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Fagor, una crisis por la falta de apoyo financiero

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Noviembre 2013 / 8

Cooperativas: El preconcurso de uno de los símbolos de Mondragón ha reabierto el debate sobre el modelo. Pero las raíces de los problemas son más bien clásicas.

Trabajadores de Fagor en Eskoriatza (Gipuzkoa). FOTO: FAGOR

El estallido de Fagor Electrodomésticos ha levantado una gran polvareda en Euskadi y en España no solo porque están en juego 5.600 empleos, sino porque se trata de una cooperativa. Y no una cooperativa cualquiera, sino una cooperativa nacida en 1956 que acabaría convirtiéndose en el poderoso Mondragón Corporación, que emplea a 80.000 personas y está presente en 94 países.

Pero las raíces de la crisis son más bien clásicas. Los aprietos se venían larvando desde hace años y se aceleraron por una caída de las ventas en picado desde 1.750 millones de euros en 2007 hasta 1.166 en 2012. En lo que va de año la facturación cayó hasta 491 millones. El hundimiento de las ventas en España está estrechamente vinculado al estallido de la burbuja inmobiliaria. No es lo mismo equipar de electrodomésticos al mercado que en 2007 construía 850.000 nuevas viviendas que al que en 2012 solo edificó 42.000.

La caída de ventas derivó a partir de 2009 en pérdidas, que se agudizaron en 2012 hasta alcanzar los 90 millones. La crisis ha ido acompañada de una reducción significativa de la plantilla desde 10.500 empleos en 2007 hasta los 5.642, actuales, de los cuales 1.630 son cooperativistas.

La situación se hizo insostenible para el grupo el pasado 16 de octubre y se vio forzado a presentar preconcurso de acreedores para encontrar una solución a los 800 millones de deuda acumulada.

 

SECTORES GOLPEADOS

Antes de que la crisis fuera tan profunda y ante el inicio de las adversidades del sector, el Grupo Mondragón se había convertido en un referente para las empresas con dificultades, que los veían como una tabla de salvación en Euskadi, especialmente por los sectores industriales más golpeados, como automoción y mueble. Así Mondragón adquirió EDESA y Luzuriaga y de esta manera se evitó su cierre y salvaron muchos empleos.

Cuando la crisis arreció en 2008, frente a los cierres, las quiebras y deslocalizaciones aplicados por las empresas convencionales, la Corporación Mondragón supo generar una alternativa. A juicio del ex director general de Industria del Gobierno Vasco Juan José Garayar, “Mondragón ha sabido generar una cultura industrial que combina la estrategia de competitividad global –multiimplantación, mercado global, I+D+i y alianzas con otras empresas– con un modelo de empresa participativa y solidaria que coloca el empleo por encima del salario y de los beneficios”.

La mejor prueba del éxito de este modelo de organización empresarial es que la comarca del Alto Deva es la de menor paro de España. Esta estrategia de internacionalización llevó a la Corporación a la adquisición de la firma francesa Brandt y a una planta en Polonia.

Quizá el boom inmobiliario creó falsas expectativas y Fagor se durmió en los laureles durante los primeros años de este siglo por un aumento de las ventas muy superiores a las previsiones. Pero como en toda crisis industrial, hay concurrencia de muchos factores. “Creo que otro de los problemas de Fagor”, precisa Garayar, “ha sido su posicionamiento de marca, que la ha situado en terreno de nadie”. “No puede estar en la gama baja porque es imposible competir con China y le ha faltado músculo financiero para competir con las empresas de la gama alta lideradas por Siemens y Bosch”.

Desde diciembre pasado las autoridades del nuevo Gobierno vasco han mantenido conversaciones casi a diario con la dirección de Mondragón para salvar Fagor, su empresa más emblemática por todo lo que representa para la industria del país. Durante los últimos tres años, el Gobierno vasco ha aportado 50 millones de euros, los 40 últimos a través del fondo Ekarpen. En mayo, el Grupo Mondragón acudió al rescate de la cooperativa con otros 70 millones. El Plan de Viabilidad de finales de 2012 presentaba una necesidades financieras de 240 millones.

La crisis plantea cuestiones de fondo sobre el modelo, sobre todo cuando se trata de empresas grandes. Está claro que el modelo ha servido para afrontar con éxito la crisis industrial, pero existen dudas sobre su capacidad para afrontar una crisis financiera como la actual. En el caso de grandes empresas, el modelo cooperativo no dispone de la misma facilidad que el mercantil para acceder a fuentes de financiación como la Bolsa o el capital riesgo, y dificulta la entrada de nuevos socios. Por ello ha tenido que recurrir a la emisión de 185 millones de participaciones preferentes colocadas a unas 10.000 personas, mayoritariamente entre sus propios cooperativistas.

Lo que parece claro es que el movimiento cooperativista precisa de una organización similar potente para el respaldo de las grandes empresas. En Quebec, este modelo funciona porque el movimiento Desjardins, constituido por cientos de cajas cooperativas de crédito, es la mayor entidad financiera del país.

El cooperativismo cuenta en Quebec con la mayor entidad financiera del país

En el debate hay tres posiciones: asimilación a las SA, repliegue y adaptación al siglo XXI 

En este sentido, la crisis de Fagor está creando un importante debate sobre el modelo, en el que se distinguen tres posiciones. Los enemigos de las cooperativas, que creen que nada puede funcionar fuera de las reglas de las sociedades anónimas y de la organización empresarial guiada por la búsqueda de beneficios. Los que creen que con el crecimiento y la internacionalización, el grupo ha perdido las esencias y apuestan por un repliegue a los orígenes. Finalmente, los directivos y responsables que están más en contacto con los mercados y la competencia, que saben que solo pueden mantenerse adaptándose a la nueva realidad económica. Con este debate de fondo hay que interpretar las manifestaciones de Arantza Tapia, consejera de Desarrollo Económico y Competitividad del Gobierno vasco, quien ha declarado a El Diario Vasco que “el modelo de toma de decisiones debe ser repensado y adaptado al siglo XXI”.

En el debate sobre el modelo cooperativo también ha intervenido Bruno Roelants, secretario general de la Confederación Europea de Cooperativas Industriales y de Servicios, que representa a 50.000 cooperativas y emplea a 1,4 millones de trabajadores, ha declarado a Deia: “Si Mondragón fuera un grupo convencional, hace tiempo que se habrían perdido miles de puestos de trabajo”.

Tras estallar la crisis, Mondragón Corporación emitió un comunicado en el que “reafirma la validez y fortaleza de su modelo cooperativo basado en el protagonismo de las personas y en la solidaridad, y que ha permitido el desarrollo del conjunto de cooperativas y convertirlo en una referencia del trabajo en cooperación”.

Es muy difícil que un grupo con esta capacidad tecnológica se desmorone. Los conocedores del sector apuestan por un plan de salvación de las áreas de mayor competitividad y recolocar el máximo de trabajadores en otras empresas del grupo. Al parecer, el grupo chino Haier está interesado en la tecnología de Polonia, pero quiere saber poco del empleo.

 

LA CORPORACIÓN

Más de 80.000 trabajadores

 

Mondragón cuenta en la actualidad con 289 entidades –110 de ellas, cooperativas– y emplea a 80.321 personas: el 42% en el País Vasco, el 40% en el resto de España y el 18% en otros países. Un total de 36.963 trabajadores desarrollan su actividad en la industria, 39.839 en la distribución, 2.486 en la financiera y 1.033 en el área de Conocimiento. En 2012, el volumen de ventas ascendió a 12.903 millones de euros, de los que 4.004 millones corresponden al exterior.