como un símbolo de estatus, el transporte en vehículo compartido. Existe un alud de iniciativas en este sentido, cada una con sus respectivas particularidades de funcionamiento: de Car to go a Amovens, pasando por Blablacar, Zipcar-Avancar, SocialCar, Carpooling. Uber, la aplicación que ha indignado a los taxistas, inventa nuevas modalidades para lograr aceptación entre los usuarios. Una de las alternativas que se abren paso son las redes de conductores que son dueños de la plataforma, como la cooperativa Unioncap.