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El engorro de las huelgas

Eso que llaman “conflictividad laboral” está en aumento en España. Y es posible que en las próximas semanas y meses muchos ciudadanos sufran los inconvenientes de alguna que otra huelga. El batacazo de la pandemia, la inflación creciente y la continua pérdida de poder adquisitivo desde la crisis financiera de 2008 han creado una situación muy difícil.

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Diciembre 2021 / 97
El engorro de las huelgas

Ilustración
Darío Adanti

Eso que llaman “conflictividad laboral” está en aumento en España. Y es posible que en las próximas semanas y meses muchos ciudadanos sufran los inconvenientes de alguna que otra huelga. El batacazo de la pandemia, la inflación creciente y la continua pérdida de poder adquisitivo desde la crisis financiera de 2008 han creado una situación muy difícil.

Ah, las huelgas. Alteran nuestra rutina, nos obligan a cambiar o cancelar planes de viaje y, ruidosas y desordenadas como suelen ser, nos complican la existencia.

Evidentemente, si somos nosotros los que vamos a la huelga el párrafo anterior no cuenta. Pero cuando los huelguistas son otros conviene informarse, intentar entender las razones, reflexionar un rato acerca de esa extendida convicción que establece una supuesta primacía del consumidor (los sacrosantos derechos del cliente) y del accionista sobre el trabajador y, en último extremo, armarse de paciencia.
También se puede recurrir a la ensoñación. Podemos imaginar que vivimos en un país sin huelgas.

Resulta fácil, porque los hay.

Bielorrusia, cuyo régimen ha adquirido recientemente un poco de mala fama por lanzar refugiados de Oriente Próximo contra las fronteras de Polonia, constituye un buen ejemplo de país que ha resuelto el engorro de las huelgas. Los obreros que se niegan a trabajar son detenidos. También son detenidos si se les despide y protestan con una huelga de hambre. Los jornaleros agrarios han recuperado la antigua condición de siervos y tienen prohibido apartarse del terruño. Con una buena dictadura y un sistema de terror generalizado todo son ventajas.

Otro país confortable es China. Cualquier protesta laboral está prohibida. Y qué decir de Arabia Saudí y Qatar, donde los inmigrantes constituyen casi el 90% de la mano de obra y se dedican humildemente a lo suyo, a trabajar sin descanso ni reclamaciones, porque no pueden escapar de la esclavitud: el empleador retiene su pasaporte.

Podemos imaginar que vivimos en un país sin huelgas. Resuta fácil, porque los hay

 Bielorrusia, China, Arabia Saudí y Qatar evitan a sus ciudadanos estas molestias

Hay otros países, como Egipto, Colombia y Guatemala (todo esto lo saco de un informe de la Confederación Sindical Internacional) donde es posible ir a la huelga. Pero quien la hace la paga. Con la vida. Los dirigentes sindicales de estos países tienden a morir tiroteados por los pistoleros de la patronal.

Frente a estos países que garantizan la tranquilidad del ciudadano, y le evitan la molestia de las huelgas, están los otros, los que permiten al huelguista hacer de las suyas sin apenas límites. Los peores ejemplos de tal libertinaje son (según la Confederación Sindical Internacional) Austria, Finlandia, Noruega, Países Bajos y Uruguay.

Puede resultarle útil pensar en esto cuando una huelga le incomode.